lunes, 2 de agosto de 2010

Finale (2009): Análisis de la película





Dir. John Michael Elfers
Int. Carolyn Hauck, Suthi Picotte, Steven Nieport
93 min. EE.UU.




Afortunadamente, no todo van a ser películas de estreno en este blog. Y digo afortunadamente porque, de ser así, correría el riesgo de ceder a la tentación de reciclar la misma reseña una y otra vez para todas las películas de terror que llegan a nuestras carteleras, tan reiterativos y obstinados resultan sus vicios y defectos.


Afortunadamente, existe vida más allá del mainstream hollywoodiense, y a mi juicio resulta indudable que es en el panorama indie que el cine de género americano goza de una mayor vitalidad y mejor salud. Por supuesto, no es oro todo lo que reluce, y al final, independientemente de los presupuestos manejados y los medios con los que se cuente, es el talento y el buen hacer de los implicados el único garante de un producto digno y de calidad.



Sin embargo, y precisamente por moverse en un terreno menos condicionado por las imposiciones de las grandes productoras, el cine indie es el reducto incombustible para todos aquellos cineastas que desean canalizar su inquietud transgresora con el fin de ofrecer un producto honesto y original. Películas como "Addicted to Murder" (1995), "Addicted to Murder II: Tainted Blood" (1998), ambas de Kevin J. Lindenmuth, o "Habit" (1995, Larry Fessenden), constituyen ejemplos prototípicos de lo que acabo de comentar.

En lo que respecta a la película que nos ocupa, "Finale", pues la verdad es que no es una película que pudiera desentonar mucho en una cartelera de cine. A pesar de los modestos medios con los que tuvo que lidiar su director, John Michael Elfers, éste ha sabido sacar el máximo partido de ellos, consiguiendo un producto de impecable factura y muy bien realizado. Esta película demuestra lo importante que es rodearse de un equipo competente que sea capaz de llevar a buen puerto lo que tengan entre manos.

Planteada como una declaración de amor al cine de terror italiano en general y el giallo en particular, "Finale" toma no obstante influencias no sólo del cine de Argento y Bava en su colorido estilo visual, sino también de la obra de Clive Barker en su retorcida imaginería sadomaso, sin olvidarnos del Polanski primerizo de "Repulsión" (1965) y "La Semilla del Diablo" (1968) en su tratamiento de la paranoia y la obsesión, y en general de toda la rica tradición de cine sobre cultos y sectas demoniacas que tiene en aquella película de Polanski uno de sus máximos y mejores exponentes.



La historia narra el literal descenso a los infiernos de una familia tras la muerte por aparente suicidio del hijo mayor, Sean. Las extrañas circunstancias que rodean el fallecimiento de Sean llevan a la madre, Helen, a realizar una serie de pesquisas que apuntan al convencimiento de que su hijo fue en realidad víctima de un siniestro culto demoniaco. Helen se adentra en ese oscuro mundo de perversión y maldad buscando respuestas, y lo que encuentra está a punto de costarle su propia cordura, especialmente cuando se percata de que aquel innombrable Mal que le arrebató a su hijo podría volver a cobrarse más víctimas en su familia.

Como puede observarse, no hay mucha originalidad en el planteamiento argumental de Elfers, y de hecho la historia depara pocas sorpresas en su desarrollo. "Finale" es además de esas películas que prefieren dejar al espectador la tarea de encontrar por sí mismos respuestas a algunas de las interrogantes que quedan por resolver hacia el final, lo cual no es necesariamente algo negativo cuando es algo deliberado y no el resultado de un guión pobremente escrito.



Esta simpleza narrativa está compensada por un estilo visual bastante potente que, como antes apuntábamos, bebe del cine italiano de los 70, especialmente de la obra del Maestro Dario Argento. Resulta paradójico que ninguno de los efectos visuales de esta película estén hechos con CGI, sino que el director haya preferido recurrir a efectos "de la vieja escuela" en consonancia con el tipo de cine al que pretende homenajear. Y resulta paradójico porque, a pesar de ello, dichos efectos no terminan siendo muy diferentes de los que podemos encontrar en numerosas películas de terror contemporáneas. Me estoy refiriendo, más concretamente, a los efectos utilizados en las escenas más terroríficas, aquéllas en las que hace acto de presencia el pavoroso demonio recolector de almas humanas, The Collector.


El diseño de la criatura es realmente efectivo, "embutido" en lo que se asemeja a una camisa de fuerza y controlando a todas esas almas "recolectadas" mediante cadenas, remitiendo a una imaginería "barkeriana" muy Hellraiser. Es una lástima, por tanto, que cada vez que hace acto de presencia el director tenga que recurrir a sobreimpresiones, fugaces flashes de imágenes epatantes que sin embargo resultan demasiado breves, aceleradas artificialmente y confusas como para ser realmente espeluznantes, un montaje vertiginoso y lentes de foco suave, todo ello pasado por un filtro azulado que aporta a la imagen un cariz surreal.

Siempre he lamentado en el cine de terror actual la implantación de la estética del videoclip, ésa por la cual parece que todas las escenas terroríficas deben mostrarse en fugaces planos de un segundo y utilizando un montaje frenético vertiginoso que no siempre te permite ver con claridad lo que se está mostrando. Me pasó con películas como la "over-hyped" "Saw" (2004, James Wan), y con muchísimas otras. Parece como si el terror tuviera que filmarse de manera frenética, asaltando al espectador con una miríada de estímulos gestados en post-producción. Llamadme "anticuado", pero yo echo de menos aquellas películas de terror dirigidas con una mayor y pausada "serenidad".



Del mismo modo que me resulta más aterrador el renqueante deambular de los zombis de Romero que las céleres carreras de los zombis post-"28 Días Después" (2002), igualmente me gustaría que, por una vez, el director dejara los trucos y los vicios de la estética videoclipera y el montaje sincopado para mostrar los contenidos terroríficos abiertamente, pausadamente, sin prisas, "regodeándose" en las imágenes, imponiendo al espectador el visionado alargado "ad nauseam"... y no estoy hablando necesariamente de "regodeamiento en la truculencia gore", sino es una forma alternativa de rodar cine de terror que ponga a prueba de vez en cuando la paciencia del espectador, y que no asuma que todos pertenecemos a "la generación de la consola". Cuanto más películas de terror modernas veo, más añoro la forma de hacer cine de terror de hace unas décadas. En fin.

En ese sentido, habría preferido un montaje más pausado y contenido en las escenas en las que aparece el Demonio, o aquéllas en las que se muestra a los miembros del culto entregados a salvajes orgías en las que, no obstante, no se ve mucho. Sorprende, ciertamente, tanta contención y timidez en una película como ésta, no sólo en lo que a erotismo se refiere, sino también en las partes más cruentas, aunque debo admitir que no por ser menos explícitas resultan en este caso menos eficaces o impactantes.



A pesar de todo los aspectos negativos comentados hasta este punto, la verdad es que la película hace de tripas corazón y consigue superar todos los obstáculos y adversidades y salir adelante con los medios de los que dispone gracias a un equipo, como antes apuntaba, la mar de competente. En primer lugar, el propio director, John Michael Elfers, autor asimismo del guión de la película, que saca adelante un proyecto tan a priori arriesgado como éste, en donde se combinan, especialmente en la primera mitad de la historia, el plano real con el plano onírico soñado por la protagonista durante sus fases de sonambulismo.

Aunque pueda provocar la sensación de que tarda un poco en arrancar (sensación que yo suscribo plenamente), cuando lo hace la película consigue realmente engancharte y mantenerte interesado en lo que estás viendo durante toda una hora, lo cual es ciertamente una señal inequívoca del talento en la dirección de Elfers y también, por supuesto, del potencial de la historia y sus personajes. Y, hablando de los personajes, uno de los motivos por los que funciona esta película es gracias a ellos. La historia prescinde gracias a dios de esos adolescentes descerebrados tan comunes en el mainstream, y recurre a unos personajes con los que el espectador llega realmente a simpatizar o, al menos, interesarse por su fortuna. Estoy refiriéndome tanto a la madre, Helen, como al padre, Peter, y también especialmente a la hija, Kathryn.



Y si uno de los motivos por los que la historia funciona es gracias a los personajes, entonces uno de los motivos por los que los personajes funcionan es gracias a los actores que los interpretan. No esperen encontrar interpretaciones amateur de ésas tan frecuentes en muchas cintas indie. La labor al menos de Carolyn Hauck como Helen y Suthi Picotte como Kathryn no tiene nada que envidiar a la que podamos encontrar en películas comerciales como el remake de "Pesadilla en Elm Street" (2010). Es más, me atrevería incluso a afirmar que las superan con creces. Hauck interpreta con sorprendente brío el papel más complicado de todos, el de la madre cuya obsesión por el culto y el demonio conocido como The Collector flirteará con la paranoia más obsesiva, especialmente al tener que lidiar con el escepticismo y la incredulidad de aquellos a los que precisamente trata de salvar. Por su parte, la hermosa Picotte interpreta a la hija de Helen y hermana de Sean, la cual tratará de seguir adelante con su vida aunque las circunstancias familiares parezcan jugar en su contra.



Mención especial merecen algunas secuencias que resultan particularmente brillantes, como aquella escena deliciosamente gótica en aquel cementerio, seguida por una escalofriante persecución en el interior de un edificio abandonado que está magistralmente dirigida, consiguiendo hacernos partícipes del miedo experimentado por Helen en su huida de aquella siniestra mujer con el rostro cubierto por un velo oscuro.

Y es que, en el fondo, es tan fácil entretener... y "Finale" es la muestra de ello. Ni mucho menos podría ser considerada una gran película, pero sí es un producto digno y competente que consigue entretener al espectador gracias a sus mejores bazas: una sólida dirección, sólidas interpretaciones, una correcta banda sonora de Shawn K. Clement, y apuntes de una nueva mitología infernal que, si bien saben a poco, te dejan al menos con las ganas de saber más sobre ese ser tan cool llamado The Collector, que ataca a sus víctimas mediante objetos que puedan proyectar su pavorosa imagen. Y a mí, si me dan a elegir entre volver a "rescatar" del pasado iconos del cine de género como "Freddy", con resultados catastróficos, o encontrarme con nuevas e interesantes aportaciones al colectivo de monstruos icónicos del cine de terror, pues no me lo pienso dos veces. Como suele decirse... "a rey muerto, rey puesto".


Calificación de la película: *** sobre *****

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