domingo, 16 de septiembre de 2012

The Possession (2012): Análisis de la película




Dir. Ole Bornedal
Int. Jeffrey Dean Morgan, Natasha Calis, Kyra Sedgwick

92 min. EE.UU./Canadá

 

Sam Raimi era un director valiente y arriesgado cuando empezó a hacer cine con "Posesión Infernal" (The Evil Dead, 1981). Mucho ha pasado desde entonces, y con cada nuevo proyecto en el que se implica, mayor es la confirmación de su hundimiento y degeneración. El que empezó como todo un "enfant terrible", un cineasta underground con arrojos y mucho talento, se ha convertido en un engranaje más de una industria corrompida y en decadencia, incapaz de ofrecer nada que haga justicia a un género tan de capa caída en la actualidad como el terror mainstream. Y la película que nos ocupa es una nueva confirmación de que, a día de hoy, el auspicio o el apadrinamiento de Raimi en un proyecto de terror no conlleva ninguna garantía de calidad en el resultado final.



A su favor diremos que es una película, al menos, correcta (lo cual ya es algo), con algunos momentos de indudable impacto visual y muy bien dirigidos. Mis mayores elogios también a la niña protagonista, Natasha Calis, que consigue que la película no se hunda gracias a su convincente e intensa interpretación en un papel ciertamente exigente desde un punto de vista interpretativo, cuanto más en el caso de una niña de 12 o 13 años como ella.








El mayor problema de esta película, como siempre, es su previsibilidad. La película discurre por todos los lugares comunes a los que nos tiene acostumbrados un género como éste, que por desgracia se ha visto saturado, en los últimos años, de tantos y tantos títulos de temática similar y, de una calidad, por lo general, deleznable: niña (primer cliché) poseída, niña que empieza a mostrar un comportamiento inquietante que cada vez va a más, padres que empiezan a preocuparse, padres que intentan solventar el problema recurriendo primero a la medicina y psicología, padres que se dan cuenta de que el mal que aqueja a la víctima es de índole demoníaca, lo cual les lleva a buscar ayuda a hombres de dios, hombre de dios que accede a ayudarles y realizar un exorcismo, que supone la lucha final entre el bien y el mal, final feliz, niña "curada", epílogo con el típico "twist" final de rigor, fin de la película. En otras palabras, es una película de manual en donde hay poco espacio para la sorpresa.

La única novedad es que en esta película el demonio, el hombre de dios y el exorcismo se enmarcan en la tradición judía, lo cual a priori constituye una interesante novedad que se agradece. Sin embargo, más se agradecería si hubieran ahondado un poquito más en dichos elementos, que finalmente se quedan en la superficie y saben a poco. Sí, los sustos y escenas inquietantes están bien dosificados, y algunos funcionan realmente. Pero eso no es suficiente para que la película sea buena, máxime cuando el clímax final, que supuestamente iba a ser de los más "terroríficos" (sic) de los últimos años, es, nuevamente, tan previsible, convencional y resultón.


No es la primera vez que lo digo, pero es que es la realidad... ninguna de las películas sobre exorcismos rodada después de "El Exorcista" (The Exorcist, 1973) puede siquiera intentar aspirar a competir con la obra maestra de Friedkin en la magnitud épica que se le da al enfrentamiento final entre el Bien y el Mal. La intensidad de ese clásico jamás ha sido superada e igualada, a pesar de los avances tecnológicos con los que cuenta hoy día el cine. Porque, en realidad, lo que hace que una película de terror funcione, como siempre, no es el presupuesto, sino el talento y la personalidad del realizador que está detrás, y ahí es donde esta película acusa sus mayores defectos y carencias.

"The Possession" es una película correcta, sí, con algún que otro momento brillante (por ejemplo la escena en la que la nueva pareja de la ex-mujer del protagonista pierde los dientes... escena, por cierto, muy bien acompañada en lo musical; o aquella escena durante el clímax final en el que el padre corre en pos de su hija poseída, para encontrarla al final de un cuarto oscuro, pronunciando ad nauseam una única frase con la misma inquietante cadencia entonativa)... pero eso no es suficiente para garantizar un producto de calidad que realmente logre el objetivo de aterrorizar a la audiencia, por muy buena que sea la interpretación de la actriz protagonista.

Se trata, por tanto, de una película torpe, incapaz de sorprender a nadie. Los suyos son sustos de manual, artificiales, confeccionados en Hollywood, y se ven venir a la legua. Carece de la valentía y el arrojo por ir más allá de lo permitido y sorprender realmente al espectador. Es, en definitiva, una película acomodada y convencional, lo cual es el mayor delito al que se le puede acusar a una película de terror.

Calificación de la película: ** sobre *****

No hay comentarios:

Publicar un comentario