"MacBeth"
es uno de los mayores logros, no sólo dentro del inigualable corpus del genio
de Stratford-upon-Avon, William Shakespeare, sino también de toda la
literatura universal, inspirando a grandísimos cineastas de la talla de Orson
Welles, Akira Kurosawa y Roman Polanski, los cuales nos han
legado magistrales adaptaciones de la tragedia (1948, 1957 y 1971,
respectivamente) que han pasado al rico acervo cultural de la Humanidad.
Ahora es el turno de Joel
Cohen, que celebra su emancipación artística con una obra de arte
magistral, algo más deudora de Welles que de Polanski en su
planteamiento estético. Pero hay más influencias, por supuesto: el onirismo del
"Trono de Sangre" (“Kumonosu-jô”, 1957) del
Emperador Kurosawa, esos primerísimos planos tan deudores del cine de
Maestros como Carl Theodor Dreyer o Ingmar Bergman... y, por
supuesto, la pesadillesca estética del movimiento Expresionista alemán
abanderado por auténticos Genios como Friedrich Murnau, Fritz Lang,
Georg Wilhelm Pabst o Robert Wiene.
“Macbeth” cuenta
una historia de un crimen y un castigo entreverada de brujería y elementos
sobrenaturales. Amparado en las engañosas profecías de tres brujas fatídicas, un
noble llamado Macbeth (Denzel Washington) decide asesinar a su
rey y tomar la corona de Escocia, con la complicidad de su ambiciosa esposa Lady
Macbeth (Frances McDormand). Aunque es consciente del horror al que
se entrega, cederá a la ilusión de creerse invencible y eterno. De esta manera,
forjará voluntariamente su terrible destino, dejándose poseer por el virulento mal
que nace de las ansias de poder.
Coen aúna el lenguaje
estrictamente teatral (la película toma como referente la adaptación teatral presentada
en el año 2013 en el Festival Internacional de Manchester) con el
cinematográfico de manera encomiable, aportando un estilo visual absolutamente
arrebatador en donde predomina el virtuoso uso de claroscuros (la fotografía de
Bruno Delbonnel es de Oscar), claustrofóbicos espacios que nos encierran
en la mente obsesiva de su protagonista (un prodigioso Denzel Washington
digno merecedor del Oscar también) y una atmósfera absoluta y deliciosamente
onírica y surreal. A destacar también la espeluznante caracterización de las
tres brujas a cargo de Kathryn Hunt y la efectiva banda sonora de Carter
Burwell, colaborador habitual de los hermanos Coen.
Con los antecedentes mencionados
anteriormente, salir airoso no era en absoluto una empresa fácil, y, sin
embargo, Coen consigue lo imposible, reivindicándose como un autor
dotado de un lenguaje visual arrebatador. Hay en esta película planos...
bastantes planos... que, en sí mismos, constituyen auténticas obras de arte.
Por todo ello, este "MacBeth" constituye todo un
triunfo cinematográfico, pese a haberse ha visto empañado por lo que considero
que es la verdadera "tragedia" que ha marcado el evento de su
estreno: el hecho de que no hayamos podido disfrutar aún de esta Obra Maestra
como merece, en una sala de cine.
Mi calificación es de **** sobre *****
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