martes, 24 de agosto de 2010

Johann Sebastian Bach: Passacaglia (BWV582)




Bach's Passacaglia and Fugue is in music what a great Gothic Cathedral is in architecture - the same vast conception - the same soaring mysticism given eternal form. Whether played on the organ, or on the greatest of all instruments - the orchestra - it is one of the most divinely inspired contrapuntual works ever conceived. (Leopold Stokowski, 1922)


He aquí uno de los motivos por los que considero a J.S. Bach (1685-1750) uno de mis compositores predilectos de todos los tiempos. Por supuesto hay muchos otros motitvos... joyas como el segundo movimiento "Aire" de su tercera Suite Orquestal (BWV 1068) - y qué bien quedaba en la obra maestra de David Fincher, "Se7en" (1995), acompañando al personaje interpretado por Morgan Freeman, William Somerset, durante su investigación en la biblioteca -, el "Aria" de sus maravillosas "Variaciones Goldberg" (BWV 988), el primer movimiento "Allegro" de su segundo Concierto de Brandeburgo (BWV 1047), alguna que otra maravillosa aria de su "Pasión San Mateo" (BWV 244), transcripciones a piano de algunas célebres cantatas como "Herz und Mund und Tat und Leben" (BWV 147), y por supuesto obras para órgano como su muy popular "Tocata y Fuga" (BWV 565)...





Todo ello sería más que suficiente para considerar a este Maestro de Maestros como uno de los más grandes compositores de la historia de la música, sin olvidar todas sus monumentales obras para teclado (me gustan especialmente interpretadas al piano)... y, sin embargo, fue esta passacaglia la que provocó mi más absoluta veneración hacia este Genio y su música.

Y lo más curioso es que, como sucede en algunas ocasiones, la descubrí por casualidad, en un concierto de la ROSS en el Maestranza de Sevilla. Y fue curioso porque fui a dicho concierto interesado principalmente en escuchar otras obras del programa, más concretamente el "Finlandia" de Sibelius (1865-1957) y el Concierto para Violín de Bruch (1838-1920)... de hecho, creo que, antes de recibir el programa de mano, ni siquiera me había percatado de que lo primero que iban a interpretar era esta passacaglia.


Y ¡qué efecto tan profundo provocó en mí descubrir esta pieza de música celestial! Tan conmovido me encontraba cuando terminó, que recuerdo haber pensado: "bien, creo que ya puedo irme del teatro, porque nada de lo que pueda venir ahora estará a la altura de esto". Y, sin menospreciar las obras anteriormente mencionadas de Bruch y Sibelius, que me gustan bastante, en cierto modo así fue. Ninguna de ellas consiguió estremecer cada fibra de mi ser como la pieza de Bach.

Hasta tal punto llegó mi obsesión por dicha pieza que empecé a buscar y recopilar información sobre la misma, descubriendo así que la obra había sido compuesta originalmente para órgano. Se cree que la passacaglia pertenece al periodo que pasó el compositor en Arnstadt o Mühlhausen, y que pudo estar inspirada en su peregrinación a Lübeck durante los años 1705-1706 con el fin de escuchar al famoso organista y compositor danés Dietrich Buxtehude (1637-1707), antes de ostentar, en el año 1708, el cargo de organista en la corte ducal de Weimar.

Según el Léxico de Música de la editorial Akal, la "passacaglia es, básicamente, una forma de variaciones sobre un tema ostinato que se encuentra generalmente en el bajo (ground bass), aunque puede transferirse a una voz superior" (2003: 59). En el video de abajo podemos escucharla tal y como fue originalmente concebida, interpretada al órgano de iglesia por uno de los grandes maestros de la música de Bach, el organista, clavecinista y director de orquesta alemán Karl Richter (1926-1981):



En este video podemos apreciar perfectamente ese tema ostinato al que antes hacíamos referencia a partir del minuto 0:30, tocado con los pedales. A partir de ahí Bach irá tejiendo una miríada de variaciones, veinte en total (seguidas por una fuga), a cada cual más hermosa, especialmente a partir del minuto 1:55, las cuales irán creciendo en intensidad y magnificencia, apoyadas en la imponente majestuosidad del sonido del órgano.

Esta armoniosa y sublime interacción simultánea de varias melodías que se va desplegando ante el oyente durante el transcurso de la pieza demuestra muy bien por qué Bach está considerado un maestro en el arte del contrapunto, que consiste en "la combinación de dos o más líneas melódicas, o partes, de igual importancia e independencia" (2003: 78). Dicha maestría encuentra su momento de mayor emotividad a medida que se va acercando a su final, más concretamente a partir del minuto 8:06, uno de esos momentos que sobrecogen el alma de su pasmosa belleza y emotividad.


Muchas obras de Bach pensadas originalmente para el clave o el órgano han inspirado y suscitado numerosas versiones y transcripciones para piano, de modo que no resulta del todo sorprendente encontrar esta transcripción para piano de la passacaglia que incluimos a continuación, realizada por el pianista y compositor alemán Eugen d'Albert (1864-1932):



El padre de d'Albert fue un pupilo del virtuoso pianista Friedrich Kalkbrenner (1785-1849), por lo que no resulta del todo sorprendente que Eugen consiguiera una destacable reputación como compositor y también como intérprete, no sólo de Bach, sino también de otros importantes genios de la música como fueron Beethoven (1770-1827), Brahms (1833-1897) o el propio Liszt (1811-1886), cuyo apoyo fue también de gran importancia para él.


Y... sin embargo, por mucho que me estremezca escucharla al órgano, y por mucho que me guste su transcripción para piano, debo admitir que ninguna versión me conmueve tanto como la transcripción para orquesta realizada por el célebre director de orquesta Leopold Stokowski (1882-1977) y presentada en Filadelfia en febrero del año 1922. Se trata de una de sus primeras transcripciones de la obra de Bach, las cuales incluyen también otras célebres obras como la "Tocata y Fuga" incluida en la película Disney "Fantasía" (1940), cantatas, sonatas y fugas del Maestro de Eisenach. A propósito de estas transcripciones, incluimos la siguiente información:


Leopold Stokowski's musical career began in London and New York with church appointments in which Bach's organ works formed a major part of his solo repertoire. When he took up conducting in 1909 at the age of twenty-seven, the orchestral compositions of Bach he wished to perform were necessarily limited to the Brandeburg Concertos and Orchestral Suites. So during his early years with the Philadelphia Orchestra he began to make orchestral transcriptions of those keyboard pieces familiar from his organ-playing days, and with these arrangements he brought to audiences of the 1920s and '30s music which they could not otherwise have heard in the concert-hall.

(...) No other composer's music has been as much transcribed as that of Johann Sebastian Bach, such is its unique adaptability into a variety of other forms. But it was Leopold Stokowski who made more Bach transcriptions than any other, and some fifty arrangements are lodged in the Stokowski Collection at the Curtis Institute in Philadelphia (...)


Inevitably, the character and personality of the great transcriber becomes evident in the music he arranges, and Stokowski's transcriptions reflect his own desire for rich orchestral sonorities. Needless to say, they have had their critics over the years, but with the advent of the "ancient music school", his arrangements can ben seen in a new light - as orchestral showpieces providing an alternative "symphonic" view of the great baroque composer. Their effectiveness cannot be denied, and to some ears may even be preferable to the sparer, more attenuated efforts of an "authentic performance"! However, not all Stokowski's Bach transcriptions are grandiloquently scored and quite often his approach is simplicity itself.
(Johnson, E. 1993)

Así pues, procedamos a escuchar finalmente la transcripción que me descubrió la obra (y que pude escuchar en directo aquella noche en el Teatro de la Maestranza de Sevilla), dirigida por el propio Stokowski en una grabación del año 1969:



Es fascinante lo distintas que son estas versiones siendo como son la misma obra. Cada una con sus peculiaridades y puntos fuertes... sin embargo, encuentro en esta transcripción orquestal una intensidad emocional irrepetible y única que no encuentro en las otras versiones escuchadas. Por supuesto, el mérito aquí es tanto de Bach como de Stokowski. Resulta embriagador escuchar tantos instrumentos sonando al unísono para tejer esta maravillosa concatenación de variaciones melódicas que elevan nuestra conciencia a las cotas más altas de ensimismamiento y éxtasis. En particular hay un momento en concreto en el que creo que ninguna de las versiones anteriores resulta tan desgarradoramente hermosa como esta transcripción orquestal: me refiero, efectivamente, a la recta final, especialmente a partir del minuto 7:37. Es imposible describir tanta belleza por medio de las palabras.


Lógicamente, no podemos dejar de recomendar igualmente la fuga que complementa la passacaglia aquí comentada, y que se puede escuchar, también en su transcripción orquestal, en el video incluido abajo. Y aunque en su conjunto no me parece tan fascinante como la passacaglia precedente, debo admitir que todo ese alargado y sostenido clímax desde el minuto 4:30 hasta el final es realmente impresionante:



A modo de conclusión, incluimos una versión aún más grandilocuente y espectacular, orquestada por Ottorino Respighi, y estrenada en el Royal Albert Hall de Londres dentro de un programa dedicado a Bach en los Proms del 2010. Dirige Andrew Litton al frente de la Royal Philharmonic Orchestra:

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