jueves, 7 de julio de 2011

H.R. Giger: El surrealismo biomecánico de un visionario




Una de las causas de mi fascinación por la saga Alien, y muy especialmente por su primera película, la gran obra maestra de Ridley Scott junto con Blade Runner (1982), tiene que ver con el diseño de la criatura en todos los ciclos vitales por los que atraviesa durante la película, así como también los impresionantes interiores de la nave alienígena... diseños que le reportaron al artista gráfico y escultor suizo Hans Ruedi Giger un Óscar en el año 1980 a los mejores efectos visuales. No resulta en absoluto una exageración afirmar, pues, que gran parte del mérito del clásico de Scott se debe a la inestimable aportación de este genio visionario.



Nacido en Chur en el año 1940, Giger estudió arquitectura y diseño industrial en la Escuela de Artes Aplicadas de Zürich. Ya desde niño había mostrado una profunda fascinación por todo lo surrealista y lo macabro y fue esa fascinación, unida a una necesidad por expresarse y compartir su visión con el resto del mundo, lo que le llevó a estudiar artes visuales. Con tan sólo 24 años ya estaba produciendo sus primeras obras de arte al óleo o tinta, y dos años más tarde inauguraría su primera exposición de arte en solitario. Sin embargo, no sería hasta su descubrimiento del aerógrafo, poco después, que encontraría su propio y único estilo de pintura con el que crearía muchas de sus obras más célebres.


Dicho estilo, influido por la brillante imaginería de genios como Gustav Meyrink (autor de la célebre novela El Gólem, llevada al cine por Paul Wegener y Henrik Galeen por primera vez en el año 1915 y cinco años más tarde por Paul Wegener y Carl Boese), Jean Cocteau (poeta, artista, dramaturgo, novelista y cineasta autor, entre otras, de la mejor adaptación que haya dado el cine del cuento de La Bella y la Bestia, en el año 1946), Alfred Kubin (novelista e ilustrador considerado como un importante representante del Simbolismo y el Expresionismo), Ernst Fuchs (polifacético artista austriaco fundador de la Escuela de Viena del Realismo Fantástico), Salvador Dalí y H.P. Lovecraft, se caracteriza por lo que él denominaría "biomecánica", es decir, la visionaria fusión de seres vivos y texturas mecánicas, con resultados tan sorprendentes como fascinantes. Pueblan esta imaginería tan cyberpunk, pues, evocadores y surrealistas paisajes y construcciones que podrían pertenecer perfectamente a una avanzada civilización alienígena, así como también retorcidas y, en ocasiones, espeluznantes amalgamas de carne y metal que debieron de hacer las delicias de autores tan fundamentales del género fantástico tales como Shinya Tsukamoto, David Cronenberg o Clive Barker.


El gran mérito de H.R. Giger está en su habilidad para cautivarnos y atraparnos sin remedio en un universo bizarro y horripilante, pero que al mismo tiempo nos resulta irresistible al no estar en absoluto exento de una peculiar e imposible belleza. Giger ahonda en nuestros miedos más recónditos, materializándolos con perturbadora elegancia para hacernos reflexionar y advertirnos acerca de los posibles peligros de nuestra futura evolución biológica como raza. Para entender este universo tan particular es importante, además, tener en consideración que Giger padece terrores nocturnos, y que ese trastorno del sueño ha marcado e inspirado profundamente toda su obra, concebida inicialmente como una forma de terapia artística. Como el propio artista ha expresado en alguna ocasión, "yo sólo pinto aquello que me asusta".


Una personalidad artística de tal calibre no podía, por supuesto, pasar desapercibida en el mundo del cine... mundo que ya fascinaba y atraía al propio Giger, puesto que, como él mismo ha explicado en alguna ocasión, "(...) ha sobrepasado a la pintura como medio de comunicación". Su primera incursión en el mundo del Séptimo Arte fue posible gracias a Dan O'Bannon, autor del guion de la obra maestra de Ridley Scott, Alien: El Octavo Pasajero (1979). Antes de su implicación en dicha película, O'Bannon había trabajado en Francia con nada más y nada menos que el director de culto chileno Alejandro Jodorowsky (Santa Sangre, 1989) para una adaptación del clásico de Frank Herbert, Dune, que por desgracia nunca llegó a ver la luz. Giger había sido contratado para dicho proyecto (encargándose entre otras cosas del diseño del trono del barón Vladimir Harkonnen), y así fue como O'Bannon llegó a descubrir el universo artístico del genio suizo, quedando profundamente impactado, tal y como él mismo confiesa en declaraciones como ésta: "I had never seen anything that was quite as horrible and at the same time as beautiful as his work".


De este modo, cuando dieron luz verde a la película de Ridley Scott, O'Bannon le sugirió que contaran con él para los diseños del monstruo alienígena, entregándole como muestra una copia del libro Necronomicon, que no era más que un compendio de imágenes creadas por Giger y publicado en el año 1977. El título, por supuesto, estaba inspirado en el legendario (y ficticio) grimorio inventado por H.P. Lovecraft. Scott quedó tan fascinado con lo que vio en dicho compendio que supo, inmediatamente, que había encontrado lo que estaba buscando, tomando como modelo para el diseño de su criatura alienígena la obra Necronom IV, terminada por el artista en el año 1976. De aspecto vagamente antropomórfico, y sexualmente ambigua, el xenomorfo (un ente biológico extraterrestre de naturaleza parasitoide) estaba ciertamente muy influida por esa estética biomecánica que identificaba toda su obra, fusionando lo orgánico y lo mecánico en una única e indivisible entidad. A partir de su labor en su obra Necronom IV, Giger empezó a trabajar en el diseño del alienígena en sus distintos ciclos vitales, implicándose igualmente en el diseño del asteroide Acheron (LV-426) y la nave extraterrestre en donde los tripulantes de la Nostromo encuentran al gigantesco biomecanoide conocido también por el apodo de "Space Jockey". Y el resto, como suele decirse, es historia.



Incomprensiblemente, dados los impresionantes resultados conseguidos en la obra maestra de Scott, la relación de Giger con el cine durante la década de los 80 no fue todo lo fructífera y gratificante que todos los aficionados a la obra del suizo esperaban. El megalómano y arrogante James Cameron, por un lado, consideró que, teniendo a su lado a Stan Winston, no necesitaba los servicios del suizo para su estupenda secuela, titulada Aliens: El Regreso (1986), y más orientada en esta ocasión al cine de acción que al de terror. En donde sí colaboraría sería en otra secuela de ese mismo año, Poltergeist II: El Otro Lado, dirigida por Brian Gibson, y para la cual crearía numerosos diseños del "otro lado" y también de la versión monstruosa del Reverendo Kane, interpretado por el malogrado actor Julian Beck, el cual fallecería de cáncer de estómago durante el rodaje de la película. Desgraciadamente, Giger no quedó muy satisfecho con el uso que hicieron de sus diseños en la película. Y es que, no sólo no le permitieron, por falta de tiempo, realizar ningún tipo de modificación o mejoría a las distintas plasmaciones físicas realizadas a partir de sus diseños, de las cuales no llegaba a estar del todo satisfecho, sino que además, de todos los diseños que creó para la película, sólo dos fueron realmente utilizados, recibiendo estos, para más inri, un exiguo screen time en el montaje final de la película.



También dejaría su impronta en los diseños conceptuales de la película japonesa Teito Taisen (1989) del director Takashige Ichise. Y es que, dada la devoción que los japoneses, como era natural y compresible, profesaban a Giger (hasta el punto de que se creó en Tokyo un Bar Giger, a partir de unos esbozos no acabados del artista del año 1988 y sin su supervisión personal... dicho bar terminaría cerrando, pero posteriormente se abrirían otros bares temáticos en Chur y Gruyères que sí respetarían la voluntad del artista y contarían con su aprobación), era cuestión de tiempo que éste participara en algún proyecto nipón, aunque éste tampoco diera de sí, desgraciadamente, todo lo que debería. Y es que su arte no siempre es fácilmente trasladable al celuloide, no sólo por el tremendo desafío artístico que plantea a los encargados de realizar los efectos visuales y de maquillaje en una película, sino también por los propios contenidos y constantes presentes en la obra del suizo, empezando por toda su imaginería sexual, para nada velada, de carácter fetichista. Imaginería que, como era de esperar, le han reportado al artista más de un problema con la censura.


Desgraciadamente, la saga con la que Giger se diera a conocer en el mundo del cine no dejaría de causarle decepciones y dolores de cabeza, empezando por Alien 3 (1992) de Fisher, lastrada por todos los problemas y cambios sufridos durante la pre-producción, que terminarían afectando igualmente a los nuevos diseños del xenomorfo realizados por el artista, como se puede apreciar en la siguiente declaración recogida en el blog Weyland-Yutani Archives:

My new creature is more sensuous and seductive (...) It's not at all monstrous or ugly. The lips and chin on my new model are better proportioned and give the creature its more erotic appearance. When the mouth is closed it looks very voluptuous, beautiful. But when it opens its jaws the tongue inside the mouth is more like a spear... also very suggestive... which penetrates the head with greater velocity, snagging bits of brain (...) The hands now had very sharp blades between the fingers (...), which could shoot out, allowing the Alien to cut its victim. This is in keeping with the new doglike look of the beast, which is very fast and devious. 


Desgraciadamente, al final sólo conservaron algunas pocas ideas, optándose por un diseño muy diferente al propuesto por Giger. Un diseño que, curiosamente, tampoco difiere mucho del presentado en las anteriores películas de la saga. Pero el colmo de su frustración vendría con la última, hasta el momento, aportación a la saga, Alien Resurrección (1997), dirigida por Jean-Pierre Jeunet, y en donde ni siquiera se llegó a acreditar la contribución de Giger a la misma, lo cual lo impulsó a redactar una carta de protesta a la Fox en donde se podía leer lo siguiente:

The Creatures in Alien: Resurrection are even closer to my original Alien designs than the ones which appear in Aliens and Alien 3. The film also resurrects my original designs for the other stages of the creature's life-cycle, the Eggs, the Facehugger and the Chestburster. Alien: Resurrection is an excellent film. What would it look like without my Alien life-forms? In all likelihood, all the sequels to Alien would not even exist! The designs and my credit have been stolen from me, since I alone have designed the Alien. So why doesn't Fox give me the credit I rightfully earned?


Antes de Alien Resurrección Giger contribuiría sustancialmente en el diseño biomecánico de una nueva especie alienígena, la depredadora sexual Sil de la película Especie Mortal (Species, 1995), interpretada por la escultural Natasha Henstridge (inspirándose en obras suyas como "Lilith") y también en el diseño del tren fantasma utilizado en una onírica secuencia de la película. Una secuencia que tendría que haber sido mucho más larga y que volvió a poner en evidencia las desavenencias y problemas surgidos durante el rodaje, problemas que, película tras película, echaban siempre por tierra la visión original del artista, pese a haber invertido, en esta ocasión, 100.000 dólares de su propio bolsillo en el desarrollo de un modelo de locomotora y estación que funcionara y pudiera ser usado en la película pese a las reticencias de la MGM. Se puede encontrar más información al respecto en el siguiente enlace:

http://www.hrgiger.com/ghost.htm



La relación de Giger con los estudios no mejoró, evidentemente, con la secuela de Peter Medak (1998), y el artista se sintió tan ninguneado que solicitó expresamente a la MGM aparecer en los créditos de la película únicamente como responsable del diseño original de la criatura de la saga, sin ninguna otra vinculación añadida a la secuela:

Cuando le propusieron el contrato a Giger, Steve Jonson ya estaba trabajando y Giger cree que algunas decisiones importantes referentes a los diseños ya estaban tomadas de antemano cuando él se enroló en el proyecto e incluso tuvo que trabajar de acuerdo a parámetros establecidos. Es decir, Giger tuvo que ver cómo otro diseñador recreaba sus diseños de Sil en Species para crear Eve en Species II. Giger tuvo que reelaborar los diseños gigerescos de Steve Johnson, lo cual fue bastante frustrante... Después de visionar algunas tomas, Giger decidió no tomar parte en los créditos de este film, ya que se sentía ignorado.
(Arenas, C. H.R. Giger, Belleza en la Oscuridad. Ediciones de la Filmoteca) 


Pasando por alto su anecdótica aportación como asesor creativo en la película El Condón Asesino (Kondom des Grauens, 1996) y su participación en el videojuego Dark Seed (y su secuela), quedamos a la espera de su cometido en el esperado regreso de Ridley Scott a la saga Alien, una precuela titulada Prometheus y con estreno previsto para el próximo año 2012. Según los rumores, el suizo se encuentra trabajando actualmente en los diseños de las criaturas de esta película, aunque se está manteniendo todo lo relativo a la misma en el más absoluto de los secretos. En cualquier caso, resulta evidente que, si hay alguien capaz de reconciliar a Giger con la saga alienígena, confiando en él y su talento para renovar visualmente la saga y ofrecer un producto de la espectacularidad que todos esperan, ése es sin lugar a dudas Ridley Scott. Si los estudios le dejan, por supuesto.


Y es que, tras más de treinta años colaborando con el mundo del cine, no deja de resultar revelador que, como el propio Giger ha llegado a confesar en alguna ocasión, la película que más cerca ha estado de plasmar con fidelidad su personal visión artística en celuloide no ha sido ninguna de aquéllas en las que ha colaborado con mayor o menor fortuna, sino más bien la maravillosa obra maestra de David Lynch, Cabeza Borradora (Eraserhead, 1977). Quién sabe, a lo mejor llega el día, en un futuro esperemos no muy lejano, en el que estos dos genios decidan aunar sus peculiares sensibilidades artísticas, al margen de las imposiciones y restricciones de los grandes estudios, para crear una obra de arte inmortal y a la altura de sus respectivos talentos.


Mientras tanto, siempre nos quedarán las numerosas retrospectivas, documentales y exhibiciones que se hacen por todo el mundo de la obra transgresora de uno de los grandes maestros que ha dado el arte figurativo del siglo XX. En la ciudad de Gruyères, sin ir más lejos, el castillo de St. Germain, adquirido por el propio Giger en el año 1998, acoge de manera permanente el Museo H.R. Giger. Y no podemos terminar sin recomendar encarecidamente el documental H.R. Giger Revealed, dirigido por David N. Jahn en el año 2010 y editado recientemente en DVD junto con jugosos extras, incluyendo otros documentales, cortometrajes e incluso un tour animado en 3D por algunas de sus obras más representativas. Una compra obligada para cualquier aficionado a la obra de Hans Ruedi Giger.

 H.R. Giger Revealed (contenidos)






















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