miércoles, 17 de abril de 2013

"To the Wonder" (2012) y el cine de Terrence Malick



Acabo de nacer. Me has sacado de entre las sombras. Me has levantado del suelo. Me has devuelto a la vida… Subimos la escalera hasta la Maravilla.


1. Introducción.

Ha transcurrido poco más de un año desde que el reverenciado director Terrence Malick nos subyugara con la que quizás sea la película más hermosa jamás rodada, El árbol de la vida (2011), una experiencia arrebatadoramente espiritual, un milagro cinematográfico que trascendía lo mundano para revelar lo trascendente de nuestra existencia y transformar cada instante, cada fotograma, en arte. Dilapidando las convenciones narrativas asumidas de facto, consciente de que lo inasible de la vida no puede ser encorsetado en meras líneas de diálogo, el texano confirmó su querencia por la imagen como vehículo narrativo, dotándola de una densa y poética semántica discursiva que llegaba reforzada por una extraordinaria selección musical. 

 
Acostumbrados como estamos a intervalos de, como mínimo, cinco años entre cada película suya, no deja de resultar, a priori, sorprendente la premura con la que To the Wonder (2012) parece haber sido concebida. Sin embargo, esta proximidad temporal no hace sino corroborar su condición de anexo con respecto a El árbol de la vida. La ambición cosmogónica de aquélla da paso aquí a una obra de carácter más intimista, que le permite al director radicalizar aún más si cabe los postulados estéticos y narrativos sobre los que vertebra su cine. Ambas, por tanto, conforman un magistral díptico que nos permite además adentrarnos en la vida de uno de los realizadores más importantes de su generación gracias a la inclusión de apuntes autobiográficos esparcidos durante sus respectivos metrajes, supliendo así buena parte del misterio que, a día de hoy, sigue orbitando en torno al cineasta.