El Cine ha sido y es una
constante fuente de inspiración, no sólo para el gran público que asiste
regularmente a las salas para disfrutar de las películas tal y como éstas
merecen ser experimentadas, sino también, para los propios cineastas que han
hecho del Séptimo Arte, además de su profesión, su misma forma de vida. Cuando un realizador se sirve de una película para hablar sobre cine, revelando los entresijos de la industria y/o mostrando los pormenores relativos al proceso de creación de una obra cinematográfica, estaríamos hablando de lo que, en la jerga filológica, se conoce comúnmente como "metacine", es decir, "cine dentro de cine".
Existen demasiados ejemplos de este fascinante subgénero como para pretender enumerarlos todos, pero ahí iría una pequeñísima muestra: "El Crepúsculo de los Dioses" (1950) de Billy Wilder, "Cautivos del Mal" (1952) de Vincente Minnelli, "Cantando bajo la Lluvia" (1952) de Stanley Donen & Gene Kelly, "8 1/2" (1963) de Federico Fellini, "La Nuit Américaine" (1973) de François Truffaut, "Arrebato" (1979) de Ivan Zulueta, "Cinema Paradiso" (1988) de Giuseppe Tornatore, "Ed Wood" (1994) de Tim Burton, "La Mirada de Ulises" (1995) de Theodoros Angelopoulos, "Bowfinger, el pícaro" (1999) de Frank Oz, "La Sombra del Vampiro" (2000) de Elias Merhige, "The Artist" (2011) de Michel Hazanavicius, "La Invención de Hugo" (2011) de Martin Scorsese, "Al encuentro de Mr. Banks" (2013) de John Lee Hancock, "La ciudad de las estrellas (LA LA LAND)" (2016) de Damien Chazelle, "Érase una Vez en Hollywood" (2019) de Quentin Tarantino y, más recientemente, "La Última Película" (2021) de Pan Nalin y "Babylon" (2022) de Damien Chazelle.