sábado, 24 de julio de 2010

Pesadilla en Elm Street (A Nightmare on Elm Street, 2010)






Dir. Samuel Bayer
Int. Jackie Earle Haley, Kyle Gallner, Rooney Mara
95 min. EE.UU.




En el año 1984, el director Wes Craven insufló algo de originalidad al género del slasher teen con su película "Pesadilla en Elm Street". El asesino no era otro sosias de Michael Myers o Jason Voorhees (¿acaso hay mucha diferencia entre uno y otro? pues la verdad es que no), y su modus operandi suponía una gratificante novedad con respecto a lo que se había podido ver en películas como "Halloween" (1978), "Viernes 13 parte 3" (1982) o "El Asesino de Rosemay" (The Prowler, 1981), por citar sólo tres ejemplos.





El asesino no era ya otro de esos juggernauts imparables, con la cara cubierta, y nulo carisma, blandiendo algún arma blanca con la que despachar a sus indefensas víctimas adolescentes. Freddy Krueger tenía el rostro deformado por las quemaduras, pero detrás de toda esa labor de maquillaje podía apreciarse la labor de Robert Englund, el cual dotó al personaje de incuestionable carisma y personalidad, aunque en ocasiones rozara el histrionismo más esperpéntico y risible.

Además, este nuevo psicópata despachaba a sus víctimas desde sus sueños, y no durante la vigilia, como era costumbre en los títulos mencionados anteriormente. Eso dotaba a la película de un componente fantástico mucho más acusado que en los demás slashers, más anclados estos en la "realidad", y que se beneficiaba igualmente de una maravillosa banda sonora de Charles Bernstein que reforzaba la atmósfera onírica e irreal en la que transcurría la acción de la película.


La película de Craven dista mucho de ser perfecta (¿acaso lo es alguna de este director?), y desde luego difícilmente podría ser considerada una gran película de terror, lastrada por todos los vicios comunes en la filmografía de Craven, los cuales se hacen más evidentes en su ridículo tramo final. Sin embargo, dudo mucho que Craven tuviera otra intención que renovar este subgénero y, de paso, aportar un nuevo icono al Olimpo de los célebres monstruos y asesinos del cine de terror. Y, en ese sentido, es de justos reconocer que Craven consiguió su objetivo.

En el año 2007, Rob Zombie acometió su insulso e innecesario remake de uno de los grandes exponentes del género slasher, "Halloween", y, dos años más tarde, Marcus Nispel volvió a demostrar su incompetencia en cuanto a cine de terror, tras su espantoso remake de "La Matanza de Texas" (2003), con el aún peor remake de "Viernes 13". Tras estas dos patéticas "actualizaciones" de los mitos de Michael Myers y Jason Voorhees, era sólo cuestión de tiempo que hicieran lo mismo con el tercer icono del cine de terror más popular entre los aficionados, Freddy Krueger, y la saga de "Pesadilla en Elm Street".


El responsable de semejante despropósito es un tal Samuel Bayer, que como viene siendo habitual, procede del mundo de los videos musicales y que, por tanto, se estrena en el género del terror con este remake, partiendo de un guión de Wesley Strick y Eric Heisserer. No deja de resultar significativo que el propio Wes Craven se haya desentendido completamente de esta película, un acto de lo más sensato teniendo en cuenta lo aberrante que esta mamarrachada termina siendo.

Realmente tengo la sensación de repetirme demasiado cada vez que reseño películas de este tipo, pero es que todas provocan en mí la misma reacción, porque todas ellas adolecen de los mismos defectos. Muchas de las cosas que pasaré a mencionar a continuación las habrán oído ya en anteriores críticas, por lo que trataré de no extenderme demasiado en esta ocasión.



Películas como "Pesadilla en Elm Street" o "Viernes 13" tienen su razón de ser en la época en la que se estrenaron, son fruto de su tiempo, y pienso que no tiene mucho sentido extrapolar dichas historias e intentar "rehacerlas" en la actualidad, porque los resultados han demostrado que ninguno de esos remakes ha conseguido emular a las originales no sólo ya como películas, sino también en su capacidad para conmocionar e impactar a la audiencia.

El espectador de hoy no es el espectador de antes... el "consumidor" de cine de terror de hoy no es como el de antes, ahora tiene a sus espaldas un "background" considerable de cine de género que, lógicamente, no podía tener un aficionado al género de principios de los 80. Si el espectador de los años 50 era más "ingenuo" e "impresionable" que el de los 80, igualmente el de ahora lo es aún mucho menos que el de los 70 u 80.


Todo esto viene a que considero que hoy día necesitamos otro tipo de cine de terror más original y transgresor que no se limite a copiar fórmulas explotadas hasta la saciedad en cientos... qué digo cientos, ¡miles! de películas anteriores. Por supuesto quienes no hayan visto la original puede que les guste este espanto, pero no dejaría de resultar triste que hubiera quienes asociaran el universo de "Pesadilla en Elm Street" con el presentado en este remake en vez de haber visto la película original.



Lo cierto es que abominaciones como ésta revalúan las películas originales en las que se basan, y ciertamente la película de Craven, que tampoco ha sido nunca santo de mi devoción, ha ganado bastantes enteros tras el visionado de su remake. Pero volviendo al tema recurrente de la falta de originalidad... ¿qué sentido tiene ver una película cuando ya sabes qué va a pasar en cada momento? Sabes quién va a morir, cuándo, incluso en ocasiones cómo. Y no lo sabes necesariamente porque hayas visto la original, sino porque este remake discurre por los senderos trillados a los que nos tiene acostumbrados el cine de terror mainstream hollywoodiense.


Empecemos con la irritante enumeración de tópicos: sí, hay golpes de efecto, sustos de esos que intentan hacerte dar un brinco en la butaca, pero que cualquier aficionado serio al cine de terror verá venir mucho antes de que tenga lugar por su previsibilidad. Y la previsibilidad es el paso previo al aburrimiento. Porque cuando ya has descubierto las cartas de tu rival, ya sabes cuáles son sus trucos, y además conoces la historia que te está intentando contar tan torpemente, pues ignoro qué sentido puede tener seguir padeciendo el visionado de semejante chapuza cinematográfica.

Luego está el tema de Freddy... supongo que habrá quienes se lleven las manos a la cabeza con lo que voy a decir, pero realmente, en el caso de Michael Myers, Jason Voorhees o incluso Leatherface... pues tampoco importa mucho quién esté detrás de la máscara (siempre y cuando, por supuesto, tenga un físico imponente que le haga justicia al personaje). Pero adaptar a Freddy Krueger, o Pinhead, supone un reto mucho más complicado, en tanto que este personaje está asociado casi indisolublemente al actor Rober Englund, al cual le debe su voz, sus mohínes, su misma fisonomía, reconocible entre tanto maquillaje.



El motivo por el que Freddy está considerado hoy día uno de los más populares (si no el que más) monstruos del cine de terror moderno es por el carisma que Englund aportó al personaje. ¿Hasta qué punto tiene sentido volver a darle vida al personaje sin contar con el actor? Lógicamente Englund no va a estar disponible por los siglos de los siglos, pero especialmente tras su papel en la histérica "Freddy vs. Jason" (2003), pues creo que quedó demostrado que el actor seguía siendo la elección ideal para posteriores adiciones al mito del asesino de los sueños de Elm Street.


Para este remake han contado con el actor Jackie Earle Haley, al cual pudimos disfrutar muy especialmente en la maravillosa "Watchmen" (2009) de Zack Snyder, en donde interpretaba magistralmente al personaje de Rorschach y su alter ego Walter Kovacs. Desgraciadamente, en esta "Pesadilla en Elm Street" perfila un Freddy aburrido, soso, de nulo carisma y personalidad cero, sepultado bajo unos demasiado "pulcros" y horribles efectos de maquillaje que recuerdan más al que lucían los monstruos subterráneos de "The Descent" (2005) que a los que teníamos asociados al personaje.



Es cierto que el auténtico Freddy se pasaba en ocasiones de "gracioso" y muchas veces se convertía en un payaso macarra muy poco imponente, pero es que este nuevo Freddy es todo lo contrario, hasta el punto de que traiciona, y de qué modo, la idiosincrasia del personaje. El de Earle Haley es un Freddy afectado y aburrido, desorientado y plúmbeo, cuyos intentos por resultar amenazador e inquietante caen en el más recalcitrante de los ridículos. ¿Un Freddy sin sentido del humor? Algo así.



Por otro lado, yo personalmente echo mucho de menos el maquillaje que lucía Freddy en muchas de las películas de la saga original, mucho más "purulento" y repugnante que el que luce Earle Haley en la película de Bayer. Como consecuencia de todo esto, dudo mucho que un aficionado de pro a la saga original pueda reencontrarse en esta nueva y descafeinada versión con el asesino de los sueños de la saga original, que tan buenos (y divertidos) momentos nos hiciera pasar.


Del resto de los actores mejor no hablar, porque es directamente de juzgado de guardia, empezando por esa nulidad llamada Kyle Gallner, al que ya tuvimos que padecer en otras películas de género como "Jennifer's Body" (2009) o "Exorcismo en Connecticut" (2009). No consigo entender cómo es posible que individuos tan carentes de carisma y tan poco dotados para la interpretación como este señor consigan colarse como un virus en nuestras carteleras con tanta frecuencia.

En cuanto a las escenas más violentas de la película... yo recuerdo vívidamente aquella escena de la película original que se corresponde con la muerte del personaje interpretado por Johnny Depp... ¿quién ha podido olvidar aquel exagerado a la par que brutalmente impactante géiser de sangre brotando de la cama y salpicando toda la habitación?



Desgraciadamente, las escenas de muerte de este remake resultan insultantemente tímidas y típicas en los tiempos que corren. En otras palabras, estamos ante otro de esos productos supuestamente de terror, pero envueltos en ese pestilentemente convencional envoltorio tan característico de las películas de género que nos llegan del Hollywood más mainstream. Los que busquen emociones fuertes, no las encontrarán en esta película. Lógicamente, tampoco es que la película original fuera un festín gore, pero por ese motivo comenté anteriormente que era un producto de su tiempo y que, lo que en su día podía funcionar, no tiene por qué hacerlo en la actualidad.

El único aspecto positivo que podría destacar de esta película es su estupenda banda sonora de Steve Jablonsky, si bien ésa, lógicamente, no consigue hacernos olvidar el antológico trabajo creado por Charles Bernstein para la película original. Toda esa fabulosa ambientación en un mundo de pesadilla, la cual constituía el principal acierto de la película original se sustentaba muy especialmente en la encomiable música electrónica de Bernstein. Por si todo esto no fuera suficiente, el compositor nos legaría además uno de los más grandes temas musicales del cine de terror.



Es de agradecer, por tanto, que Jablonsky haya hecho lo que nadie más del equipo técnico y artístico de este remake se ha dignado a hacer, respetar el antecedente y utilizarlo como inspiración para crear algo diferente pero al mismo tiempo enraizado en el legado (en este caso musical) de la saga original.

El trabajo de Jablonsky es también muy atmosférico, y se adapta perfectamente a los requisitos de la historia. Es, de hecho, lo único que consigue meternos en la historia e incluso inquietarnos un poquito, aunque ese efecto dura poco, echado por tierra por todo lo demás. Jablonsky combina sonidos orquestales y electrónicos para crear un motif claramente inspirado en el tema de Bernstein, aunque igualmente efectivo y con entidad propia. ¡Qué lástima que el resto de la película no esté a la altura!



En resumidas cuentas, "Pesadilla en Elm Street" es un nuevo (y van...) ejemplo de remake que podrían haberse (habernos) ahorrado, aunque por lo visto no les ha debido ir muy mal, de hecho parece que hay incluso la intención de perpetrar una secuela para el año 2012. Es triste, pero hubo un tiempo remoto en el que uno soñaba con poder ver "remakes" o "reboots" de sus películas favoritas en las salas de cine.



Ese anhelo, al menos en mi caso, ha desaparecido por completo. Ya han sido muchas decepciones como para poder permitirme seguir siendo optimista en este tema. Tal y como está el panorama, sólo deseo que dejen los clásicos en paz, que no los toquen, que no mancillen el recuerdo que tengo de películas bellamente imperfectas pero con alma como "Hellraiser" (1987), y que ya puestos a dar rienda suelta a la ineptitud e incompetencia de la que tanto se hace alarde hoy día, lo hagan con proyectos "originales" que al menos no ensucien el recuerdo que muchos de nosotros tenemos de las películas de terror de antaño.


Calificación de la película: * sobre *****

Calificación de la banda sonora: *** sobre *****

No hay comentarios:

Publicar un comentario