miércoles, 23 de junio de 2010

George A. Romero: el legado de un Maestro del Horror




“La noche de los muertos vivientes fue el comienzo de algo que yo no podía haber previsto. Lo que he tratado de hacer es reflejar el clima socio-político de cada momento. Las historias son similares pero transcurren en décadas diferentes. Es un recurso poco habitual pero a mí me gusta: hacer que cada entrega se refiera a la actualidad política del momento, aunque la historia que cuentan todas ellas sea una continuación" (George A. Romero)





1. “La Noche de los Muertos Vivientes” y la instauración del zombi moderno.



En 1968 el director neoyorkino George A. Romero estrenó "La Noche de los Muertos Vivientes" ("Night of the Living Dead"), una película que ha alcanzado por méritos propios la categoría de “clásico del terror”, una obra pivotal que marcó un antes y un después y que inauguró un nuevo género que aún perdura en nuestros días, sentando las bases de lo que se conoce como el “zombi moderno”.



Por supuesto, esta película no fue la primera en abordar el siempre aterrador tema de los muertos vivientes, ya que en realidad no hizo sino retomar el legado de películas como "Invasores Invisibles" ("Invisible Invaders", 1959) o "La Plaga de los Zombies" ("The Plague of the Zombis", 1966), las cuales se habían encargado de allanar previamente el camino. En cualquier caso, la premisa argumental de la que partía la opera prima de Romero la distanciaba significativamente de todo lo que se había hecho previamente, desde las ingenuas "La Legión de los Hombres Sin Alma" ("White Zombie", 1932), "Los Muertos Andan" ("The Walking Dead", 1936), "King of the Zombies" (1941) hasta la muy plúmbea "Yo Anduve con un Zombi" ("I Walked with a Zombie" 1943), más cercana al melodrama romántico impregnado de esporádicos elementos sobrenaturales que a una película de terror propiamente dicha.



En la obra de Romero no hay personas hipnotizadas o hechizadas y convertidas en autómatas, ni los muertos vuelven a la vida como resultado de un conjuro o un ritual vudú para cumplir los mandatos de su amo, generalmente un científico demente, sino que simplemente vuelven como cadáveres putrefactos para alimentarse de la carne de los vivos. El director no pierde mucho tiempo en tratar de justificar el eje argumental sobre el que gira la película (únicamente se plantea la hipótesis de que los muertos hayan podido haber vuelto a la vida como resultado de la radiación de una sonda espacial de la NASA traída desde Venus), ya que dicho eje no es sino un vehículo, una bandeja, para realizar una aguda reflexión sobre la situación social vivida en su país en la década de los 60. Una época caracterizada por un sentimiento de inseguridad y también de hastío y apocamiento. No han faltado quienes han visto en aquellas masas de zombis devorando la carne de los vivos a los muertos de Vietnam, volviendo a la vida para vengarse de aquellos que, consciente o inconscientemente, fueron responsables del drama de la guerra, que tanta conmoción causara en el pueblo americano.



Esta situación de inestabilidad social aparece perfectamente retratada en "La Noche de los Muertos Vivientes", que explora con la precisión de un cirujano la naturaleza humana en situaciones límites. Romero utiliza un recurso argumental típico del western, es decir, el de un grupo de supervivientes recluidos en un reducido habitáculo y rodeados por enemigos sedientos de sangre. En este caso, los enemigos no son indios vengativos sino una legión cada vez mayor de zombis que desean alimentarse de su carne. Esta situación demencial y escalofriante sacará a la luz las miserias humanas del grupo que deberá unirse para sobrevivir...



Es interesante observar que en esta situación de desequilibrio emocional será el personaje de color, Ben, interpretado por Duane Jones, el más capacitado para asumir finalmente el liderazgo de una reducida y débil comunidad, formada además por: una madre llamada Helen; su inestable, egoísta, perturbado y neurótico marido, Harry, cuya falta de autocontrol y demencia será responsable en buena medida de la tragedia desencadenada al final; Karen, la hija de Harry y Helen, víctima en última instancia del desmembramiento familiar al que antes hacíamos referencia, y que terminará por volver de la muerte como ángel vengador asesinando con saña a su madre antes de devorarla. Si la sociedad es una proyección a gran escala de la familia como eje celular de la misma, entonces la descomposición de una se ve reflejada en la otra; Tom y Judy, una frágil pareja de jóvenes enamorados; y finalmente Bárbara, el personaje catalizador de nuestros miedos, la cual sufrirá el ataque de un zombi al comienzo de la película, perdiendo a su hermano Johnny... asistimos, una vez más, al desmoronamiento de otro lazo familiar, en este caso fraternal.



Como se comentó anteriormente, no deja de resultar significativo que, en esta desamparada célula social sea el único personaje de color el que demuestre tener mayor coraje y valentía, planificando la defensa de la casa y buscando posibles vías de escape del horror, en un continuo enfrentamiento de caracteres con Harry.



Romero se permite terminar la película con un brillante y paradójico giro narrativo por medio del cual Ben, el superviviente de la amenaza zombi, acaba fusilado por un grupo de humanos encargados de exterminar a los muertos vivientes con unos métodos brutalmente expeditivos. Mientras que los zombis actúan por instinto, como autómatas, buscando carne humana para alimentarse, los humanos matan con mayor ensañamiento regodeándose en la masacre. Los planos finales de esta obra maestra sugieren que la línea que separa a los muertos hambrientos de carne humana de los humanos sedientos de sangre y destrucción no es tan diáfana como podría parecer, y que, en el fondo, no existe mucha diferencia entre unos y otros.



En resumidas cuentas, esta obra maestra absoluta del séptimo arte ofrece un agudo y concienzudo análisis del malestar social de la época sin paliar lo más mínimo su capacidad para aterrar al espectador incluso más de treinta años después de su estreno.


2. “Zombi” y la consolidación de un género.



Diez años después, Romero volvería al género que él creó con "Zombi" ("Dawn of the Dead", 1978), una nueva obra maestra aún más impactante por su muy explícita violencia, esta vez a todo color, y la extraordinaria labor de Tom Savini al frente de los efectos especiales y los sangrientos maquillajes. Una vez más, esta secuela no está exenta de lecturas sociopolíticas adaptadas a la época de su estreno, apreciándose más concretamente una aguda crítica al consumismo imperante en la época.



En una de las escenas más significativas de toda la película, se puede ver a un grupo de zombis vagando erráticos por el interior del famoso centro comercial en donde transcurre buena parte de la historia, al compás de la muy cómica música de The Gonk que suena como hilo musical. El efecto es sumamente grotesco. Tal y como explica uno de los protagonistas, los zombis se mueven impelidos por hábitos que tenían en vida, de tal modo que aún muertos parecen tener conciencia de lo “importante” o “vital” que era recorrer aquellos pasillos para ellos, aunque en su estado de putrefacción no sean capaces de discernir su significado. Los zombis se convierten en grotescas caricaturas de los seres humanos, los mismos que aún en vida rigen su vida por determinados hábitos fosilizados de conducta sin que, en muchas ocasiones, lleguen a cuestionarse el sentido de lo que están haciendo. Romero muestra que la línea que separa al “hombre zombificado moderno” del “zombi con pautas humanas de conducta” no es tan diáfana como podría parecer a primera vista.



El director vuelve a repetir situaciones y recursos narrativos que terminarán por convertirse en constantes en su filmografía: nuevamente encontramos un grupo de variopintos supervivientes obligados a recluirse a su pesar en un recinto cerrado rodeado de zombis hambrientos de carne humana, y dicho aislamiento en una situación límite servirá al director para sacar a la luz las miserias humanas y reflexionar sobre la naturaleza y la condición humana. El papel protagonista recae en esta ocasión en una presentadora de televisión llamada Francine, que reemplazará a Ben como personaje con el que el espectador llega a simpatizar o incluso identificarse.



El terror en "Dawn of the Dead" adquiere tintes apocalípticos. La pequeña casa de "Night of the Living Dead" es ahora un enorme centro comercial, y la amenaza zombi, que en la primera película parecía estar contenida o restringida, está ya expandida y no hay lugar en donde esconderse. Los muertos han vuelto a la vida y se expanden como una plaga por todo el planeta. En esta situación de tensión al límite los protagonistas deberán unirse nuevamente para sobrevivir, si bien, nuevamente, Romero volverá a cuestionar la naturaleza humana de modo que el espectador llega a reflexionar sobre hasta qué punto los muertos vivientes son una amenaza muy diferente a la que pueda llegar a representar la raza humana. En este caso el director hace uso de un grupo de rudos y vándalos motoristas que parecen disfrutar igualmente con la violencia y con el caos anárquico al que ha quedado reducido el país ante la invasión de los mundos. En dicha situación de descontrol, esta banda aprovecha para saquear y desvalijar, contribuyendo igualmente al horror y la locura. Los zombis, por el contrario, no actúan conscientemente, simplemente se mueven movidos por el muy humano instinto de supervivencia, de búsqueda de alimento.



Especialmente memorable resulta el arranque de esta película, en la cual Romero, no muy dado a perder mucho tiempo en presentaciones de personajes y situaciones, introduce al espectador en el horror de la trama desde su mismo comienzo. Mientras que "Night of the Living Dead" comenzaba con la aparentemente rutinaria y melancólica visita de Barbara y Johnny al cementerio, tomándose algunos minutos antes del primer encuentro de los protagonistas con el horror, en "Dawn of the Dead" por el contrario dicho horror nos acompaña desde los mismos títulos de crédito de la película. La sociedad está sumida en una situación de caos y pavor, y aunque los primeros zombis tarden unos minutos en aparecer, realmente están presentes desde el mismo comienzo de la historia, en lo que parece ser un plató de televisión donde se está dando una señal de alarma.



Esta coproducción ítaloamericana, producida por el mismísimo maestro del terror italiano, Darío Argento, cuenta con algunas de las escenas más impactantes del cine de terror, convirtiéndola en una de las mejores películas del género de la historia del cine, y un referente ineludible en la mayor parte de las producciones acometidas a partir de entonces. A modo de curiosidad, indicar que existen varias versiones de esta película, con mayores o menores dosis de gore, cuya duración oscila entre los 150 minutos y los 115 minutos. Como no podía ser de otra manera, la edición disponible en nuestro país es la que más se resiente de los nocivos efectos de la censura. Darío Argento recibió el consentimiento del director para estrenar en su país una versión de la película que incidía más en los aspectos sanguinolentos de la trama en detrimento de otros de índole más argumental, y cuya música corrió exclusivamente a cargo del célebre grupo de rock progresivo Goblin, tal y como se verá más adelante.


3. “El Día de los Muertos” y el fin de la primera trilogía épica de terror.



Siete años tuvieron que pasar hasta que Romero decidiera acometer la tercera parte de su célebre saga sobre muertos vivientes, titulada "El Día de los Muertos" ("Day of the Dead", 1985). En ella el director vuelve a recurrir a las mismas constantes narrativas de las anteriores películas, situando la historia en lo que parece ser una base militar donde los últimos supervivientes al holocausto zombi, constituidos por científicos, civiles y militares, deben, nuevamente, sobrevivir al horror exterior y sus propios miedos internos llevando una vida enclaustrada en perpetua tensión, en la cual los conflictos no siempre estarán provocados por las infiltraciones de muertos vivientes.



Nuevamente surgirá la discordia entre los mismos humanos, que desembocará en el establecimiento de dos grupos claramente diferenciados sobre la base de diferencias éticas, lo cual llevará a los protagonistas de la historia a un enfrentamiento no sólo con los zombis, sino también con los militares que, en su irracionalidad, vuelven a poner en peligro la seguridad de todos los cobijados en la base.



La única aportación de esta película al conjunto, amén de las aún más generosas dosis de sangre y vísceras que sazonan la cinta, es la incorporación de Bub, un zombi que parece mostrar vagos indicios de “inteligencia” y al que un científico pretende adiestrar con el fin de erradicar el instinto depredador de estos seres. Ni que decir tiene que dicha experimentación acabará por volverse contra los mismos humanos que pretendían sacar provecho de ella. Como comenta Borja Crespo en su breve pero interesante estudio sobre la epopeya zombi de Romero:

La crítica se centra de nuevo en la irracionalidad de los hombres, el verdadero peligro de la humanidad (...) Las pretensiones de controlar a los zombis fracasan (con un científico chiflado que intenta domesticarlos, obligándoles a ser como nosotros, cuando la verdadera solución es aprender a no comportarnos como ellos), al igual que la creación de una nueva sociedad. El orden establecido se devora a sí mismo y somos incapaces de resolver el conflicto. La autoridad y la alineación producen mentes sin vida acechando. (p. 71)

Aunque esta película acuse un cierto agotamiento creativo por parte del director, el cual acometió el proyecto con la desgana del que se ve incapaz de plasmar su idea original del modo deseado principalmente por motivos de presupuesto, y pese a ser la más floja de las tres, en comparación con otras películas realizadas sobre el tema resulta un muy convincente broche final a una de las más épicas y terroríficas sagas de la historia del cine, gracias una vez más al buen hacer de Tom Savini, al que le debemos algunas de las escenas gore más impactantes de toda la trilogía, y a la estupenda música de John Harrison.



En realidad la desgana a la que antes hacíamos referencia, y la comprensión de que el resultado final de "Day of the Dead" distaba considerablemente de lo que Romero quería realmente haber hecho explican que el director se haya atrevido a, veinte años después, ampliar su escalofriante aportación al cine de zombis con nuevas entregas, pudiendo desarrollar algunos de los conceptos originales que ya tuviera en mente en 1985. En ese sentido, el personaje del zombi “amaestrado”, Bub, será un claro precedente del zombi líder de "La Tierra de los Muertos Vivientes" ("Land of the Dead", 2005), “Big Daddy”, el cual parece haber desarrollado algunas avanzadas pautas de inteligencia que lo llevarán a dirigir a toda su horda de muertos hambrientos de carne en su asedio al último bastión de resistencia humana en una tierra baldía y yerma, a merced de los cadáveres vueltos a la vida.


4. La Tierra de los Muertos Vivientes



Mucho ha cambiado en nuestro mundo desde los fatídicos acontecimientos narrados en "La Noche de los Muertos Vivientes". Lo que en un principio parecía una minoritaria plaga de infectados por algún tipo de radiación externa se ha multiplicado y extendido por la tierra como la más letal de las plagas, obligando a los pocos supervivientes a encerrarse tras los muros de una ciudad fortificada para evitar ser contaminados por los muertos vivientes. Sin embargo, la situación en el interior de los muros de la ciudad dista mucho de ser esperanzadora para el porvenir de la humanidad. Los ricos y poderosos se auto-atribuyen toda clase de privilegios y lujos propios de las clases sociales más favorecidas dentro de las exclusivas torres de Fiddler’s Green, mientras que, fuera, las masas se hacinan y malviven como pueden, rodeadas de pobreza y delincuencia.



Esta situación de inestabilidad social y económica favorecerá la gestación del desorden y la anarquía dentro de la ciudad. Pero la simiente de una revuelta social no será lo único que amenace la perpetuidad de la raza humana. En el exterior, los muertos vivientes parecen dar muestras de una cierta e insólita evolución, habiendo aprendido a organizarse y comunicarse, y preparan un último, definitivo y letal ataque a la fortaleza que saciará para siempre su ansia de carne humana.



A propósito de su nueva incursión en el género que lo encumbró a lo más alto del género de terror, la cual cuenta en esta ocasión con la aparición estelar de Dennis Hopper, John Leguizamo y Asia Argento, hija del legendario maestro del terror italiano, y con la colaboración además del gran Gregory Nicotero, el director señala:

"La tierra de los muertos vivientes tiene lugar en un mundo devastado. Sólo hay electricidad en algunos lugares dentro de la ciudad en donde la gente trata de vivir una vida normal. Ese es su error, es el viejo problema de ignorar el terrorismo y los demás problemas sociales que hay más allá de tus fronteras. La gente se dice, “Si lo ignoro, el problema desaparece”. Forman pequeñas islas de civilización a espaldas del mundo externo. Ese es el tema esencial de la película. Los protagonistas son los que tienen la misión de internarse en el oscuro mundo exterior para traer comida y suministros."



George A. Romero vuelve a ofrecernos una aguda e interesante reflexión sobre la situación socioeconómica y política de los tiempos que nos ha tocado vivir, camuflada bajo la apariencia de un nuevo y truculento festín de horror zombi que marcó el regreso del Maestro por la puerta grande. Desgraciadamente, en vez de poner punto y final a su saga zomgi con esta digna y reivindicable secuela, años más tarde volvería a la carga con las muy mediocres "Diary of the Dead" (2007) y "Survival of the Dead" (2009), que evidencian hasta qué punto el director ha perdido completamente el rumbo insistiendo en explotar un género en el que no parece tener mucho más de interés que decir. Una lástima.


5. Zombis post-Romero.

Aunque muchas personas consideran innecesarias las diversas lecturas sociopolíticas que aderezan todas y cada una de las películas sobre muertos vivientes de Romero, tachándolas de “pretenciosas”, e independientemente de lo más o menos acertadas que hayan quedado sugeridas en el contexto de la historia, lo que sí es indiscutible es que, a la hora de sumergir al espectador de lleno en el horror, en su concepción más primigenia, de los muertos vivientes, no ha habido ningún otro director como George A. Romero.



El director neoyorkino impulsó un nuevo género, sentando unas bases que serían retomadas cuando no plagiadas hasta la saciedad en innumerables películas, desde los abyectos y muy cutres horrores sanguinolentos de Lucio Fulci (cuyas películas "Nueva York Bajo el Terror de los Zombis" - "Zombie Flesh-Eaters", 1979 - y "Zombie Flesh-Esters 2" (1988) fueron también estrenadas con los títulos de "Zombi 2" y "Zombi 3", respectivamente, como si fueran secuelas inconfesas de "Dawn of the Dead", la cual, tal y como ya se comentó anteriormente, fue estrenada en Italia con el título de "Zombi") hasta la mediocre y sin gracia alguna "El Regreso de los Muertos Vivientes" ("The Return of the Living Dead", 1985) y sus aún más lamentables secuelas.

Incluso algunos directores han acometido remakes de algunas de las películas de la trilogía original. El primero en hacerlo, con unos resultados bastante satisfactorios, fue el mismísimo Tom Savini con su peculiar revisión de "La Noche de los Muertos Vivientes" ("Night of the Living Dead", 1990), en una versión a color y modernizada del clásico y que mantiene bastante alto el listón en términos cualitativos, si bien, privados ya del elemento sorpresa, y ante la saturación de películas con temática similar, el impacto de dicha película no es equiparable ni mucho menos al del clásico original.



En cualquier caso, resulta mucho más recomendable que la punible y vergonzosa edición “restaurada” y “modernizada” de Manga Films a la que anteriormente hacíamos referencia, perpetrada con motivo de la celebración del 30 aniversario por John A. Russo, el cual colaborara con Romero en el guión original de la historia, y que, entre otras muchas barbaridades, se atreve a “retocar” de motu proprio un clásico añadiendo quince minutos de metraje adicional que no pudieron ser filmados en su momento por falta de presupuesto. Dicho metraje no sólo no aporta nada a la película, sino que además perjudica una historia narrada e interpretada con sobriedad a base de lamentables incursiones en la sobreactuación más ridícula y bochornosa por “actoruchos” de tres al cuarto y una nueva banda sonora, compuesta por Scott Vladimir Licina, que busca acaparar más atención de la que debiera y que, en última instancia, resulta del todo incorrecta dentro del contexto de la historia. En definitiva, John Russo se permite echar por tierra la labor del director con un nuevo montaje que denota unos fines eminentemente mercantilistas.



Catorce años más tarde, el director Zack Snyder fue el encargado de “adaptar a los nuevos tiempos” (como si realmente fuera algo necesario) la segunda entrega de la magna trilogía con "El Amanecer de los Muertos" ("Dawn of the Dead", 2004). El resultado fue un correcto pero en última instancia inofensivo y acomodado remake sin la transgresora capacidad de soliviantar al público de la película original. La diferencia entre ambas películas es la que pueda establecerse entre un clásico, elevado por méritos propios a la categoría de “obra maestra”, y una buena película que se limita a entretener e incluso ofrecer algunos momentos aislados de buen cine, sin más. Si una buena película de terror debe romper esquemas, ir más allá de lo establecido, socavar conciencias y adelantarse a su tiempo a la hora de abordar los terrores primarios del ser humano, en ese caso el film de Snyder difícilmente podría aspirar a dicha denominación. Conformista, resultona, con algún que otro esporádico atisbo de brillantez cinematográfica, pero bastante poco atrevida y arriesgada en su revisión del clásico.



A su favor podríamos destacar el hecho de que, aunque tome el film original de Romero como referencia, afortunadamente se permite ciertas licencias argumentales que dotan a la historia de cierta originalidad y novedad, al contrario de lo que ocurriera en el lamentable y anodino remake de "La Matanza de Texas" ("The Texas Chainsaw Massacre", 2003). En ese sentido, la película de Snyder funciona más como una nueva película de zombis, en la línea de otras modernas aportaciones al género como "28 Días Después" ("28 Days Later", 2002), de Danny Boyle, o su superior secuela, "28 Semanas Después" ("28 Weeks Later", 2007), de Juan Carlos Fresnadillo, antes que como un remake de "Dawn of the Dead"¸ de la cual no podría aspirar a ser más que una tenue sombra.


6. Los Zombis caminan despacio.

Precisamente uno de los rasgos comunes entre el remake de "Dawn of the Dawn", la interesante "28 Days Later", y su excitante secuela, "28 Weeks Later", concierne la caracterización de los muertos vivientes, que la cual difiere considerablemente de la establecida por George A. Romero en su trilogía clásica. Dicha diferencia marcará también enfoques significativamente distintos a la hora de abordar el género de zombis. En las aportaciones más recientes, los muertos vivientes aparecen retratados como monstruos rabiosos que se desplazan a gran velocidad impelidos por el ansia de alimentarse, con una cierta afinidad estética al mundo de los videojuegos. Por el contrario, los zombis de Romero se han caracterizado desde siempre por su avance pausado, torpe, renqueante, mas no obstante inexorable, ineludible. Los detractores de este enfoque arguyen que, por este motivo, aisladamente no suponen mucho peligro, dado lo reducido de las probabilidades de que pueda llegar a alcanzar a su víctima a menos que la pillen desprevenida.



Sin embargo, las películas de Romero no son simples historias de zombis cazando o persiguiendo víctimas mortales, como si se tratase de un videojuego. Los zombis están elevados a representaciones alegóricas del miedo, más aún, del pavor del ser humano por todo lo concerniente a la muerte, al sufrimiento, al dolor, a la descomposición de la carne, a la putrefacción. Los muertos vivientes se erigen por ende como macabras representaciones de la muerte, con todas sus consecuencias, de la cual no existe escapatoria alguna. No importa cuánto tiempo seamos capaces de esquivar a la muerte, de postergar nuestro encuentro con ella. Al final terminará por encontrarnos y por recordarnos que no es posible huir de ella para siempre, y que al final deberemos ceder a su gélido abrazo.



Igualmente, los zombis de Romero no avanzan de uno en uno, sino en multitudes, como si todos los muertos hubieran sido escupidos de sus tumbas para poblar la tierra marchita. Podemos huir, pero tarde o temprano nos llegará la hora porque es imposible evitarlo continuamente. Como si de una plaga se tratase, lo que al principio no era más que un grupo más o menos reducido de muertos vivientes termina por convertirse en toda una legión de cadáveres que se extiende por todos los confines de la tierra. Los protagonistas de las películas de Romero no tienen otro remedio que buscar refugio en más o menos aislados y reducidos cobijos (y es en esa situación de miedo irracional donde saldrán a luz las miserias humanas), conscientes de estar rodeados por toda una jauría de cadáveres cuyos plañidos resultan mucho más aterradores que los rugidos de una bestia creada a partir de efectos de ordenador. No son rugidos de odio, sino quejidos, lamentos, que nos transmiten sobrecogedoras pesadillas del sufrimiento y el dolor sufrido por quienes se mueven entre este mundo y otro muy distinto que desconocemos y que, como tal, nos resulta mucho más espantoso y escalofriante.



Los zombis de Romero no son meros monstruos del saco, sino que el director apunta mucho más alto. Y es precisamente por este motivo que su aportación al género resulta tan genialmente brillante e innovadora. Gracias a la maravillosa aportación en el maquillaje de Tom Savini, los zombis de Romero son criaturas que inspiran lástima, repugnancia, asco y pavor. No es fácil aunar sentimientos y sensaciones tan dispares. Lo fácil, lo predecible, lo tópico, el recurso más sencillo, es lo que podemos ver en "28 Days Later" o en el remake de Zinder. Sin desmerecerlas en absoluto, lo cierto es que juegan en ligas completamente diferentes. Mientras que estas últimas convierten al zombi en un espantoso, veloz y letal mensajero del infierno, gracias a frenéticos movimientos de cámara, aparatosos efectos digitales y algún que otro tramposo y previsible golpe de efecto, Romero por el contrario prefiere tomárselo con calma, y enfrentarnos cara a cara con el horror de la muerte sin recurrir a otros trucos que no sean los del maquillaje.



Qué lejos han quedado ya los tiempos del terror artesano, en donde la creatividad suplía las carencias de presupuesto. A quién le importa lo ridículos, lo patéticos que puedan parecer los zombis. Al fin y al cabo, no se busca otra cosa que ésa, reflexionar sobre las miserias de la vida y la muerte, y ahondar en nuestros miedos más primarios con una precisión digna de un cirujano. Mientras que el terror en la película de Snyder se basaba en la probabilidad de ser devorado en vida por un muerto viviente, en las películas de Romero todo gira en torno a un miedo más real, al miedo a la muerte y el marchitamiento de la carne, al dolor y el sufrimiento... y ante eso no existe escapatoria alguna.



Por otro lado, y volviendo a diferencias más “externas” en cuanto a la caracterización de los zombis originales y los de la nueva “escuela”, no deja de resultar paradójico que ninguno de los muertos vivientes del remake de "Dawn of the Dead" o "28 Days Later" resulta, analizado detenidamente, tan aterrador como los que aparecen en la trilogía original de la mano de Savini, lo cual nos hace reflexionar que, quizás, ése es el motivo por el que necesitan moverse tan rápidamente, porque, vistos con detalle, el trabajo de maquillaje no resulta ni la mitad de convincente, trasgresor y aterrador que en los zombis originales. Al fin y al cabo, ahora parecen obedecer únicamente a un solo propósito, ofrecer sustos fáciles al espectador.



Mientras que en un caso el rostro del zombi transmite furia, y violencia, como si se tratasen de enfermos de rabia, en el otro caso la faz del zombi transmite una gama más compleja y rica de distintas sensaciones: es el rostro de quien ha vuelto de la muerte para recordarnos lo patéticas de nuestras miserias y enfrentarnos a nuestros miedos más salvajes e incontrolados, un miedo con ramificaciones físicas (la fragilidad de nuestra carne) y espirituales (la fragilidad de nuestra propia cordura, y la angustia derivada del principio ontológico del horror vacui post-mortem). En definitiva, es el rostro de quien ha vuelto para recordarnos lo que realmente somos, así como también lo que terminaremos siendo, siempre al macabro compás de un plañido infernal.


7. George A. Romero: el terror hecho cine.


El legado cinematográfico de George A. Romero no se restringe únicamente a su célebre saga zombi, aunque ésta represente, qué duda cabe, la cúspide cualitativa de su irregular carrera. Entre "Night of the Living Dead" (1968) y "Dawn of the Dead" (1978), el director filmó otros títulos igualmente encuadrables en el género del terror, tales como "La Estación de las Brujas" ("Season of the Witch", 1972), "Los Crazies" ("The Crazies", 1973) y "El Regreso de los Vampiros Vivientes" ("Martin", 1977).



De ellas, únicamente "Martin", pese al absurdo y oportunista título de estreno en España, que busca ridículas analogías con el título de su primera película, merece una atención especial. Y es que quienes esperen encontrar en esta película una revisión de "La Noche de los Muertos Vivientes" en clave vampírica se llevarán una tremenda desilusión, tan diferentes son una de la otra. "Martin" supone una muy personal aportación del director al género vampírico, género que aborda con una encomiable sutileza.



Original en su concepción y ejecución, la película narra la historia de un joven con una enfermiza adicción por la sangre, interpretado magistralmente por John Amplas. Una de las principales bazas con las que juega esta extraordinaria fábula urbana es el hecho de que en ningún momento se llega a aclarar si el joven está realmente condenado por la maldición del vampirismo o si, por el contrario, su ansia de sangre no es más que el resultado de una inquietante patología mental unida a un profundo desequilibrio emocional.



Romero supo ver, varios años antes que Tony Scott con su obra maestra "El Ansia" ("The Hunger", 1983), hasta qué punto necesitaba el género vampírico un enfoque más moderno y urbano que respondiera a los cambios en la sociedad, lejos ya de la imagen estereotipada del vampiro con capa, colmillos, acento centroeuropeo y residente en decadentes palacios, vestigios de épocas ya pasadas. Otro de los aspectos destacables de esta maravilla, responsable en buena parte de la especial atmósfera que se respira durante toda la película, es la interesante y muy jazzística banda sonora de Donald Rubinstein.



En la década de los 80 el director empezó a acusar algunos síntomas de estancamiento creativo, a pesar del éxito que tuvo la decepcionante "Creepshow" (1982) y del interesante broche final a su trilogía zombi, si bien en general ninguno de dichos títulos alcanzó el nivel de genialidad de "Martin", "Night of the Living Dead" o "Dawn of the Dead". Otros títulos tales como "Los Caballeros de la Moto" ("Knightriders", 1981) y "Atracción Diabólica (Monkey Shines", 1988) no hacen sino reforzar esta hipótesis.



La década de los 90 no supuso ninguna mejoría considerable con respecto a la anterior, con sólo dos aportaciones, por un lado "Los Ojos del Diablo" ("Two Evil Eyes", 1990) y por otro una fallida adaptación de la novela de Stephen King "La Mitad Oscura" ("The Dark Half", 1993), la cual contaba al menos con la música del siempre interesante compositor Christopher Young.



Siete años tuvieron que esperar los fans del cineasta hasta su nueva película, "El Rostro de la Venganza" ("Bruiser", 2000), si bien la expectación surgida cuando se supo que el director volvería a realizar una nueva incursión en el género que lo elevó a las más altas cimas del género del terror pone en evidencia un axioma incuestionable: a la hora de aterrar a las masas con grotescas pesadillas de muertos vivientes pululando por la tierra, no ha habido ni habrá nadie mejor que George A. Romero.


B) LA MÚSICA DE LOS MUERTOS

1. “La Noche de los Muertos Vivientes”: música en blanco y negro.




El presupuesto con el que contaba George A. Romero a la hora de filmar su obra magna "La Noche de los Muertos Vivientes" era tan exiguo que no pudo permitirse el lujo de contratar a un compositor para que compusiera una banda sonora de altura del clásico. Como consecuencia de dichas limitaciones, la primera entrega de la trilogía contaba con el acompañamiento de una música incidental la cual, no obstante, cumplía con creces su cometido: acompañar a las imágenes sin resaltar más de lo debido.



Y es que una película de la sobriedad estética de "Night of the Living Dead" requería precisamente eso, una “banda sonora en blanco y negro” que pudiera aumentar el contenido dramático de algunas escenas pero sin resaltar en absoluto, lo cual habría restado dramatismo a una historia narrada con medios tan limitados. Dicha escasez de medios es muy responsable del efecto de la película en el espectador. Por ese motivo, la música sin acreditar de William Loose ha pasado desapercibida por el gran público, el cual, a raíz del estreno de "Dawn of the Dead", asociaría los terrores zombis de Romero a los compases de la banda de rock progresivo Goblin para dicha secuela.


2. “Zombi”: Romero meets Goblin.



El grupo liderado por Claudio Simonetti logró evocar a la perfección el avance ominoso, renqueante e inexorable de los zombis en el siniestro y angustioso patrón rítmico de su tema principal, "L'alba Dei Morti Viventi", reforzado por una opresiva atmósfera vocal de sintetizador que proclama la inminente llegada del horror. Es una lástima que el desarrollo de dicho tema no esté a la altura de su espectacular arranque, lastrado por un leit motif algo simple y muy pobremente desarrollado, dejando al espectador la sensación agridulce de que este tema podría haber dado mucho más de sí.



Mucho más interesante nos parece el épico corte que lleva por título "Zombi", probablemente el mejor de todo el compacto, un tema dinámico de gran riqueza rítmica en el que además pueden escucharse los lamentos de los muertos vivientes. No es difícil imaginar a los protagonistas de la película huyendo a través de los laberínticos pasillos del gran centro comercial que les sirve de cobijo de una masa ingente de cadáveres vueltos a la vida, al compás de esta música.



En cualquier caso, no es ni mucho menos uno de los mejores trabajos de Goblin, y la edición discográfica de Cinevox acusa los mismos vicios que en las demás bandas sonoras editadas del grupo, compensando lo exiguo del material presentado con variaciones más o menos diferentes y en última instancia redundantes de varios de los temas incluidos en el score, y ofreciendo por ende muy pocas sorpresas en una banda sonora que, como también ocurre en otros trabajos del grupo, alterna momentos de genialidad (los anteriormente mencionados) con otros menos apropiados al contexto de la película y que parecen discurrir por senderos muy distintos a los que realmente exigía la historia ("La Caccia", "Tirassegno").


ZOMBI – Goblin
(Cinevox)

TRACKLIST

1. L’Alba dei Morti Viventi – 6:02 *** 1/2
2. Zombi – 4:21 ****
3. Safari – 2:08 **
4. Torte in Faccia – 1:54 *
5. Ai Margini della Follia – 1:20 **
6. Zaratozom – 3:34 **
7. La Caccia – 3:36 *
8. Tirassegno – 2:48 *
9. Oblio – 5:10 **
10. Risveglio – 1:03 ***


(Bonus tracks)

11. L’Alba dei Morti Viventi (alt) – 5:14 **
12. Ai Margini della Follia (alt) – 1:40 *
13. Zombi (sexy) – 2:22 *
14. Ai Margini della Follia (alt. 2) – 3:40 *
15. Zombi (supermarket) – 3:17 **
16. L’Alba dei Morti Viventi (intro alt) – 0:56 **
17. Zombi (the living dead’s voices!) – 2:10 **


Calificación de la banda sonora: ***



A modo de curiosidad, hay que apuntar que, en su versión internacional, Romero combinó la música de Goblin con un catálogo variado de música incidental y diegética, como por ejemplo la famosa y muy divertida "The Gonk" de H. Chappell, la cual se escucha como hilo musical dentro del centro comercial en algún momento de la película. Esta ecléctica biblioteca sonora, que incluye tema de autores tales como P. Lemel, D. Scott, J. Trombey o S. Park, ha sido también editada oficialmente en disco compacto, y supone un curioso complemento al material compuesto por Goblin.


3. “El Día de los Muertos”: esa gran desconocida.



Mucho más coherente en su conjunto y brillante nos parece la soberbia contribución musical de John Harrison, el cual también compusiera la banda sonora de la película "Creepshow" (1982), para "Day of the Dead". Se trata de un brillante trabajo para sintetizadores, muy heredero del estilo desarrollado por John Carpenter en sus películas de terror de los 80, especialmente en su obra maestra "El Príncipe de las Tinieblas" ("Prince of Darkness", 1987).



La estupenda edición discográfica del sello Numenorean comienza con "The Dead Suite", un espectacular tour de force de veinte minutos de duración en el que se van sucediendo los distintos leit motifs compuestos por Harrison. Dichos temas combinan inspirados momentos de tensión y horror a base de reiterativos y angustiosos ritmos secuenciados, terroríficas texturas electrónicas y punteos de guitarra con otros en los que parece prevalecer una cierta quietud y calma, como si el compositor quisiera transmitir además un mensaje de esperanza entre tanto contenido de corte apocalíptico.



A propósito de algunos de estos motifs, el compositor utiliza la muy sui generis denominación de “Caribbean cum rock opera motif”, la cual, pese a su inherente excentricidad, describe con bastante precisión el tipo de música al que hace referencia, como puede apreciarse muy especialmente en el cuarto corte, el antológico "The Dead Walk"¸ indudablemente uno de los momentos más destacables de todo el score, en donde podemos escuchar en toda su grandeza el leit motif principal de la banda sonora a un tempo más dinámico y con unos arreglos que harán las delicias de los aficionados a la música electrónica de los 80.



Los dos anteriores cortes, "Escape Invasion" y la estupenda "Breakdown", desarrollan igualmente otros temas presentados en la suite inicial de este extraordinario trabajo, que en su edición discográfica está acompañado de dos prescindibles temas vocales de corte pop y cinco bonus tracks con música adicional acompañada de, en ocasiones bastante truculentos, efectos sonoros que harán las delicias del aficionado, pese a que no aporten nada nuevo al material ya expuesto con anterioridad y pese a la deteriorada calidad de sonido de los mismos.



La incorporación de sonoridades caribeñas a la música podría estar justificada por el hecho de que uno de los personajes principales de la historia sea jamaicano, en cualquier caso no deja de resultar una elección cuanto menos peculiar y sorprendente, si bien no sólo no va en detrimento de la funcionalidad de la música dentro de la película, sino que además contribuye a conferirle al trabajo de Harrison un toque étnico, casi tribal, muy original y especial. En definitiva, se trata de, con diferencia, el mejor acompañamiento musical de la trilogía clásica, una obra de original planteamiento que abarca un rico espectro de emociones y sonoridades y se adapta perfectamente a las imágenes a las que acompaña.


DAY OF THE DEAD – John Harrison
(Numenorean Music)

TRACKLIST

1. The Dead Suite – 19:39 *****
2. Breakdown – 3:45 ****
3. Escape Invasion – 3:56 ***
4. The Dead Walk – 4:51 ****
5. If Tomorrow Comes (vocal) *
6. The World Insider Your Eyes (vocal) *

Bonus tracks

7. Deadly Beginnings – 7:25 ****
8. Diner of the Living Dead – 1:39 ***
9. Dead Calm – 1:53 ***
10. Bub’s 9th – 0:36 *
11. Dead End – 21:39 ***



Calificación de la banda sonora: ****


4. "La Tierra de los Muertos Vivientes": el horror hecho música.



La banda sonora de la cuarta aportación al cine de zombis de George A. Romero corre esta vez a cargo del tandem Reinhold Heil y Johnny Klimek, conocidos muy especialmente por su brillante trabajo para la genial "Retratos de una Obsesión" ("One Hour Photo", 2002), en donde describían con aguda precisión los conflictos y traumas personales de un soberbio Robin Williams. Para "La Tierra de los Muertos Vivientes", el tandem vuelve a demostrar su talento a la hora de responder a las exigencias de la historia, desviándose del estilo sobrio y minimalista empleado en la película de Romanek.



Resulta evidente que este trabajo, que cuenta con una generosa duración que sobrepasa los 70 minutos en la edición de Varèse Sarabande, no ha sido compuesto con la intención de agradar al público en su escucha aislada, sino con el fin de acompañar musicalmente una historia de tintes apocalípticos en donde la humanidad ha sido diezmada por una mortífera plaga de cadáveres vueltos a la vida. Consecuentemente, Heil & Klimek han compuesto un score con exiguas concesiones a la melodía, en donde predomina un sonido sucio, de corte electrónico, brutal y terrorífico, con unos contundentes ritmos que le confieren a la historia un tono salvaje, casi tribal.



Este tono parece adecuarse a la perfección a esta historia, en donde los personajes deben sobrevivir a un mundo hostil en el que no tienen cabida los escrúpulos. “Comer o ser comido” es de hecho la máxima por la que parecen regirse buena parte de la población de la ciudad fortificada. Por este motivo, encontramos en el score un amplio surtido de momentos de frenética acción, tales como "Saving Slack", "Back to the City", "The Battle Continues" y, sobre todo, las desquiciantes "Get Away" y "To Canada", en donde se desarrollan muchas de las ideas planteadas anteriormente. Dichos temas sirven de perfecto acompañamiento a las incursiones de los protagonistas en el exterior de la fortaleza y a los inevitables enfrentamientos con los rabiosos muertos vivientes derivados de dichas incursiones.



El instinto de supervivencia cobrará un especial protagonismo en esta angustiosa y claustrofóbica historia, un instinto muy primario, tan primario como la música utilizada por los compositores. Como se apuntaba anteriormente, uno de los rasgos más destacables de este score es su apabullante percusión, responsables de unos ritmos que, en ocasiones, adquieren un aire militar, como por ejemplo en las estupendas "Military Zone" o "Call it a Night", sin duda uno de los momentos más destacables y brillantes de todo el score, y en donde unos coros sampleados de ultratumba evocan con espantosa precisión los apagados lamentos de los muertos y, en definitiva, el horror que estos encarnan.



Entre tanta música deshumanizada, fría y desquiciante, también hay lugar, no obstante, para esporádicos momentos de humanidad, representados principalmente en un breve leit motif de tres notas a piano que es utilizado en distintas variaciones a lo largo de la obra. Dicho tema, aunque nunca llega a desarrollarse del todo, deja espacio para la esperanza en esta historia sobre el porvenir del hombre en un mundo hostil y agresivo, como puede comprobarse especialmente en el épico corte final, "To Canada". Las esperanzas de los protagonistas por escapar de la “tierra de los muertos vivientes”, representadas en estas frágiles pero insistentes notas, se ven amenazadas por la incursión de un motivo temático más salvaje, malsano y violento, el cual va cobrando fuerza paulatinamente, erigiéndose en la rabiosa voz de los muertos vivientes que se interpondrán en su camino hacia un mundo mejor. Igualmente destacable resulta el antepenúltimo corte, "The Massacre", el cual, y pese a su funesto título, contiene uno de los momentos más emotivos de todo el score, planteado a modo de un sentido adagio en el que los instrumentos de cuerda cobrarán un inusitado protagonismo.



En definitiva, podríamos afirmar que Reinhold & Klimek han conseguido con este trabajo la mejor traducción al lenguaje musical hasta la fecha de toda la truculencia y horror trasgresor presentes en el cine de zombis del director. Ciertamente, no encontraremos en esta obra grandes temas que queden para siempre grabados en nuestra memoria tales como "L'alba Dei Morti Viventi" o "The Dead Walk", pero, honestamente, tampoco pienso que el cine de Romero requiera obligatoriamente de dichas muletas (como ya quedó demostrado en "Night of the Living Dead").



"Land of the Dead" es un trabajo sólido, coherente, de innegable adecuación al contexto de la historia, y que supera a sus predecesoras a la hora de imbuir al oyente de pavor y desasosiego, las mismas sensaciones provocadas por esas imágenes de muertos vivientes devorando la carne de los vivos. Los compositores no pretenden, así pues, agradar al oyente con pegadizas y entretenidas melodías, sino más bien satisfacer, sin perder un ápice de personalidad y carácter, las necesidades de un tipo de cine que nos enfrenta a nuestros miedos más primarios y recónditos. Sin concesiones. Y vaya si lo consiguen...



Al contrario de lo que sucedía en la edición del score de "Zombi" y "Day of the Dead", el presente trabajo no se presta a una valoración tema a tema, dado que existe una mayor cohesión entre todos y cada uno de los cortes, los cuales conforman un bloque compacto que requiere una apreciación más global. Por este motivo, he optado por incluir en este caso únicamente una calificación de toda la música en su conjunto.


LAND OF THE DEAD – Reinhold Heil & Johnny Klimek
(Varèse Sarabande)


TRACKLIST

1. Sometime Ago – 2:15
2. Eats – 1:03
3. Big Daddy – 2:26
4. Call It a Night – 2:32
5. Last Night – 2:43
6. Department Store Raid – 2:13
7. Into Liquor Store – 0:50
8. Liquor Store – 2:25
9. Military Zone – 0:57
10. Saving Slack – 1:03
11. Cholo Escapes – 0:18
12. Zombie Targets – 1:24
13. Stealing Dead Reckoning – 3:09
14. Meeting Kaufman – 0:53
15. Leaving Mouse – 1:31
16. Team Into City – 2:09
17. Looking for Ammo – 3:37
18. Shoot Manolete – 1:21
19. Driving to Drop Off – 2:47
20. Zombies on the River Bank – 1:22
21. Surface – 2:07
22. City Battle – 3:56
23. Overcome Cholo – 2:05
24. Back to the City – 2:56
25. Cholo Bitten – 1:11
26. The Battle Continues – 1:20
27. Mercy Killing – 2:16
28. Zombies Enter Mall – 0:45
29. Mall Slaughter – 1:54
30. Dead reckoning Under Siege – 1:36
31. Get Away – 2:51
32. You Have No Right! – 0:37
33. Gasoline – 4:01
34. The Massacre – 2:18
35. Now We Can Go – 0:28
36. To Canada – 6:50


Calificación de la banda sonora: ****



5. Otras bandas sonoras de interés para el cine de zombis.

El número de películas que han abordado, con mayor o menor regodeo en los aspectos más viscerales (en el sentido más literal del término), la temática zombi es tan extenso que sería imposible cubrirlas en su totalidad en este breve estudio. A modo de conclusión, no obstante, sí consideramos interesante incluir una sucinta guía de referencia con algunas de las bandas sonoras más populares y/o interesantes compuestas para acompañar a los muertos vivientes durante sus atroces carnicerías. Es una lástima que no todas ellas gocen de una edición oficial que haga justicia a la música, y que muchas otras, aún contando con ella, no resultan nada fáciles de encontrar hoy día. Afortunadamente, la web ofrece hoy día innumerables recursos que proporcionan al aficionado un mayor acceso a muchas de estas piezas de coleccionismo "friki".

- "28 Días Después" ("28 Days Later", 2002) ***. Correcto trabajo de John Murphy para la interesante película de Danny Boyle, que en su edición discográfica incluye además un celestial tema del padre de la ambient music, Brian Eno, nada más y nada menos que el mítico "An Ending (Ascent)", el cual constituye con diferencia el momento con mayúsculas del album. No obstante, la música de Murphy es recomendable.



- "28 Semanas Después" ("28 Weeks Later", 2007) ****. John Murphy firma igualmente la banda sonora de esta secuela, la cual, al igual que la película, es superior con respecto a la anterior. Encontramos aquí un trabajo más redondo y sólido, con una generosa cantidad de nuevos temas y algunos momentos de cautivadora y melancólica belleza que contrastan con los más agresivos y violentos. Una banda sonora a reivindicar, y sin lugar a dudas el mejor trabajo de Murphy hasta la fecha.



- "Amanecer de los Muertos, el" ("Dawn of the Dead", 2004) **. Música compuesta por Tyler Bates para el remake del clásico de Romero dirigido por Zack Snyder en el 2004, y que únicamente puede encontrarse en una edición promocional. En general, se trata de un trabajo no exento de interés, aunque carente de cualquier atisbo de genialidad. Existe una edición especial con todo el score más las canciones utilizadas durante la película.

- "Braindead, Tu Madre se ha Comido a mi Perro" ("Braindead", 1992) ***. Después de "Mal Gusto" ("Bad Taste", 1987) y "El Delirante Mundo de los Febles" ("Meet the Febles", 1989), el director Peter Jackson volvió por sus fueros con esta nueva gamberrada gore cuya música, editada por el sello QDK Media, corrió a cargo de Peter Dasent.



- "E Tu Vivrai nel Terrore / L’Aldilà" ("The Beyond", 1981) ****. Obra maestra compuesta por el gran Fabio Frizzi para una de las películas más aclamadas del cineasta italiano Lucio Fulci. La estupenda edición de Dagored rescata uno de los hitos en la carrera del compositor, gracias a temas tan inspirados como la inquietante y amenazadora obertura, "Verso L’Ignoto", que nos hace presagiar la inminente llegada de un horror innombrable del más allá, y la muy épica, casi apocalíptica, "Voci dal Nulla", un tema espectacular que se va desarrollando progresivamente a lo largo del album en distintas variaciones y que encuentra su apogeo en el octavo corte, en una grandilocuente interpretación que incluye coros para muy diversas voces, cuerdas, percusión, piano y flauta. Imprescindible.



- "Mortal Zombi" ("The Return of the Living Dead 3", 1993) **. Ocho años después del film de O’Bannon, el director Brian Yuzna estrenó la tercera parte, la cual se distanciaba considerablemente de sus predecesoras en su tono menos auto-paródico y más circunspecto, incluso con pretensiones dramáticas. La película narra una historia de amor imposible entre dos adolescentes cuando la enamorada, Julie, se transforma en una zombi salvaje a consecuencia de unos experimentos gubernamentales que pretenden resucitar a los muertos con fines militares. La premisa argumental no estaba carente de interés, y la estética hellraiseriana en la caracterización de la Julie zombi hacía prever una cuanto menos prometedora nueva incursión en el concepto Cronenbergiano de la “nueva carne”. Lamentablemente, el resultado final acusa los mismos vicios recurrentes en la filmografía de este director, y lo que podría haber sido una interesante aportación al género se ve, nuevamente, lastrada por un ritmo plúmbeo y un chapucero desarrollo de telefilm de sobremesa. La banda sonora, compuesta por Barry Goldberg y John Philip Shenale, y editada por el sello SouthEast Records bajo el título de "Return of the Living Dead 3", se resiente sobremanera de la falta de presupuesto con la que debían acometer el proyecto, siendo esta traba responsable de ese sonido electrónico enlatado característico de sub-productos de terror de serie Z. No obstante, y pese a que los 71 minutos de la edición oficial terminan haciéndose interminablemente largos, el score cuenta con algunos momentos destacables, como por ejemplo la trágica y exaltada música de ultratumba que se corresponde con el primer corte.



- "Niebla, la" ("The Fog", 1980) ****. Primera incursión del genial cineasta John Carpenter en la temática de los muertos que vuelven a la vida a vengarse de los vivos. La música, editada por Silva Screen, ejemplifica perfectamente la maestría de este genio en el campo de la música de terror. Muy angustiosa, densa y expansiva, como la misma niebla que presagia la llegada de los que fallecieron a bordo del Elizabeth Dane.



- "No Profanar el Sueño de los Muertos" (1974) **. La música de esta película dirigida por Jorge Grau y ambientada en Manchester corre a cargo del compositor italiano Giuliano Sorgini. La música está editada por CMV Laservision.

- "Noche de los Muertos Vivientes, la" ("Night of the Living Dead", 1990) ***. Se trata del muy ambiental y electrónico score compuesto por Paul McCollough para el remake de "La Noche de los Muertos Vivientes" dirigido por Tom Savini en 1990. La música está editada por el sello Numenorean.



- "Nueva York Bajo el Terror de los Zombis" ("Zombi 2", 1979) ***. A raíz del éxito cosechado en Italia por la versión europea de "Dawn of the Dead", "Zombi", el director Lucio Fulci estrenó al año siguiente una inconfesa “secuela” con el oportunista y tramposo título de "Zombi 2", la cual fue estrenada en el Reino Unido como "Zombi Flesh-Eaters". En realidad lo único que comparten esta película y el clásico de Romero son sus generosas dosis de sangre y vísceras, mucho más explícitas y repugnantes en el film de Fulci. En el apartado musical el director contó nuevamente con la colaboración de Fabio Frizzi, el cual creó para tal ocasión uno de sus temas principales más celebrados y pegadizos, interpretado enteramente con sintetizadores. En su conjunto, no obstante, este trabajo está aún lejos de la madura genialidad demostrada en esa obra maestra que es "The Beyond".



- "Paura nella città dei morti viventi" (1980) **. En esta ocasión Frizzi opta por un trabajo más incidental y atmosférico, que no ofrece muchas sorpresas al espectador, y que ha sido editado por CMV Laservision.

- "Príncipe de las Tinieblas, el" ("Prince of Darkness", 1987) *****. Una de las más contundentes obras maestras del genio de Carthage, editada por el sello Colosseum. Los frenéticos compases electrónicos característicos del compositor acompañan perfectamente la película, especialmente en su dantesco tramo final, en donde los protagonistas deben desbaratar los planes del Anticristo y sobrevivir al ataque de unos grotescos zombis. Imprescindible.



- "Quella villa accanto al cimitero" (1981) **. Irregular score compuesto por Romano Rizzati, Franco de Gemini y Alessandro Blonksteiner para una nuevo horror gore de Fulci. La música, que acusa influencias de Frizzi e incluso de Goblin, está editada por CMV Laservision.

- "Reanimator" (1985) **. Polémica composición donde las haya a cargo de Richard Band, el cual ha labrado su carrera componiendo partituras para las películas de terror de la productora y distribuidora de su hermano Charles, la mítica Full Moon. El detonante de la polémica fueron las acusaciones de plagio a las que se vio enfrentado el compositor a raíz de las similitudes entre el tema principal de su score con el preludio de "Psicosis" ("Psycho", 1960) de Herrmann. Las “referencias” no terminan ahí, ya que también se han apuntado parecidos más que razonables con el tema de amor de "La Profecía" ("The Omen", 1976) de Goldsmith. Al margen de tales exacerbadas cuitas, la música de Band para la sobrevalorada película de Stuart Gordon, editada por La-La Land Records, constituye uno de los trabajos más flojos y aburridos del compositor.



- "Regreso de los Muertos Vivientes, el" ("The Return of the Living Dead", 1985) *. Concebida como una parodia de La Noche de los Muertos Vivientes, esta algo idiota película suscitó ciertos problemas legales con el propio George A. Romero, al cual no le pareció muy correcto el hecho de que su director, Dan O’Bannon, incluyera en el título las palabras “living dead”. Desde el punto de vista de Romero, el “préstamo” de esta denominación en el título para aludir a los zombis podría hacer pensar que la película de O’Bannon era una nueva entrega de su saga zombi iniciada en 1968, pese a que no tenían nada que ver la una con la otra. La demanda no prosperó, y "El Regreso de los Muertos Vivientes" tuvo un arrollador éxito de taquilla que propició dos secuelas, a cuál más deleznable. Y como suele suceder en este tipo de sub-productos de “terror” con fallidas pretensiones humorísticas y adolescentes descerebrados (nunca mejor dicho) como protagonistas, el score de Matt Clifford quedó relegado a un muy discreto segundo plano, a favor de una macarra selección de canciones de corte punk rock que sí cuenta con una edición discográfica.

- "Resident Evil" (2002) **. Para esta entretenida mas en última instancia inofensiva y comercial película al servicio de la atractiva Milla Jovovich y basada en el popular videojuego del mismo nombre se contó con la colaboración del siempre correcto Marco Beltrami, además de colaboraciones de diversos músicos provenientes en su mayoría del rock y el metal. Marilyn Manson es de hecho el responsable del interesante tema principal que aparece recogido en el cd oficial, aunque en su conjunto se trate de un trabajo fácilmente olvidable y que se limita a cumplir con las imágenes sin aportar demasiado al contexto de la historia.



- "Resident Evil 2: Apocalipsis" ("Resident Evil: Apocalypse", 2004) **. Este lamentable bodrio de proporciones apocalípticas (haciendo al menos honor a su título), con un bochornoso amago de guión que provoca vergüenza ajena y la carcajada no intencionada, contó con la ingenua colaboración de un Jeff Danna que debería elegir mejor los proyectos en los que se implica. Y es que, dado el material con el que contaba, tampoco se podía esperar ningún milagro.

- "Serpiente y el Arcoiris, la" ("The Serpent and the Rainbow"¸1988) ***1/2. Esta interesante aproximación del cineasta Wes Craven al siempre fascinante mundo del voodoo contó con la colaboración del músico Brad Fiedel, conocido por el aficionado gracias a su muy acertada música para las dos primeras películas de la saga "Terminator" de James Cameron ("The Terminator", 1984; "Terminator 2: Judgement Day", 1991). De hecho esta excelente composición, editada por Varèse Sarabande, guarda un más que obvio parecido con la música compuesta para aquellas películas, como puede comprobarse en el reiterativamente familiar patrón rítmico de su tema principal, el cual, adaptándose a las necesidades de la historia, resulta más tribal y orgánico que frío y metalizado. Fiedel, autor también de otras conocidas películas de terror de los 80 tales como "Noche de Miedo" ("Fright Night", 1985), es fiel a su estilo electrónico, hilvanando un leit motif muy pegadizo y vibrante al compás de las percusiones y unos etéreos y sobrenaturales coros que transmiten la sensación de estar adentrándose en un mundo misterioso de magia y superstición.



- "Zombi 3" (1988) ***1/2. Estrenada nueve años más tarde que "Zombie Flesheaters", esta nueva y bochornosa incursión de Fulci en el género de la casquería se benefició especialmente de la extraordinaria banda sonora compuesta ad hoc por Stefano Mainetti, autor de la música de películas como "Aquarius" ("Deliria", 1987), "Karate Kimura II" ("Il Ragazzo dal Kimono d’Oro 2", 1988) y "La Sombra del Faraón" ("Tale of the Mummy", 1998). La edición discográfica del sello Beat Records alterna tres canciones de corte rockero y jazzístico en versiones vocales e instrumentales con ocho efectivas secuencias musicales que recrean a la perfección el horror representado por la invasión de los zombis. Mención especial merece su excepcional tema principal, el cual puede disfrutarse en todo su macabro esplendor en el último corte del album. Dicho corte comienza con unos tenebrosas, frías e inhumanas voces que únicamente pueden ser recreadas con la ayuda de instrumentos electrónicos, recitando el leit motif a modo de una siniestra marcha fúnebre, la de los innumerables muertos vueltos a la vida y que se abren paso impelidos por su ansia de carne humana. Este motif va creciendo paulatinamente en intensidad con la adición de nuevas texturas de sonido, hasta que arranca en toda su magnificencia en el minuto 2:26 con la incorporación de la percusión y un órgano de iglesia, que lo conducen hasta su inevitable final. Ciertamente no es un trabajo para todos los paladares debido a la precariedad de medios con los que contó el compositor, siendo ésta responsable de ese sonido electrónico tan característico de las películas de terror de serie B de los 80 sobre la cual se sustenta este score, unida al carácter primario, brutal, de la música, pero el resultado está a la altura de lo esperable y exigible en una película de estas características. Hay momentos como por ejemplo el corte noveno que sumergen al oyente en una vorágine de verdadero y puro terror. Sin concesiones. Es una lástima que la disposición de los temas en la edición discográfica, combinando aleatoriamente la música de terror con los temas rock, no sea la más idónea para disfrutar de este estupendo score en su conjunto. En cualquier caso, se trata de un muy digno trabajo heredero de la rica tradición musical de Frizzi y Simonetti.



- "Zombies Party" ("Shaun of the Dead", 2004) **. Supuesta parodia del cine de zombis que termina siendo aún más insoportablemente idiota que el título con el que se estrenó en nuestro país. De los 22 cortes que conforman el disco oficial, editado por el sello Island, únicamente siete se corresponden con el score propiamente dicho de Dan Mudford y Pete Woodhead. Y podemos darnos por satisfechos...

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