miércoles, 23 de junio de 2010
La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre): Estudio comparativo de la película original (1974) y del remake (2003)
1. INTRODUCCIÓN: INSPIRADA EN HECHOS REALES.
"The film which you are about to see is an account of the tragedy that befell a group of five youths, in particular Sally Hardesty and her invalid brother, Franklin. It is all the more tragic in that they were young. But, had they lived very, very long lives, they could not have expected nor would they have wished to see as much of the mad and macabre as they were to see that day. For them an idyllic summer afternoon drive became a nightmare. The Events of that day were to lead to the discovery of one of the most bizarre crimes in the annals of American history. The Texas Chainsaw Massacre." - August 18th, 1973
Con estas palabras da comienzo una de las obras más influyentes e impactantes de la historia del cine de terror, "La Matanza de Texas", dirigida por Tobe Hooper en 1974. La película toma como fuente de inspiración los terribles y brutales crímenes perpetrados por uno de los asesinos en serie más tristemente famosos de la historia de los Estados Unidos, Ed Gein.
2. ED GEIN
2.1 El Horror de Wisconsin.
El 16 de Noviembre de 1957 la policía hizo un macabro descubrimiento en una casa destartalada de Wisconsin. Iban tras la pista de una secretaria llamada Bernice Worden, y pensaban que Gein podría estar implicado en dicha desaparición. Al entrar en la vivienda, encontraron ciertamente el cuerpo de Worden, terriblemente descuartizado y mutilado. Pero no fueron únicamente los restos de Worden lo que hallaron, sino también cabezas humanas en un dormitorio, piel humana usada para hacer pantallas de lámparas y asientos, calaveras convertidas en platos de sopa, un corazón humano en una sartén, un collar de labios humanos, un chaleco hecho de vagina y pechos utilizados en esotéricos rituales, aparte de otros objetos varios hechos a partir de retazos de cuerpos humanos, como un cinturón confeccionado con pezones.
Gein nunca negó la autoría de los brutales asesinatos cometidos, sino más bien todo lo contrario, llegando a confesar la autoría de los mismos antes de ser detenido (aunque nadie le creyó), e incluso admitió además haber profanado tumbas de jóvenes recientemente fallecidas para robar los cuerpos con los que dar rienda suelta a su demencial psicosis. En ese sentido, Gein impactó a un país no muy habituado por aquel entonces a recibir tales noticias sobre hasta qué punto podía llegar la degradación humana, no tanto por el número de asesinatos perpetrados, sino por el modo en el que fueron tratados los cadáveres y el uso, la profanación de los cuerpos por parte del carnicero de Plainfield. ¿Quién fue en realidad Ed Gein? ¿Qué le llevó a tales cotas de degradación humana?
2.2 Una Infancia Traumática.
Edward Theodore Gein nació un 27 de Agosto de 1906 en La Crosse, Wisconsin. Su madre fue una mujer de extremas convicciones religiosas, llevadas al fanatismo más recalcitrante. Estas convicciones le impusieron el sagrado deber de educar a Ed y a sus otros dos hermanos siguiendo los cánones de su muy estricto código moral. Según Rachel Bell, doctora en neuropsicología y experta en el tema de los asesinos en serie, el mundo de Augusta giraba en torno al estudio de la Biblia en un mundo poblado por la tentación, la culpa y el pecado:
“She repeatedly warned her sons of the immorality and looseness of women, hoping to discourage any sexual desires the boys might have had, for fear of them being cast down into hell.”
Encontramos por tanto un conflicto de índole sexual en el joven Gein provocado por la educación represora y alienante de su madre. Augusta fue una madre posesiva que impuso desde el primer momento sus creencias como dogma de fe a sus hijos, obligándoles a acatar sus enseñanzas y despreciar cualquier deseo de carácter sexual como “sucio” o pecaminoso. George, su padre, por el contrario, fue un alcohólico repudiado por su mujer y que tuvo muy poco que ver en la educación de los hijos.
Aunque Augusta abusaba verbalmente a menudo de sus hijos, reprochándoles que jamás llegarían a ser personas de provecho, sino “desechos” como su padre, el joven Ed estuvo desde un principio muy vinculado a su madre, dependiente de ella por así decirlo. Fue una persona débil y retrasada emocional y socialmente. Mientras que su hermano Henry se curtía a base de trabajos que requieren de esfuerzo físico, relacionándose con otros hombres, Gein siempre prefirió otras labores consideradas menos “masculinas”, como por ejemplo cuidar niños.
Su amor incondicional por su madre lo llevó hasta el extremo de considerarla un paradigma de “bondad” y “amor”, y tuvo desavenencias con su hermano a raíz de los reproches y críticas de éste hacia su madre. Incluso se ha barajado la posibilidad de que Gein tuviera algo que ver en la misteriosa muerte de Henry, nunca del todo esclarecida.
2.3 Degeneración y Perversión.
El 29 de Diciembre de 1945 falleció Augusta, y Ed quedó solo en el mundo, despojado de su único amor en la vida, una mujer por la que profesaba un amor de carácter obsesivo y enfermizo. A partir de ese momento Ed se dedicó a cultivar unas extrañas aficiones relacionadas con cultos a la muerte y la profanación de tumbas. También desarrolló un enfermizo interés por el lado más morboso de los estudios de anatomía. A través de la sección de necrológicas de los diarios, Ed se enteraba de los fallecimientos de muchachas más recientes, e iba por las noches a las tumbas a exhumar los cuerpos.
Aunque nunca llegó a experimentar una relación sexual con una chica mientras vivía con su madre, a la muerte de ésta no llegó a mostrar ningún interés en estas cuestiones, pareciendo encontrar a cambio un morboso placer en el acto de desollar a sus víctimas para, acto seguido, “vestirse” con la piel de las mismas. Según Bell:
“He was curious to know what it was like to have breasts and a vagina and he often dreamed of being a woman. He was fascinated with women because of the power and hold they had over men.”
A medida que los psiquiatras iban ahondando en la oscura personalidad de Gein fue quedando cada vez más en evidencia la existencia de un profundo complejo de Edipo como origen de toda esa serie de anomalías y disfunciones emotivas y psicológicas de Gein, el cual llevó su amor a Augusta hasta un extremo enfermizo. En una educación en la que las mujeres habían sido consideradas como “tabú” y “fuente de perversión”, Gein encontraba en su madre el único reducto o bastión en el que protegerse de dicha amenaza.
Cuando ésta fallece, todo su mundo se viene abajo y empieza a desarrollar una enfermiza obsesión por el travestismo y la muerte. Se dice que Gein buscaba en sus víctimas un sustituto de su madre, de ahí que éstas guardaran sospechosos parecidos con ella. No le interesaba, por tanto, entablar ninguna relación con una chica, porque, directamente, las odiaba, debido a la educación recibida.
2.4 El Fin del Horror.
Se cuenta que uno de los chicos a los que Ed cuidaba fue a visitarlo y éste le enseñó las cabezas humanas que “coleccionaba” en su habitación. Cuando éste contó lo que había visto nadie le creyó, pensando que eran “producto de la fantasiosa imaginación de un niño”. En realidad los rumores no empezaron a ser tenidos en consideración hasta la desaparición de Bernice Worden. Worden no fue sin embargo la única víctima en perder la vida a causa de los instintos “psicóticos” de Gein.
Cuando fue detenido, Gein en un principio se mostró reacio a confesar sus crímenes, aunque más tarde admitiría haber puesto fin a la vida de Worden, no siendo capaz de aportar muchos detalles debido al estado de enajenación mental en el que, según confesó, se encontraba cuando cometió el crimen. Más tarde, Gein confesaría ser el responsable de la muerte de Mary Hogan, producida en circunstancias similares que impedían que pudiera dar una explicación pormenorizada de cómo sucedieron los hechos.
Ed Gein en ningún momento confesó desde el arrepentimiento o la consciencia de la magnitud de sus crímenes. Parecía evidente que la salud mental de Gein estaba muy afectada, de ahí que los médicos del hospital central de Estado dictaminaran que el asesino no estaba capacitado para ir a un juicio, y fue declarado enfermo mental e internado en una institución mental donde falleció por causas naturales. Fue enterrado en el cementerio que él mismo había profanado.
El colmo del despropósito y el absurdo llegó cuando, el 30 de Marzo de 1958, la casa en la que había vivido Ed Gein fue “cerrada” a raíz del rumor de que querían convertirla en una atracción turística, aprovechando el impacto que el descubrimiento de los asesinatos tuvo en un país no muy acostumbrado a vivir sucesos como éste hasta ese momento. Se dice que su camioneta Ford fue vendida en una subasta pública para ser utilizada en ferias locales con un letrero en el que podía leerse: “¡El coche de Ed Gein! ¡Vea el coche que transportó a los muertos de las tumbas!”...
2.5 El Macabro Legado de Ed Gein.
Resulta evidente hasta qué punto la circunstancias que rodearon la vida de Gein han servido de inspiración al mundo del séptimo arte y la literatura. Además de "La Matanza de Texas", Hitchcock se inspiró igualmente en el caníbal de Wisconsin a la hora de rodar su obra maestra, "Psicosis" (1960), y la enfermiza obsesión de Gein por su madre aún después de muerta aparece reflejada magníficamente en la “relación” de Norman Bates con su madre.
Encontramos un caso parecido, en lo que a relaciones paterno-filiares se refieren, en otra de las grandes obras maestras del cine de terror de los 70, "Carrie" (1976), esa maravillosa joya dirigida por Brian de Palma a partir de un espléndido relato del casi siempre genial Stephen King.
Ya en los 90, la sombra de Gein vuelve a extenderse y a hacerse evidente en la magnífica "El Silencio de los Corderos", dirigida por Jonathan Demme en 1991, más concretamente en el personaje de Buffalo Bill, interpretado estupendamente por Ted Levine. Incluso podemos sentir la presencia de Gein en el personaje Otis Driftwood de la extraordinaria "La Casa de los 1000 Cadáveres" de Rob Zombie (2003).
Buffalo Bill, Norman Bates y el asesino matarife de "La Matanza de Texas", Leatherface (más conocido en nuestro país como “Cara de Cuero”), reinterpretan y recrean la personalidad del caníbal de Plainfield desde distintos ángulos, aportando distintos matices y destacando unos aspectos en detrimento de otros. "La Matanza de Texas" ofrece la revisión más brutal, impactante y demoledora, convirtiendo a Leatherface en todo un icono del cine de terror, y también en la criatura más aterradora inspirada en la vida y “obra” de Edward Theodore Gein.
3. LA MATANZA DE TEXAS (1974)
Dir. Tobe Hooper
Int. Marilyn Burns, Gunnar Hansen, John Dugan
83 min. EE.UU.
3.1 Introducción.
Podríamos considerar esta obra como el paradigma de lo que debería ser una
película de terror, así como un hábil ejercicio de estilo y talento narrativo. Hooper únicamente había rodado una película anteriormente, llamada "Eggshells" (1969), que fue un fracaso de taquilla. Por este motivo, cuando se puso a trabajar en "La Matanza de Texas", el director quería por encima de todo “manufacturar un producto brutal, sin paliativos, ni coartadas culturales, que fuera al grano y aterrorizara, literalmente, al espectador” (Romo, Manuel (1998) "La Matanza de Texas". Valencia: Midons Editorial, p. 20), para lo cual tomó como inspiración el caso del psicópata asesino Ed Gein. Junto al guionista Kim Henkel, Hooper terminó en seis semanas el guión de la película que lo encumbraría a lo más alto del cine de género, convirtiéndose en toda una obra de culto que aún hoy día conserva su fuerza y su capacidad de conmocionar al espectador.
3.2 Análisis de la Obra.
El caldo de cultivo sociopolítico en Estados Unidos entre finales de los sesenta y principios de los setenta era propicio. Se vivían momentos de agitación: la guerra del Vietnam y todo el movimiento pacifista que se generó en torno a ella, la revolución hippie, las manifestaciones estudiantiles duramente reprimidas por la policía, como la revuelta en el campus de la Universidad de Berkley, el asesinato de Kennedy y el giro hacia la derecha más reaccionaria con la llegada al poder de Nixon, el posterior escándalo del Watergate... demasiadas emociones juntas para tan corto periodo de tiempo, y ya se sabe que es en tiempos de inestabilidad y de inseguridad cuando el cine de terror – que, como dicen los estudiosos y semióticos, no es más que la sublimación de los miedos de una sociedad – renace y se convierte en el refugio de una sociedad temerosa. (Romo, p. 8)
Siempre he defendido que, a la hora de valorar una película, es necesario hacerlo teniendo en cuenta una perspectiva sincrónica (es decir, el impacto que pudiera tener en el momento de su estreno, el papel de la película en cuestión dentro del marco sociocultural en el que se gestó) y también diacrónica (es decir, hasta qué punto la película está adelantada a su época en la forma de tratar algunos temas o rodar algunas escenas, y hasta qué punto es original e innovadora con respecto a lo que se ha hecho anteriormente).
Toda película, así como una novela o una pieza musical, es fruto de su tiempo, un reflejo de toda una serie de valores e ideas de carácter político, social y cultural que le confieren un tremendo valor sociológico y cultural. Todo eso es mucho más palpable e interesante de analizar en un género como es el terror, cuya finalidad, en un principio, no es otra que ahondar en esa serie de miedos de carácter mítico que se encuentran en lo más profundo de nuestro ser, miedos que no son sólo exclusivos de cada individuo, sino que también reflejan las inquietudes, temores e inseguridades de un colectivo en una época determinada.
Dicho de otro modo, el terror es el género que nos anima a tratar con temas considerados políticamente incorrectos, los tabúes que subyacen en lo más profundo de nuestro ser. Es un género que siempre debe intentar ir más allá de lo permitido, es un género que no puede permitirse el riesgo de dormirse en los laureles. Debe ser transgresor, y nunca autocomplaciente. Debe impactar, soliviantar al espectador. No conformarse con los cánones establecidos, sino tener las agallas de ir más allá de los mismos, no sólo en los temas a tratar, sino en la forma de abordarlos.
"La Matanza de Texas" es un buen ejemplo de este cine de terror con agallas al que acabo de hacer referencia, atrevido, sin miedo a correr riesgo, una obra por encima de todo personal que consigue como muy pocas crear una sensación de angustia y malestar en el espectador. Se trata de una película malsana, enfermiza, rodada a modo de documental, lo cual contribuye a acrecentar su capacidad para impactar al espectador. No es tanto lo que cuenta como la forma de contarlo.
Hooper opta por un estilo narrativo caracterizado por la sobriedad más angustiosa, y nos hace partícipes de unos actos de crueldad y sadismo insondables. "La Matanza de Texas" se beneficia de su escasez de medios y de presupuesto, de ese aire “amateur” ya que todo esto contribuye a hacer la historia más real. Incluso la elección musical, como comentaremos más adelante, acaba resultando la más apropiada dentro del contexto de la película, ya que no desvía la atención del espectador, no acaba cobrando más protagonismo que el necesario en una historia semejante.
"La Matanza de Texas" entronca con la tradición de cine “mondo”, y acaba convirtiéndose en un morboso y macabro documental sobre los salvajes crímenes perpetrados por una familia de psicópatas, siempre desde el punto de vista de sus víctimas, lo cual nos hace partícipes de la terrible pesadilla de unos jóvenes que, uno a uno, irán cayendo a manos del sanguinario Leatherface.
Ya desde el principio está claro que se trata de una película de la que podamos esperar cualquier cosa. No podemos dar nada por sentado. En ningún momento tiene el espectador la certeza de que vaya a haber algún superviviente al final de la película. Esa incertidumbre respecto al destino del grupo de protagonistas es otra de las grandes bazas de la película. Hooper juega con el espectador, no le concede ni un solo momento de respiro.
Aunque la sinopsis argumental de la película pueda condensarse en dos párrafos, la forma de narrar la historia, el ritmo narrativo, el estilo sucio de pseudodocumental, la atmósfera sórdida, malsana, enfermiza que impregna cada fotograma, la descripción de la depravación humana ofrecida.... Todo ello convierten a "La Matanza de Texas" en todo un hito del cine de terror, no sólo en el momento de su estreno, sino incluso hoy día. Dichos elementos acaban formando parte indivisible de la historia narrada:
Hooper llega más lejos que sus colegas en el género y realiza una película donde detalles como el ya nombrado calor, los ambientes malsanos que retrata o incluso su concepto de la América Profunda reflejada en un Texas prácticamente desierto, son conceptos tangibles que no es que ayuden al desarrollo de la historia, sino que son la historia. Porque, ante todo, La Matanza... es un film físico. Aunque pueda parecer producto de algún tipo de paranoia lisérgica, uno se atrevería a decir que se percibe el olor a sobaquina de los personajes, el olor a muerte que desprende la casa de los matarifes, la carne que se fríe, el gordo que escupe, la sangre en la furgoneta... ¡todo tiene presencia en La Matanza de Texas! Y el resultado es un retablo de podredumbre en el sentido más literal de la palabra (p. 33)
No deja de resultar curioso que mucha gente tiene una idea algo distorsionada de la película. Como suele suceder con los clásicos, se habla tanto de ellos que al final se acaban difundiendo y expandiendo impresiones que no se corresponden del todo con la realidad. En el caso concreto de "La Matanza de Texas", mucha gente la considera mucho más “gore” de lo que en realidad es. Y es que realmente Hooper no necesita abusar del “gore” explícito para inquietar y crear malestar en el espectador.
Lógicamente se trata de una película con un alto contenido violento, y en ocasiones esa violencia aparece reflejada de manera directa. Sin embargo, no se trata de una película excesivamente explícita, aunque tampoco lo necesita. Hooper prefiere centrarse en un sádico regodeamiento en el sufrimiento de los personajes, un sufrimiento que acaba por volverse inaguantable, angustioso, y mucho más aterrador que cualquier escena “gore” a lo Herschell Gordon Lewis. Somos partícipes del dolor de la joven cuando es ensartada por Leatherface en el aquel gancho para la carne:
La sangre no importa, no tiene fuerza aquí y Hooper la obvia por completo. Pero lo que sí hace el cineasta es recrearse en el dolor y en el terror de esos instantes porque, no contento con que Leatherface cuelgue a la chica, encima, la víctima – y por extensión el espectador – ha de asistir al descuartizamiento de Kirk. Esta desagradable operación apenas la vemos, pero la siniestra melodía producto de los berridos de Pam y el rugir de la McCullough, al igual que la expresión de terror de la chica, hacen de ese momento otro de los instantes míticos de la película. Es como una escalada de desesperación orquestada de forma matemática, fría y por tanto sádica. (p. 34)
Hooper se limita a narrar de manera neutral unos acontecimientos dantescos que acaban implicando emocionalmente al espectador. La forma de narrar contribuye enormemente a la hora de conseguir ese efecto en la audiencia. No hay más que recordar la escena de la “reunión familiar” de la pobre superviviente con la familia de Leatherface, y cómo el director se recrea, alargándola hasta la exasperación, en lo horripilante de la situación. La protagonista, y también nosotros, está atrapada en un mundo de pesadilla del que no puede escapar, un mundo que resulta aterrador precisamente por que nunca deja de ser real, físico, tangible:
En realidad estamos asistiendo a un inteligente juego que combina lo implícito de no ver ningún momento realmente gore – que ejercería incluso un efecto de catarsis sobre el espectador – con el carácter explícito que supone rodar prácticamente muchas de las secuencias en tiempo real, sin elipsis que puedan sacar al espectador de esa suerte de estado hipnótico y sin efectismos de ningún tipo que puedan recordarnos que en realidad a lo que estamos asistiendo es a una representación producto de una simple y mera ficción. (p. 34)
Mientras que hoy día un puñado de individuos sin talento se apuntan a la moda de hacer cine de terror psicológico sin tener la más mínima idea de lo que esto debe ser (no hay más que sufrir bodrios tales como "Escapando de la Oscuridad", "En la Oscuridad", "The Eye", "Gothika", "Km 666"...), Hooper da toda una lección de terror en "La Matanza de Texas" gracias a una atmósfera muy lograda que huye de efectismos artificiosos y huecos para centrarse en recrear el lado más grotesco de la crueldad humana, de ahí, que, tal y como comenta Romo:
“Con una estética que hereda lo peor y lo mejor del look underground, la película de Hooper se nos presenta también como un monumento a la cultura feísta.” (p. 31)
Ahí está el verdadero poder terrorífico de "La Matanza de Texas". Los asesinos no son personajes míticos, arquetipos del Mal en estado puro, sino simples personas, personas que muy bien podrían convivir con nosotros. Se trata de sujetos aparentemente normales, pero detrás de esa normalidad se esconde un reflejo distorsionado y deforme de la realidad. Es la otra cara, la que permanece escondida. Asesinos en serie han existido desde mucho antes en el cine, pero pocas veces han aparecido retratados de este modo.
Hooper hace hincapié en la degeneración moral y humana de un grupo de caníbales que profanan tumbas y asesinan gente inocentes para subsistir, para poder alimentarse, como parásitos, agazapados en lo más recóndito de la América Profunda, ésa que no se ve, ésa que permanece aletargada, expectante. Aquí no encontraremos moralinas ni “happy ends” al uso. Al final sólo una protagonista acaba sobreviviendo, pero no es difícil suponer que los terribles acontecimientos vividos harán que sea incapaz de volver a integrarse en el “mundo real” como al principio. En realidad ha muerto a manos de Leatherface y sus compinches, aunque no sea consciente de ello.
Psicológicamente hablando, la protagonista ha sufrido un daño irreversible. La adolescente hippie, emblema de una nueva generación de descontento y rebeldía hacia la sociedad, de amor utópico, se ha enfrentado al lado más aterrador de la condición humana, un horror tan impactante como el de la guerra, y que no estaba preparada para afrontar. Y qué mejor manera de concluir este comentario de la película que con esta interesante reflexión de Manuel Romo sobre el film:
Nada innovador, nada nuevo bajo el sol, pero contundente. Una contundencia primitiva que va directa al inconsciente, al inconsciente de toda una sociedad, la americana, donde las formas de la violencia se confunden entre las rendijas de la cotidianidad de todos los días. Pero que nadie se lleve a engaño, en La Matanza de Texas no hay ningún discurso moralista, no, es, simple y llanamente, un estudio milimétrico de cómo funciona la violencia. No hay más. (p. 35)
3.3 El Director: Tobe Hooper.
La carrera cinematográfica de Tobe Hooper después de "La Matanza de Texas" alternó proyectos rutinarios y otros más interesantes, de entre los cuales destacaremos los siguientes títulos:
- "Trampa Mortal" ("Eaten Alive", 1977), un film sin mucho interés sobre un psicópata que se dedica a alimentar a su caimán a base de los inquilinos a los que hospeda en su ruinoso hotelucho;
- "El Misterio de Salem’s Lot" (1979), una miniserie de televisión basada en la obra maestra de Stephen King y que tuvo unos resultados irregulares;
- La horrenda (en todos los sentidos) "Poltergeist" (1982), en la que el tufo “para toda la familia” de la marca Spielberg malogra por completo una idea que podría haber dado algo con un mínimo de decencia de haber contado Hooper con absoluta libertad para rodarla como él hubiera querido;
- La muy interesante "Fuerza Vital" ("Lifeforce", 1986), otra de sus mejores películas, basada en la obra “Space Vampires” de Colin Wilson, que combina el cine de ciencia ficción con entes alienígenas hostiles a lo “Alien” con cine de terror vampírico no exento de erotismo (gracias a los generosos desnudos de la impresionante Mathilda May) y cine con tintes apocalípticos como en una película de zombies de George A. Romero. Sin duda se trata de otro de los “films” esenciales del director;
- O la secuela de "La Matanza de Texas" (1986), en la que Hooper volvió por sus fueros y recurrió en esta ocasión al gore más explícito a la hora de narrar un nuevo episodio en la vida de Leatherface y sus secuaces.
3.4 La Criatura: Leatherface.
Anteriormente hemos comentado que el personaje Leatherface, interpretado por Gunnar Hansen, está libremente inspirado en Ed Gein, el cual solía igualmente confeccionarse máscaras con la piel de sus víctimas. Sin embargo, existen significativas diferencias entre ambos personajes, que pasaremos a resumir a continuación:
- En primer lugar, mientras que Leatherface lleva una máscara y cabellera humanas para ocultar la deformidad de su rostro, Ed Gein llevaba tales máscaras para dominar y reprimir sus deseos por ser una mujer, por “ponerse en la piel”, literal y metafóricamente, de una mujer.
- Segundo, las víctimas de Ed Gein fueron asesinadas de un disparo, por lo que el uso de la famosa sierra mecánica no entra dentro del “modus operandi” del personaje real, sino de la criatura ficticia de "La Matanza de Texas".
- Finalmente, el auténtico Ed Gein guarda más parecido con el personaje Buffalo Bill de "El Silencio de los Corderos" antes que con Leatherface. En ese sentido, Ted Levine ofrece la caracterización más cercana del auténtico asesino en serie, un individuo enfermo, tímido y retraído, con un profundo trauma de carácter sexual y afectivo. El auténtico Ed Gein no cogería nunca una sierra e iría descuartizando a sus víctimas, ya que esto lo hacía una vez que éstas morían de un disparo. Leatherface, en ese sentido, es un ser más salvaje, más brutal y sanguinario, una auténtica e imparable máquina de matar, un monstruo que mata para subsistir.
3.5 La Banda Sonora.
Ya comentamos anteriormente hasta qué punto la “banda sonora” de la película, compuesta por el mismo Tobe Hooper y el técnico de sonido Wayne Bell, contribuyó a la hora de conferir realismo a la historia, ayudando igualmente a crear esa sensación de malsana y enfermiza corrupción, y demencia, que impregna cada fotograma del film:
The Texas Chainsaw... es, asimismo, un ejemplo de pragmatismo cinematográfico. El concepto del cine de serie B que antepone la imaginación como solución a la falta de medios adquiere en la película de Hooper un sentido totalizador ya que nos encontramos delante de una verdadera lección de cómo sacar partido a lo que tienes a tu alrededor. Sin ir más lejos, el sonido: los efectos o la supuesta banda sonora que compusieron Hooper y el técnico de sonido Wayne Bell, y que nunca se editará en disco, CD o casete porque lo que hicieron estos dos chalados en su pequeña habitación de Austin dista mucho de ser una B.S.O. al uso. La amalgama de sonidos, todos ellos justificados dentro de la narración pero amplificados hasta convertirlos en irreconocibles e irreales, da como resultado otra pesadilla, la sonora, también acorde a lo que sucede en la pantalla. (Romo, p. 33)
En realidad sí existe una edición, aunque lógicamente no es oficial, de la música compuesta por Hooper, en base a la cual podemos elaborar un pequeño comentario sobre la misma. Dicha edición puede conseguirse en el siguiente enlace online:
http://www.rogersbasement.com/CDChainsaw.htm
Esta edición recoge cinco temas utilizados en la película más 16 temas sacados de la secuela "The Texas Chainsaw Massacre". Debo aclarar, no obstante, y centrándome en los cortes pertenecientes a la primera película que aparecen en esta edición (única existente por lo que sé), que no todos los temas son instrumentales, por lo que la cantidad total de música de Hooper y Bell no llega siquiera a los diez minutos.
1. "Intro Narration". Como el propio nombre indica, este corte no es otra cosa que la narración con la que comienza la película, narrada por John Larraquette, y cuya transcripción ha sido recogida al principio de este estudio.
2. "Gravedigging & Main Titles". Primer tema del “score” de Hooper y Bell. En realidad poco puede decirse que no haya quedado reflejado en la cita reproducida anteriormente. Se trata de una música exclusivamente ambiental a base de experimentación sonora con campanas, gongs, y sonidos distorsionados. Es una música atonal, de no muy agradable escucha, y que cumple perfectamente su cometido dentro de la película, sobre todo a la hora de crear un ambiente sórdido de decadencia y acompañarnos en nuestra incursión en el terror más contundente y escalofriante.
3. "Fool for a Blond". Se trata de un tema vocal cantado por Roger Bartlett.
4."The “Saw” yer Symphony". En realidad se trata de un corte no musical a base de sonidos y diálogos de la película, realmente terrorífico. El sonido de la sierra mecánica sobresale especialmente en todo su maligno esplendor, secundado por los alaridos y gemidos de las víctimas y los mismos asesinos dementes. Son cinco minutos de ruidos escalofriantes que no son para nada agradables y fáciles de escuchar.
5. "End Titles". El segundo y último tema con “música” de Hooper y Bell, y que no difiere en nada de lo que se podía escuchar en el segundo corte. Más ruidos, gongs, sonidos extraños que emiten siniestras vibraciones y parecen provenir de lo más profundo de la mente de un asesino desquiciado como Leatherface.
En definitiva, se trata de una edición que únicamente podría recomendar a aquellos que se consideren coleccionistas convulsivos de todo lo que tenga que ver con el film de Hooper, los cuales sin duda disfrutarán ante la posibilidad de poder tener aunque sólo sean 6 minutos de la “música” atonal y experimental que se puede escuchar en la película.
Debo aclarar, no obstante, que considero que la elección musical y de sonido de Hooper y Bell ha sido la más adecuada, ya que "La Matanza de Texas" se habría indudablemente resentido de la utilización de un “score” convencional que pudiera acaparar más protagonismo que el que debía tener. Por muy innecesaria que sea la edición de este “score” en “cd”, podemos afirmar que la película requería este tipo de “score” y no otro: una banda sonora tan sucia y malsana como la misma película a la que acompaña.
Mi calificación de la película: ***** sobre *****
Mi calificación de la banda sonora: *** sobre *****
4. LA MATANZA DE TEXAS (2004)
Dir. Marcus Nispel
Int. Jessica Biel, Jonathan Tucker, Andrew Bryniarski
98 min. EE.UU.
4.1 Introducción.
Antes que nada debo aclarar que, no me considero una de esas personas que, por definición, rechazan todo lo que huela a “remake” por el simple hecho de llevar el sambenito de “remake”. Dicho de otro modo, no soy de los puristas que piensan que todo lo pasado debe ser siempre mejor obligatoriamente. Creo que en este sentido existen matices.
Por poner un ejemplo, el “remake” que realizó el director canadiense David Cronenberg de "La Mosca" en los 80 me parece infinitamente superior a la ingenua película original de Neumann, y lo mismo podría decir de "El Beso de la Pantera", excelente film dirigido por Paul Schrader a partir de la obra de Lewton y Tourneur. Igualmente encontramos otros “remakes” como "La Invasión de los Ultracuerpos" (1978) que tampoco tienen nada que envidiar al original.
Dicho de otro modo, hacer un “remake” no tiene por qué ser, a priori, una mala idea, o una garantía de que el film resultante vaya a ser, obligatoriamente, inferior al original. En los 80 encontramos bastantes ejemplos de excelentes “remakes” que ponen de manifiesto que, cuando hay personas con talento implicadas, y un deseo de aportar algo nuevo a la historia, una nueva perspectiva, o adaptarla a los nuevos tiempos y con ello los nuevos condicionantes socio-culturales, aprovechando la misma idea para explorar distintos tabús o una misma idea pero yendo más allá de que la película original se atrevió a llegar... pues en esos casos un “remake” puede enriquecer aún más si cabe el guión original, adaptándolo a los nuevos tiempos y con ello a las nuevas inquietudes del público.
vs.
"La Mosca" de Cronenberg siempre me ha parecido el ejemplo prototípico de lo que debería ser un “remake”, evidenciando que, en ocasiones, éste puede ser muy superior al original, al que deja, en palabras del crítico Jesús Palacios, como “un pasatiempo para cinéfilos que nunca crecieron demasiado” (Palacios, J. (1995) Goremanía. Madrid: Alberto Santos, editor, p. 166).
4.2 Análisis de la Obra.
Dicho lo cual, y después de ver esta película, uno no puede por menos que hacerse la siguiente pregunta: “¿Realmente había necesidad de hacer esta película?” “¿Aporta algo realmente importante o interesante a la historia original?”. Por desgracia la respuesta a ambas preguntas es negativa. Este “remake” hace honor a su naturaleza en el sentido más simple y decepcionante del término.
Ciertamente, encontramos aspectos que difieren significativamente de la película original en lo que al desarrollo argumental de la historia se refiere, pero, como ocurriera por ejemplo con el penoso “remake” de “The Ring”, son adiciones que no añaden realmente nada de interés a una historia que quedaba mejor tal y como fue planteada y concebida originalmente.
En el caso de "La Matanza de Texas", se trata de algunas modificaciones que perjudican y minimizan a mi entender el impacto y el calado que pueda tener esta obra en el espectador, aparte de, claro está, las más que obvias y esperables diferencias en la caracterización de los personajes adolescentes, que siguen el patrón establecido en las “teen movies” en lo que a apariencia, “sex appeal” y lenguaje se refiere. Sin embargo, dejando a un margen la apariencia física y del lenguaje, que obviamente ha evolucionado en cuanto a la utilización de modismos y jerga a los nuevos tiempos que corren, por lo demás este “remake” respeta considerablemente el “look” de la película original.
Y es que esta película aporta más bien poco a la criatura cinematográfica de Tobe Hooper, lo cual, argumentalmente, va en detrimento de la historia, ya que no depara muchas sorpresas en cuanto al destino reservado a los personajes. No resulta del todo complicado establecer paralelismos entre los personajes de esta película con los de la original, y realmente, una vez que queda claro quién es la nueva Sally Hardesty, lo cual no es del todo complicado, pues la película se convierte en un “corre corre que te pillo” en el que el factor sorpresa apenas existe.
Me podrán decir, “claro, es que es un “remake” de "La Matanza de Texas", y por tanto tiene que ser más o menos igual”. Bien, en ese caso respondo que no había ninguna necesidad de hacer esta película, porque una vez que el destino de los personajes está claro desde el principio, la película pierde fuelle inexorablemente, porque no puede sorprender en otra cosa que no sea en la forma de mostrar el asesinato de las víctimas. Sin embargo, incluso en este sentido la película es decepcionante, ya que, aparte de algún momento puntual bastante logrado, la película no consigue ser todo lo truculenta o sórdida que uno cabría esperar. En este sentido, la película original me resulta, incluso a día de hoy, mucho más impactante y con más fuerza para soliviantar al espectador, tanto por su sobriedad estética como por el desarrollo argumental.
Si, en su estreno, la película original fue una película transgresora, atrevida, una incursión en el horror original e impactante, este remake, hoy día, no es ninguna de esas cosas, porque ya está todo visto en innumerables ocasiones en tantas y tantas películas. En vez de financiar un “remake” de un clásico podrían haberse atrevido a hacer algo distinto y original. Pero claro, para eso hacen falta ideas y talento.
La fotografía oscura del “film” que nos ocupa difiere de la que encontrábamos en la película original, en la que, y ése es otro de sus grandes virtudes, muchas de las escenas de terror tenían lugar a plena luz del día... pero era una luz lánguida, enfermiza, malsana... esa ficisidad a la que antes me refería cuando comentaba la película original se encuentra ausente en esta nueva película, que no llega a ser todo lo sórdido y macabro que el film de Hooper.
En vez de "recrearse" en el regodeamiento morboso producido por el sufrimiento de los personajes, esta nueva versión acaba convirtiéndose en una rutinaria película con “killer on the loose” a lo "Viernes 13", haciendo hincapié en un gore más “light” de lo esperable y en las interminables y cansinas persecuciones de Leatherface, en vez de ahondar, por ejemplo, en lo realmente interesante del monstruo y su familia... lo que representan.
Ese grotesco carrusel granguiñolesco donde se incide en la cara más oscura y demencial del ser humano apenas cobra atención en esta película. La escena en la que Sally comparte la mesa con los matarifes es una de las escenas más geniales de la película original, una de esas escenas que te crean escalofríos, haciéndonos partícipes del horror que experimenta la protagonista, secuestrada por un puñado de dementes, unos individuos aparentemente normales, comunes, pero tras cuya fachada encontramos la locura más salvaje e irracional, la maldad y la brutalidad en estado puro. Hooper, con mucho menos presupuesto, saca mayor partido de su incursión psicológica en el mal humano. El “remake”, por el contrario, es más convencional, menos arriesgado, más típico, más previsible, una película que no había necesidad de hacer.
Y no me parece legítimo la justificación del director, según el cual esta película tenía que hacerse porque mucha gente joven hoy día conocía de oídas la película de Hooper sin haberla visto. Claro, pues para eso está Hollywood. En vez de promocionar sus clásicos e incentivar a la gente a revisarlos, pues se dedican a rehacerlos, y los resultados suelen ser bastante decepcionantes. Es verdad, hoy día es más difícil hacer algo distinto que en los 80 o en los 70, pero también es verdad que hoy día hay menos talento, menos oficio, y más intereses económicos y deseos de justificar los millones invertidos.
Con todo, no se trata de una mala película objetivamente. Si no existiera la original hasta sería una interesante película de terror, ya que el director demuestra tener pulso a la hora de dirigir la historia, destacando especialmente en su sentido del ritmo y en algunas escenas como por ejemplo aquella en la que el policía psicópata le obliga a uno de los jóvenes a recordar lo que sucedió en la furgoneta cuando la chica a la que recogieron se suicidó con un revolver... es uno de los pocos momentos realmente inspirados de la película, que demuestran que el fallo de la película no está realmente en la dirección, sino en la misma película en su concepción, en la idea y su ejecución. No había motivos, repito, para hacer esta película porque ya está hecha, y es infinitamente mejor. Mientras que la primera es una obra maestra del género, la segunda no deja de ser “una más”, una vuelta al dejà vu más exasperante y rutinario, que no aporta nada que no pueda encontrarse en los herederos de la saga “Scream”.
4.3 La Banda Sonora.
Anteriormente comentamos lo arriesgada de la decisión de Hooper por basar la banda sonora de su película en una sucesión de ruidos y efectos que ayudaban a conferirle a la obra ese tono pseudo-documental que tanto contribuyó a crear esa atmósfera tan real, tan pavorosa, tan tangible, especialmente en la escenas que tenían lugar en el hogar de Leatherface. Fuera de la película, la “banda sonora” es ciertamente una extravagancia insufrible, pero dentro de ella era, sencillamente, la decisión más acertada, y también la más arriesgada, todo hay que decirlo.
En esta película, una vez más, encontramos la opción más previsible, más convencional. Si la película original era algo transgresor y arriesgado a todos los niveles, ésta es una “película de terror más” a todos los niveles. No es que la música de Steve Jablonsky sea mala. Sencillamente, es típica. Opta por lo fácil.
En general se trata de un “score” atmosférico en el que también aparecen sus buenas dosis de música incidental para acompañar los momentos de susto y sobresalto. Si acaso lo único destacable del conjunto es el tema de Leatherface, un corte ominoso que refleja especialmente bien el carácter amenazador y siniestro del personaje. Un tema de una oscura contención, y que también anticipa en cierto modo los truculentos finales que les esperan a todos aquellos que se cruzan, en algún momento de sus vidas, con el matarife. Este tema aparece desarrollado con una mayor carga dramática hacia el final del corte titulado “Final Confrontation”, en donde también distinguimos un dinámico patrón temático de terror que se escucha generalmente en las escenas de persecuciones durante la película.
Aparte, también encontramos otro esbozo de tema en el corte titulado “Erin and Kemper”, que evoca una idea de melancolía y tristeza asociada al destino reservado para la pareja, pero no llega a desarrollarse en ningún momento. Y es que, en general, Jablonsky no se toma la molestia de desarrollar los distintos motivos que aparecen esparcidos en el “cd”, sino que de vez en cuando va haciendo uso de ellos para ofrecer al espectador un respiro de entre tanta música de terror al uso.
Su música, dicho de otro modo, se limita a cumplir, muy discretamente por cierto, y sin muchas sorpresas. Realmente, me gustaría poder extenderme más en esta reseña, pero es que, en verdad, no hay más que decir porque eso es todo lo que hay: sobresaltos y música atmosférica insulsa, anodina, sosa y aburrida.
TRACKLIST
1. Leatherface (02:45)
2. He’s A Bad Man (04:01)
3. Erin and Kemper (01:07)
4. Hewitt House (01:09)
5. Driving With A Corpse (01:24)
6. Kemper Gets Whacked/Jedidiah (01:56)
7. Crawford Mill (01:50)
8. Interrogation (03:50)
9. Andy Loses A Leg (01:41)
10. You’re So Dead (03:32)
11. Hook Me Up (02:40)
12. My Boy (03:15)
13. Morgan’s Wild Ride/Van Attack (04:35)
14. Mercy Killing (02:59)
15. Prairie House (03:13)
16. Final Confrontation (05:25)
17. Can’t Go Back (03:55)
18. Last Goodbye (01:00)
Duración Total: 50’:17’’
Mi calificación de la película: ** sobre *****
Mi calificación de la banda sonora: ** sobre *****
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Gran, gran texto, minucioso análisis de una película de la que se puede obtener muchas y distintas lecturas. Agradezco infinitamente al autor, todo el tiempo y dedicación
ResponderEliminarHola, Veladiz
ResponderEliminarMuchísimas gracias a ti por tus amables palabras. ;-)
Un saludo!
Qué buen posteo! Soy fanática de esta película! Gracias por el aporte!
ResponderEliminarSaludos!
Hola, Lavieenrose,
ResponderEliminarMuchísimas gracias a ti por el feedback! ;-)
Un saludo cordial!
No sabia que estaba basada en sucesos reales. Entretenido e informativo el articulo. Buen trabajo gracias por compartirlo.
ResponderEliminarHadad.
Muchas gracias, Hadad. Un saludo cordial!
ResponderEliminarHola ^_^, no he visto el remake, pero totalmente de acuerdo respecto a la original. Recuerdo haberla visto por primera vez con 10 u 11 años y tuve pesadillas. Hoy día es una de mis películas favoritas. La mejor palabra para describirla es ¡Mítica! Cambio el género para siempre, una obra maestra echa y derecha.
ResponderEliminarHe podido apreciar que dices que el remake de "The ring" es penoso, cosa que, educadamente discrepo totalmente. A mi parecer "The ring" es un de los mejores remakes que existe y la considero muy superior a la original. De las mejores películas de terror de este siglo en mi opinión. Mas teniendo en cuenta la brutal decadencia del género en estos últimos tiempos. Bueno, cada loco con su tema xD, eso si, la segunda si que es mierda :P
Muy interesante articulo, gracias por escribirlo. Espero que me respondas. Saludos ^_^
Hola, Ivo
ResponderEliminarGracias por tu feedback y tu aporte. El remake de "The Ring" me parece que adolece de todos los males que caracteriza al cine de terror hollywoodiense mainstream. Carece de personalidad y lo que hace es adaptar el original a un público más mayoritario, con todo lo que esto conlleva. Personalmente no le encuentro ningún atisbo de interés. Un saludo! ;-)