miércoles, 23 de junio de 2010

De ángeles y demonios





Hará unos quince años, un tal Gregory Widen dirigió una serie B de terror sobrenatural y de modesto presupuesto titulada originalmente "The Prophecy" (1995), la cual fue estrenada en nuestro país como "Ángeles y Demonios". La película partía de una interesantísima premisa que se desviaba de esa visión idealizada y romántica que se suele tener en nuestra cultura acerca de los ángeles como estandartes de la pureza, el amor y la paz, en oposición a los demonios y aquéllos que han renegado de Dios.




Dios, que es justo, pagará con sufrimiento a quienes los hacen sufrir a ustedes. Y a ustedes que sufren, les dará descanso, lo mismo que a nosotros. Esto sucederá cuando el Señor Jesús se manifieste desde el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles. (2 Tesalonicenses 1:6,7)

Alaben al SEÑOR, ustedes sus ángeles, paladines que ejecutan su palabra y obedecen su mandato. (Salmo 103:20)

Alábenlo, todos sus ángeles, alábenlo, todos sus ejércitos. (Salmo 148:2)

¿Crees que no puedo acudir a mi Padre, y al instante pondría a mi disposición más de doce legiones de ángeles? (Mateo 26:53)

Cuando [Dios] lanzó contra ellos el ardor de su ira, de su furor, indignación y hostilidad: ¡todo un ejército de ángeles destructores! (Salmo 78:49)

El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los que pecan y hacen pecar. (Mateo 13:41)

Así será al fin del mundo. Vendrán los ángeles y apartarán de los justos a los malvados, y los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes. (Mateo 13:49,50)

Se desató entonces una guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron al dragón; éste y sus ángeles, a su vez, les hicieron frente, pero no pudieron vencer, y ya no hubo lugar para ellos en el cielo. Así fue expulsado el gran dragón, aquella serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, y que engaña al mundo entero. Junto con sus ángeles, fue arrojado a la tierra . (Apocalipsis 12:7-9)

Vi además a un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Sujetó al dragón, a aquella serpiente antigua que es el diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años. Lo arrojó al abismo, lo encerró y tapó la salida para que no engañara más a las naciones, hasta que se cumplieran los mil años. (Apocalipsis 20:1- 3).

El hecho de que en las Escrituras se hable de un "ejército de Dios" ya nos da una cierta idea del carácter belicoso y militar que podían llegar a tener algunos, los cuales vivían para acatar los designios de Dios, fueren estos cuales fuesen. No es de extrañar, por tanto, que pudieran vaticinar el advenimiento de alguna catástrofe o desgracia sobre la humanidad siempre que Dios decidiera castigar a los hombres por sus pecados. El ángel, en definitiva, era la mano armada de Dios, los intermediarios entre Dios y el hombre, a quien transmitían mensajes no siempre halagüeños.



Volviendo a "Ángeles y Demonios"... no sólo resultaba interesante su enfoque de los ángeles en oposición a lo que solía ser habitual en el cine de terror sobrenatural, sino incluso también a la hora de retratar a Lucifer. Y es que, en esta película, curiosamente, no es Lucifer, interpretado por Viggo Mortensen, el enemigo maligno al que nuestros protagonistas deben hacer frente, sino más bien el mismísimo arcángel Gabriel, intepretado por un soberbio Christopher Walken. La muy carismática actuación de Walken constituye uno de los principales alicientes para ver y disfrutar de esta reivindicable y muy estimable contribución al cine de terror carente de pretensiones. El éxito de "Ángeles y Demonios", la cual cuenta asimismo con una estupenda banda sonora de David C. Williams, propiciaría la aparición de dos secuelas, de las cuales únicamente la primera merece nuestra atención. Pero ésa es otra historia...



Diez años más tarde, por cierto, se estrenaría la muy entretenida "Constantine" (2005), que recuperaría, desde una perspectiva más "mainstream", al personaje de Gabriel, en esta ocasión interpretado por una sexualmente ambigua Tilda Swinton y siguiendo un planteamiento similar en donde la frontera entre el bien y el mal no está tan claramente delimitada como uno cabría esperar.



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