miércoles, 23 de junio de 2010

John Carpenter: Pesadillas musicales de un Genio




1. Introducción.

La invaluable contribución de este genio llamado John Carpenter al género fantástico no se restringe única y exclusivamente a la dirección y producción de películas, ni tampoco a los guiones de éstas. Consciente de la importancia de todos y cada uno de los distintos elementos audiovisuales sobre los que se sustenta una historia, Carpenter ha tratado casi siempre de involucrarse por completo en todos sus proyectos cinematográficos, lo cual le ha llevado, acertadamente, a componer él mismo la banda sonora de la mayor parte de sus películas.




Aprovechando su sólido bagaje musical, y tomando como vehículo de expresión musical los sintetizadores, John Carpenter ha creado un estilo único e inconfundible con el que dar forma y ambientar sus oscuras pesadillas. A continuación ofrecemos un intenso repaso por la trayectoria musical de este genio, centrándonos en su contribución al género de terror, en el que su genio despunta especialmente. Este artículo fue publicado originalmente en la web BSOSpirit.




2. Los comienzos.

John Carpenter nació en Carthage, Nueva York, el 16 de enero de 1948. Fueron películas de terror y ciencia ficción tales como "It Came From Outer Space", "Forbidden Planet" o "Creature from the Black Lagoon" las responsables de que acabara dedicándose al mundo del séptimo arte. Podemos decir, por tanto, que su vinculación al cine ha estado desde siempre ligada al género fantástico, que despertó en un joven Carpenter una sincera y ávida cinefagia que acabó por llevarle a dirigir clásicos del género fantástico. Antes, tendría tiempo de dirigir algunas películas en formato 8 mm, tales como "Gorgon", "The Space Monster", a la que el propio Carpenter no parece tener mucho interés en que darle publicidad hoy día.

Estudió en la Universidad de Western Kentucky, donde su padre Howard ejercía de profesor de música, y en la Universidad de Southern California, donde estudió lenguaje cinematográfico. En 1970, rodó un corto, titulado "The Resurrection of Bronco Billy", que ganó un premio de la Academia en la categoría de Mejor Corto de Acción ese mismo año. Fue su experiencia positiva con este corto la que llevó a Carpenter a rodar y estrenar, unos años después, su primer largometraje, titulado "Dark Star" (1974), en el que Carpenter ya estuvo implicado por completo en múltiples facetas, como sería habitual en el director.



Su segundo largometraje sería la excelente "Asalto a la Comisaría del Distrito 13", una película que ha acabado alcanzando el status de “película de culto”, y que, hoy día, goza con el clamor y la admiración de tanto público como crítica. En este thriller se encuentran algunos de los rasgos característicos de la filmografía del director: unos personajes outsiders, que viven al margen de las leyes y convencionalismos, tipos duros y mujeres igualmente duras alejadas del estereotipo de chica frágil tan en boga en el cine durante tantas décadas. "Asalto a la Comisaría del Distrito" es además un sentido homenaje por parte de Carpenter a su adorado director John Ford, bajo la forma de un thriller planteado en clave de western. Carpenter consiguió mantener el ritmo con un pulso encomiable durante toda la película, que está muy por delante de la época en la que se hizo. La música de Carpenter para esta película es igualmente ilustrativa, ya que en ella se encuentran muchos de los patrones rítmicos y sonidos que caracterizan su “sello” personal. Por cierto, que esta banda sonora fue la "culpable" de que un joven alemán llamado Hans Zimmer decidiera dedicarse a la música de cine...




3. "La Noche de Halloween".

En 1978 rodaría su primera gran película de terror, "Halloween", una película que ayudó a cimentar aún más la popularidad de un subgénero incipiente, el "slasher", que ya había tenido precedentes como "Reazione a Catena" (1971) de Mario Bava, "Black Christmas" (1974) de Bob Clark o "Communion" (1976) de Alfred Sole. A diferencia de sagas que surgieron después, y que quedaron irremediablemente empañadas por la sombra de ésta, "Halloween" es una fascinante película de terror psicológico más que de terror visceral o gore, elevando la figura del asesino psicópata a la categoría de arquetipo del Mal, a secas, cubierto por una máscara que impide discernir sus facciones, las cuales pierden relevancia en el contexto del film, ya que Michael Myers no se trata de un asesino cualquiera, sino de la personificación del Mal con mayúsculas, y, como tal, no puede ser destruido. Carpenter procura aportar al personaje un pasado y unos rasgos de identidad que muestran un interés por ahondar en la esencia del mal, así como entender sus motivos. Sin embargo, lo terriblemente aterrador es que, directamente, no hay motivos. Un joven niño acuchilla repetidas veces a su madre, y se despierta un afán homicida y sanguinario que contrasta con su apariencia tranquila y calmada, inmutable. Myers no es el típico modelo de asesino psicópata que se mueve impulsivamente, sino que en todo momento conserva una frialdad y una impasibilidad que le otorgan un valor mitificador. Myers asesina sin arrepentimientos ni escrúpulos, sin ningún motivo necesariamente, simplemente mata. Carpenter se las ingenió para describir esta historia de un modo elegante en el que primaba la atmósfera por encima de todo, secundado por excelentes actores entre los que habría que destacar al genial Donald Pleasence y a una jovencísima Jaime Lee Curtis, que repetirían con Carpenter unos años después.



¿Y qué podemos decir de la música? Se cuenta que Carpenter mostró su película, sin los efectos de sonido ni música alguna, a una joven ejecutiva de la productora 20th Century Fox, la cual no pareció quedar muy convencida, argumentando que no producía miedo alguno. Carpenter, tomando como inspiración a su admirado Bernard Herrmann, más concretamente su música para la película "Psicosis", compuesta igualmente con medios limitados, y a Morricone, comenzó la labor de composición de la música que iba a tener su película. Unos seis meses después, Carpenter mostró de nuevo su película con la música a la misma ejecutiva, la cual no pudo por menos que reconocer hasta qué punto cambiaba la valoración de las imágenes con el score añadido.

Anécdotas como ésta demuestran hasta qué punto Carpenter ha sabido siempre ambientar y sacar provecho de sus limitaciones técnicas y económicas para crear bandas sonoras aparentemente sencillas pero tremendamente eficaces, que se acoplan perfectamente a las imágenes de las películas, creando sólidas atmósferas a partir de la cual desarrollar historias y personajes llevados a situaciones límite. El score de Halloween es un alarde de simplicidad rayando lo minimalista. El célebre tema principal está basado en la reiteración de un mismo patrón melódico sobre un fondo rítimico constante, inspirado en un ejercicio que le enseñó su padre con los bongos. Dicho tema es, a día de hoy, uno de los clásicos indiscutibles de la música de terror de todos los tiempos, y una buena prueba de que lo sencillo no tiene por qué ser “simple” peyorativamente hablando.



Por desgracia, un buen tema no hace una buena banda sonora, y sin embargo el score de "Halloween" ofrece poco más como audición independiente de la película. La mayor parte de los temas tienen una finalidad descriptiva y por tanto carecen de la necesaria autonomía como para ofrecer, en el compacto, una experiencia auditiva completamente gratificante. Por el contrario, el uso de sonidos electrónicos como elementos ambientales acaba por resultar cansino e incluso aburrido. Por si eso no fuera suficiente, el score de "Halloween" tal y como lo editó Varèse Sarabande en 1998 tiene, paradójicamente (tratándose de Varèse), más duración de la deseable. Y es que, aparte del tema principal, hay poco más de interés en un score que acaba por ser tremendamente funcional.

"Halloween" resultó ser un fracaso de crítica, aunque afortunadamente el tiempo ha puesto esta gran película en su lugar, elevándola a la categoría de auténtico clásico del género de terror, que inauguró una de las primeras y más rentables franquicias del cine, aunque, como es de rigor, ninguna de las secuelas pueda equipararse a la primera en originalidad, creatividad, inspiración y genio, y por supuesto ninguna tuvo el impacto de la primera en el momento de su estreno. Carpenter ejerció de productor, escritor y compositor para las dos primeras secuelas de la serie, estrenadas respectivamente en 1981 y 1982.


4. "La Niebla".

Antes que eso, sin embargo, Carpenter rodó otro de sus clásicos incuestionables: "La Niebla" (1980). Es éste uno de los trabajos más atmosféricos de Carpenter, tanto en su labor de director como de compositor. Una vez más, Carpenter tejió una estremecedora historia en la que lo sobrenatural invade el mundo ordinario, amenazando la estabilidad, si bien en esta ocasión existe un detonante, que guarda relación con los más bien turbios orígenes de Antonio Bay, en la víspera de su primer centenario. Una serie de personajes, entre los que encontramos una vez más el rostro de Jaime Lee Curtis, se ve arrastrados a una demencial pesadilla cuando los cadáveres de un barco que naufragó cien años atrás despiertan de su letargo y buscan venganza en los descendientes de los que conspiraron para quedarse con el oro que transportaban, haciéndoles naufragar. Tal y como ocurriera en "La Noche de Halloween", "La Niebla" es una película más sugerente que explícita, si bien, como es característico en la obra de este autor, no esté exenta de una cierta brutalidad, sobre todo a la hora de imaginar el fin que los cadáveres resucitados deparan a algunas de sus víctimas. Sin embargo, "La Niebla" es un brillante ejercicio de suspense, en el que Carpenter recurre a la fotografía y música para crear una atmósfera opresiva, angustiosa, realmente genial. Los personajes principales, una vez más, distan mucho de ser estereotipados, si bien Carpenter no ahonda en demasía en ninguno de ellos.



Con respecto a la música, el propio Carpenter cuenta que en un principio no estaba nada satisfecho con la película, la cual, literalmente, no funcionaba de cara al público. Algo angustiado por la presión (después de todo era su primera película importante después de "La Noche de Halloween"), terminó de editar la película y se puso a trabajar en la banda sonora, esperando que ésta pudiera, de algún modo, “salvar aquel desastre”. No solamente no lo hizo, sino que incluso contribuyó a agravar el resultado final. Carpenter definió la película en los siguientes términos “The movie I had made was clunky, clumsy and awful. The music was heavy-handed and ovious.” El director definió aquél como el punto más bajo en su carrera profesional.

Afortunadamente, con la ayuda de Debra Hill, que colaboró en la escritura del guión, y el habitual colaborador del director, Tommy Lee Wallace (director de películas como "Noche de Miedo II" o "Vampires: Los Muertos"), Carpenter rescribió , volvió a rodar y editar la película, e igualmente volvió a componer la música para la misma. En sólo un mes. El resultado final fue una gran película y, como el mismo Carpenter reconoce, una de sus mejores bandas sonoras hasta la fecha.



Al igual que "La Noche de Halloween", "La Niebla" es un score no muy melódico, aunque en su conjunto es un trabajo más redondo, maduro y elaborado que el anterior. El tema principal es de una gran simpleza. Mucho más interés ofrecen cortes como "Matthew Ghost Story" o "Finale", los cuales, a partir de la repetición de tres notas, crean un magnífico estado de suspense y misterio. "La Niebla" consta principalmente de una serie de temas que van urdiendo macabras marchas y creando atmósferas a cada cual más lúgubre. No hay mucha variedad temática, aunque haya algunos motivos reconocibles que se van repitiendo durante todo el cd. Este score cuenta con algunos de los mejores momentos en toda la discografía de este versátil autor, como por ejemplo "Antonio Bay" o "Rocks at Drake’s Bay". Pero lo mejor con diferencia de disco es su impresionante "Reel 9", todo un prodigio de música de terror en estado puro. Este tema puede considerarse como una marcha fúnebre y amenazadora, sustentada por una obsesiva percusión y una serie de efectos sonoros que recrean un ambiente de pesadilla. En general el tono de este score es bastante contenido, igual que la película, y su énfasis por crear terroríficas atmósferas en detrimento de distinguibles y pegadizas melodías puede suponer un inconveniente en algunas personas. Con todo, estamos ante uno de los mejores trabajos del director, y, como tal, es tan imprescindible en su conjunto como "La Noche de Halloween" por su tema principal.




5. Las secuelas de "Halloween" y otros proyectos.

Para "Halloween II", Carpenter usó el material de la primera película, aunque suenan distintos gracias a unos arreglos que él mismo realizó, junto a su colaborador habitual Alan Howarth, y al uso de tecnología más avanzada. El resultado es un disco carente de mucho interés y reservado exclusivamente para incondicionales del director y coleccionistas de pro.



Mucho más interés ofrece, al menos musicalmente hablando, el score de "Halloween III: Season of the Witch". Esta película trató de abandonar la temática y personajes de las dos anteriores películas, y crear una historia original que huyera de las situaciones y convenciones introducidas en la película original y repetidas en la anterior secuela. El resultado fue un fiasco tanto de taquilla como de público, lo cual provocó que, a partir de ese momento, las restantes secuelas recuperarían al personaje creado por Carpenter en los 70: Michael Myers.

Sin embargo, musicalmente hablando "Halloween III" es uno de los logros personales más interesantes de este director. Consciente de la necesidad de buscar nuevas fórmulas que se correspondieran con una película de "Halloween" completamente distinta a las anteriores, Carpenter consiguió crear el suficiente material original como para contribuir a darle a la película una autonomía de la que las restantes secuelas carecen, sin al mismo tiempo renunciar al uso de algunos motivos que permiten asociar la música a una película de "Halloween". El tema más espléndido de este score es indudablemente el de "Chariots of Pumpkins", un tema fascinante interpretado por Carpenter y Howarth usando tecnología de vanguardia de la época, y en el que predomina un martilleante y obsesivo patrón rítimico electrónico que crea un efecto realmente espectacular.



Otro tema destacable, "First Chase", es una interesante variación del célebre tema de "Halloween", lo suficientemente distinto como para que no se considere una nueva versión o arreglo del mismo tema de siempre, y al mismo tiempo lo suficientemente parecido como para que el oyente lo asocie a la primera película. En definitiva, "Halloween III: Season of the Witch" ofrece, tanto temática como ambientalmente una mayor riqueza y variedad que las anteriores dos bandas sonoras de la saga, y en general podemos considerar este score como uno de sus trabajos más interesantes y bien ejecutados, aunque, injustamente, no sea uno de sus scores más conocidos o escuchados.



Después de "La Niebla", Carpenter dirigió una de sus películas de culto: "Escape de Nueva York" (1981), una fascinante película en la que el maestro cambia el terror por la acción futurista, con Kurt Russell, que ya había trabajado anteriormente con Carpenter en su pequeño homenaje al rey del rock, "Elvis", como protagonista. La película contaba con una igualmente excelente banda sonora, repleta de complejos ritmos, secuencias y sonidos electrónicos. Una auténtica joya.




6. "La Cosa".

En 1982, Carpenter dirigió la que está considerada como su obra maestra, "La Cosa", un remake de un pequeño y muy inferior film de ciencia ficción de 1951 titulado originalmente "The Thing from Another World", con Russell una vez más como protagonista absoluto de esta maravilla. Carpenter vuelve a utilizar elementos recurrentes en su cine, como el aislamiento de una serie de individuos en una situación límite en la que, al contrario que en su anterior "Asalto a la Comisaría del Distrito 13". el peligro no venía de fuera sino de dentro. Con momentos realmente truculentos e impactantes, "La Cosa" aúna suspense, terror y violencia a partes iguales. Para el recuerdo queda la escena de la amputación de los brazos de uno de los pobres aislados cuando intentaba reanimar el cuerpo ya poseído de uno de sus compañeros. Su final, trágico y apocalíptico, contribuyó igualmente a hacer de ésta una de las películas que mayor respeto y admiración despiertan en el público, no sólo en los admiradores del trabajo de Carpenter, sino también en sus mismos detractores.



Suponemos que, agobiado por la cantidad de trabajo que tenía sobre sus hombros (dirección de "La Cosa" y "Christine", composición de la música para "Christine" y "Halloween III: Season of the Witch"), Carpenter prefirió delegar la responsabilidad de componer la música para "La Cosa" en otra persona. Y quién mejor que uno de los músicos más admirados por el director, el mismísimo Ennio Morricone, que accedió a componer la música. Con respecto a la relación profesional que mantuvieron ambos genios durante el transcurso de dicha colaboración, mucho se ha hablado y especulado acerca de lo tensa que dicha relación llegó a ser, máxime cuando Morricone mostró su descontento con el uso que Carpenter había hecho de su música, no incluyendo gran parte de ella en el montaje final. Morricone cuenta que la primera vez que se reunió con Carpenter para hablar de la música él ya tenía preparado una serie de maquetas con temas provisionales para que Carpenter eligiera qué tipo de música prefería en su película. Morricone no parece mostrarse muy sorprendido cuando éste, tal y como el músico cuenta, eligió el tema que más sonaba a su propio estilo. Esto explicaría por qué, en general, el score de Morricone suena más a Carpenter que al mismo Morricone. También se comenta que algunos cortes de la banda sonora contaron con la colaboración directa del mismo director, de modo que una parte del score habría estado, si no compuesto, al menos sí muy influido por el tipo de música que Carpenter quería para su película. De todos modos, el score de "The Thing" dista mucho de ser una gran obra, y acaba resultando algo pesado por momentos, aunque en la película cumple su papel a la perfección en todo momento.




7. "Christine" y otros proyectos.

Tal fue la repercusión que tuvo "The Thing" entre el público (que no la crítica, la cual, nuevamente, se cebó en la película), que Carpenter dispuso de un presupuesto lo suficientemente holgado como para permitirse adaptar a la gran pantalla una obra menor del rey del terror, Stephen King, ese mismo año. Si el propio Stephen King ha mostrado su descontento hacia su relato en alguna ocasión, John Carpenter acabó igualmente mostrándose insatisfecho en relación a su película, debido en parte al coche. Carpenter reconoce, frustrado, que no consiguió que el coche fuera lo suficientemente amenazador. Aparte de las críticas que tiene esta película, incluso por el mismo director, el caso es que "Christine" es una película bastante digna y muy infravalorada, junto con su remake de "El Pueblo de los Malditos". Reconozcamos que el material literario del que partía Carpenter no daba tampoco juego a que el director pudiera crear un film estremecedor. Aún así, merecen un especial crédito las escenas en las que el coche da cuenta de sus enemigos, ya sea persiguiendo a sus víctimas por estrechísimos callejones hasta acabar aplastándolos o bien envuelto en llamas como un ángel vengador, todo ello secundado por su inconfundible música.



En "Christine" las canciones tenían una especial importancia argumental, en tanto que reflejaban y eran indicatorias del estado emocional del coche en cada momento. Por este motivo, la banda sonora de esta película ha estado representada más por canciones como "Bad to the Bone" antes que por el propio score de Carpenter. Sin embargo, y aunque este disco esté muy lejos de ser un gran trabajo, sí cuenta con los suficientes alicientes como para merecer la atención del entusiasta de este director y su peculiar estilo musical.

"Christine" es en general un trabajo de lo más discreto, en el que destacan las emocionantes "Moochie’s Death", o "Christine Attacks (Plymouth Fury)". En realidad ambas son versiones ligeramente distintas de un mismo tema, consistente en una fría melodía a base de ocho notas que se repiten recurrentemente, secundadas por un patrón rítmico constante muy en la línea del estilo del autor. Las diferencias entre ambos temas son sutiles pero significativas. En "Moochie’s Death", hay mayor riqueza rítmica, en tanto que el ritmo inicial va cobrando mayor riqueza y complejidad gradualmente, a base de superponer ritmos y texturas electrónicas e incrementar la velocidad gradualmente a medida que Christine va acercándose más y más a su acorralada víctima, provocando una sensación de angustia y frialdad. En el momento en el que el coche extermina al personaje, la música se apaga en un siniestro fondo musical que va paulatinamente sumiéndose en el silencio.





En "Christine Attacks" la diferencia fundamental tiene que ver con el sonido utilizado para la melodía central. Carpenter combina distintas posibilidades, y poco a poco el corte va cobrando mayor fuerza y una mayor sensación de amenaza. El uso de instrumentos electrónicos se revela como una perfecta elección a la hora de describir los asesinatos perpetrados por una máquina tan letal como Christine. La música es fría como una máquina, aunque ciertos temas, como "Arnie’s Love Theme", posean una mayor calidez emocional. Con todo, en su conjunto este score no ofrece mucho más, y sus escasas virtudes acaban viéndose abrumadas por la monotonía general que caracteriza este funcional score.



En 1984 Carpenter cambió de registro con su emotiva "Starman", una bella fábula de ciencia ficción protagonizada por Jeff Bridges, que le valió una nominación al Óscar. Se trata de una preciosa película en la que Carpenter relegó las tareas de composición en Jack Nitzsche, que ofreció una preciosa banda sonora con un tema central inolvidable.

En 1986 Carpenter abordó el género de acción con la maravillosa "Golpe en la Pequeña China (Big Trouble in Little China)", una fantástica película que combinaba aventuras al más puro estilo Carpenter, con Russell nuevamente al frente de la historia, artes marciales y fantasía oriental. La banda sonora, co-compuesta nuevamente por el tándem Carpenter-Howarth, combina sonidos rockeros con los puramente electrónicos marca de la casa, sin perder un cierto toque oriental.




8. "El Príncipe de las Tinieblas" y otros proyectos.

Un año después John Carpenter volvió por sus fueros con la apasionante "Prince of Darkness", que supuso el muy de agradecer regreso de este maestro al género en el que es ya un maestro consagrado, el terror. "Prince of Darkness" es una película ambiciosa en cuanto a sus objetivos. En el sótano de una vieja iglesia abandonada se esconde un terrible y oculto mal, más antiguo que el hombre, cautivo en una especie de urna en la forma de un extraño líquido verde que parece tener vida propia. Un sacerdote, interpretado por Donald Pleasence, encuentra entre las pertenencias de otro religioso un diario en el que se habla de una secta a la que éste pertenecía, encargado de custodiar el terrible mal oculto bajo tierra, así como una llave que permite el acceso a la cámara en la que la esencia del mal, espera, aguarda su turno. El sacerdote descubre la urna y llama a un antiguo amigo, que trabaja como profesor de universidad, para que acuda con un grupo de estudiantes suyos de física para que investiguen cuál es la naturaleza de lo que está contenido en el recipiente. El profesor, interpretado por el estupendo Victor Wong, que ya colaborara con Carpenter en "Golpe en la Pequeña China", se establece con sus estudiantes en la iglesia, montan un pequeño laboratorio y comienzan con las investigaciones. Finalmente descubren que la verdad es mucho más aterradora de lo que jamás podrían haber llegado a suponer: aquel líquido viscoso no es sino la esencia del Anticristo, el mal en su estado puro, que, según una antigua profecía, despertará para liberar a su padre, el mismísimo Satán. Para ello, el líquido cobrará vida propia e irá convirtiendo a los estudiantes en zombies sedientos de sangre que servirán a sus fines, mientras que, fuera, un grupo de vagabundos de aspecto demoníaco, liderados por un aterrador Alice Cooper, impedirán a los supervivientes cualquier posibilidad de escape. El infierno se ha desatado, y el futuro de la humanidad está en manos de unos pocos, algunos de los cuales tendrán que pagar un precio muy alto para derrotar a la esencia del mal y sabotear sus mezquinos planes para la humanidad.



"Prince of Darkness" es una delicia de película. Puro Carpenter. Emocionante, con una atmósfera excelente, buenas interpretaciones, una historia muy interesante, aunque quizás peque de una conclusión un tanto precipitada y que no está a la altura de todo lo anterior, pero es que todo lo anterior es tan estupendo que apenas importa tanto. Y qué decir de la música... realmente trepidante. El score de "Prince of Darkness" está considerado como una de las mejores bandas sonoras del maestro del terror. Se trata de un album bastante atmosférico, si bien, y a diferencia de "La Niebla", las atmósferas y ambientes encontrados en esta joya de banda sonora son mucho más adrenalíticas y delirantes, y por tanto de un tempo más acelerado. El tema inicial, "Opening Titles", comienza con unos sonidos característicos de Carpenter, secundados por los teclados y unas voces que crean un efecto de misterio y amenaza, a medida que la música cobra mayor intensidad. Entonces se puede escuchar un bello tema de seis notas, evocador y nostálgico, muy triste, y de una belleza atemporal. Este tema volverá a escucharse en el tema final, una vez que el mal ha sido derrotado, aunque a un precio muy alto. En cierto modo podemos asociar este tema a uno de los personajes centrales de la película, el de la novia del protagonista, y que, como en tantas películas de Carpenter, está muy alejada del estereotipo de mujer florero. El destino de la humanidad recae, en última instancia, en sus manos, y de ella dependerá que el Príncipe de las Tinieblas pueda llevar a cabo sus planes o no. Ese destino trágico, unido a una genial sorpresa relativa al personaje que Carpenter deja entrever hacia el final de la película, aparecen retratados en este tema.



En general la música de buena parte de la primera mitad del film es bastante contenida, aunque al mismo tiempo contiene la suficiente tensión como para que el espectador se de cuenta de que lo mejor está aún por llegar. Carpenter va creando una tensión in crescendo que acaba por desatarse en el instante en el que Anticristo despierta y los zombies empiezan a vagar por el edificio. A partir de ese momento, el infierno se desata, no sólo en la película, que se convierte en una angustiosa y frenética pesadilla de muertos vagando por el edificio persiguiendo a los que pugnan por sobrevivir, sino también, especialmente, en la música, que contribuye como ninguna otra a darle ese tempo acelerado de pesadilla a la película. El score de "Prince of Darkness", en ese sentido, es un ejemplo de hasta qué punto la música de Carpenter consigue adecuarse a las imágenes e incluso impulsarlas y elevar la historia a otro nivel mucho más emocional.

Mención especial merecen dos temas, "Hell Breaks Loose" y "The Devil Awakens", que merecen constar en cualquier recopilación antológica sobre Carpenter que se precie. Ambos son temas potentes, trepidantes, apabullantes y contundentes, que dejan al espectador pegado a la butaca delante del televisor. La música de Carpenter siempre se ha caracterizado por su sentido del ritmo, y en este sentido "Prince of Darkness" es uno de sus logros más absolutos en cuanto al empleo de complejos sonidos, ritmos y efectos espeluznantes, que llevan al espectador en un viaje al mismo infierno. En "Hell Breaks Loose", la situación dentro de la iglesia se ha descontrolado, y nuevas víctimas empiezan a vagar por los pasillos de la Iglesia, persiguiendo a aquellos que todavía han conseguido mantenerse intactos. Los que intentan escapar, el Hijo del Diablo les tiene deparados un destino igualmente macabro, perpetrado por los que rodean en edificio. En el siguiente video pueden ver una pequeña muestra del genio de Carpenter a la hora de aunar música e imagen para sumergir al espectador en una pesadilla de proporciones lovecraftianas. Una Obra Maestra:



En "The Devil Awakens", el comienzo es lento y calmado, pero al mismo tiempo muy intrigante. Uno tiene la sensación de estar en la antesala de algún misterio ancestral a punto de ser revelado. El Anticristo ha despertado y ha tomado el cuerpo de una de las estudiantes, y se dispone a liberar a su padre, para poder así desatar el infierno en la tierra. Únicamente el doctor y unos pocos estudiantes han logrado escapar, y están acorralados por sus compañeros, convertidos en zombies malignos. En el minuto 3:10, el corte empieza a cobrar ritmo e intensidad, y se escucha un estremecedor tema basado en una secuencia de cinco notas arropadas por unos ritmos cada vez más demoledores. Cuando parece que el tema pierde fuerza y vuelve a un tempo más calmado en el minuto 4:44 Carpenter nos recuerda que estamos en el momento climático de la historia y que no hay vuelta atrás. A partir de este momento, el corte no concede un momento de respiro, mientras nuestros protagonistas intentan detener al Anticristo, que ya ha entrado en contacto con su padre. La situación es cada vez más grave. La música utiliza además de otros efectos de sonidos lo que parecen ser gemidos y susurros de deidades demoníacas propias de una historia de H.P. Lovecraft. Nuevamente, para "disfrutar" de este corte dentro de la película, recomendamos reproducir el siguiente video:



En definitiva, podemos decir que "Príncipe de las Tinieblas" es una de esas películas en las que la música juega un papel fundamental a la hora de crear tensión y suspense, hasta tal punto que en buena parte de la segunda mitad de la cinta, toda la carga dramática y emocional recae sobre la misma.

En 1988 Carpenter regresó a la ciencia ficción con la película "Están Vivos" ("They Live"), en la que participaba nada más y nada menos que Roddy “El Gaitero” Piper, una famosa estrella de lucha libre americana, y que cumplió perfectamente su cometido como nuevo tipo duro del cine de Carpenter. Esta película es una ingeniosa sátira de la sociedad de consumo en la que vivimos, y cuenta con un guión inteligente, mucha acción, y una banda sonora con un tema principal algo macarra.



Los 90 fue una década irregular para el genio del suspense. Su primera película, "Memorias de un Hombre Invisible" (1992), es una mediocre comedia a la mayor gloria del cómico Chevy Chase y sin mucha chispa.

En 1993 llegaría "Bodybags", una cinta de terror en la tradición de "Creepshow", basada en tres historias cortas, las dos primeras de las cuales están dirigidas por Carpenter (el cual incluso se permite un cameo en una de las historias) y la tercera por Tobe Hopper. El resultado es una decente película para televisión que contaba con un score co-compuesto por Carpenter y Jim Lang, con el que volvería a colaborar en su siguiente y fenomenal película, "In the Mouth of Madness" ("En la Boca del Miedo"), con Sam Neill como protagonista.




9. "En la Boca del Miedo".

"In the Mouth of Madness" es un nuevo homenaje por parte de Carpenter al siempre fascinante mundo del escritor visionario Howard Philips Lovecraft, del cual ya encontramos ciertas referencias en obras anteriores como "La Niebla". Esta película recibió algunas de las mejores críticas de toda su carrera, e incluso fue nominada en la categoría de "Mejor Película de Terror" en la gala de los premios "Saturn". La historia narra el descenso a la locura y el horror de un investigador (Sam Neill) que es contratado para encontrar a un famoso escritor (Jürgen Prochnow) de literatura de terror extrañamente desaparecido y cuyas obras parecen provocar reacciones nada usuales entre sus lectores. Naturalmente, el detective piensa que se trata de una operación de marketing hábilmente elaborada para atraer la atención, mas a medida que va adentrándose en la investigación la frontera entre la realidad y la ficción va haciéndose más y más difusa, y la cordura acabará cediendo a la locura y el horror. "En la Boca del Miedo" es una película de terror muy inteligente, en la que Carpenter muestra su maestría en el género dosificando hábilmente los elementos más espeluznantes, y creando una tensión que va aumentando progresivamente. El espectador se convierte en un compañero de investigación del detective y contempla el deterioro gradual de su cordura a medida que el horror lovecraftiano va tomando forma y va invadiendo nuestras vidas. El final de esta película, apocalíptico, entronca con el de otras películas suyas como "La Cosa".



El único punto débil de esta gran película, inusualmente, es la banda sonora, co-compuesta por Carpenter y Jim Lang, que empieza con tema cañero al estilo Carpenter, con predominio de sonidos acústicos y rockeros, lo cual desentona por completo con el resto del score (y también con la temática de la película, me atrevería a afirmar).



Las guitarras eléctricas pasan a un muy discreto segundo plano a partir de los siguientes cortes, que constituyen una serie de atmósferas electrónicas un tanto soporíferas y monótonas que apenas consiguen despertar el interés del oyente salvo en unas contadas excepciones. En oposición a los ambientes de "La Niebla", que conseguían mantener el interés e incluso provocar cierto desasosiego, en esta banda sonora acaban resultando reiterativos, redundantes, y sin mucho interés. Para más inri, el score se presenta en una edición con una hora de música que resulta demasiado para una obra tan insustancial y anodina. Hay ocasiones en los que menos es más, y en los que la brevedad es una virtud en vez de un defecto, y en "In the Mouth of Mandes", una duración standard de 30 minutos habría beneficiado bastante una banda sonora que se alarga y alarga hasta el tedio. Destacamos, no obstante, algunos aciertos, como por ejemplo los temas "The Old Ones Return", la muy interesante "The Book Comes Back", que se corresponde con la escena final en la que vemos a un afectado Sam Neill paseando por las calles de una ciudad inmersa en la locura y el horror, una ciudad regida por el caos más absoluta, y "Hobb’s End Escape", que se corresponde con el momento en el que el detective y su compañera intentan salir en coche de Hobb's End, para encontrarse que están rodeados por un grupo de zombies que no parecen tener la intención de dejarles salir tan fácilmente. Este tema consigue crear una atmósfera realmente estremecedora, a base de coros demoníacos que parecen pronunciar palabras en alguna lengua maldita olvidada y ritmos muy en su línea.


10. "El Pueblo de los Malditos" y otros proyectos.

En ese mismo año Carpenter dirigió un remake del clásico de los años 60 "Village of the Damned", protagonizado por Christopher Reeve, Kirstie Alley y Linda Kozlowski, y que constituye una de las películas más injustamente infravaloradas de toda la filmografía del director. Es cierto que la película no alcanza el nivel de "In the Mouth of Madness", pero también es cierto que Carpenter consigue sacar todo el provecho de que es capaz del material original, y la película cuenta con momentos muy acertados, como toda la escena inicial, en la que un pueblo queda en un estado de letargo a causa de una extraña fuerza alienígena que deja a las mujeres embarazadas de unas criaturas inquietantes y algo malévolas. El contraste entre la inocente y frágil apariencia de los niños y sus extremo poder e imparable maldad está muy bien aprovechado, sobre todo en las escenas en las que los niños eliminan todos los “obstáculos” que encuentran a su paso. Sin ser de lo mejor de Carpenter, cuenta con buenas interpretaciones, buenos momentos de suspense, un guión bien llevado, una genial conclusión al estilo Carpenter, y una inolvidable banda sonora co-compuesta por Carpenter y Dave Davies.



Dave Davies es el guitarrista y fundador del grupo británico Kinks, y un gran amigo de Carpenter, al que le envió un cassette con una maqueta que, tal y como explica el director, ayudo a definir el rumbo que seguiría a la hora de componer la música para esta película. De esta maqueta surgió el tema "March of the Children", uno de los mejores temas de toda la discografía de John Carpenter. Como el propio nombre indica, se trata de una marcha heroica e inusualmente melódica. El tema principal, interpretado por sintetizadores, es de los más bellos jamás escuchados en una obra de Carpenter, dotado de un lirismo excepcional que refleja la inocencia asociada comúnmente a la infancia. Esta marcha incluye también algunos momentos más amenazadores que reflejan, por un lado, el poder de los niños, y por otro, la amenaza que representan para la humanidad, aunque, como ya he comentado, y por vez primera, Carpenter no deja que esto perjudique la carga melódica de uno de esos temas que realmente elevan el ánimo, apoyado por una potente percusión de carácter casi militar, que indica la férrea disciplina, así como la jerarquía establecida en aquel grupo de niños alienígenas privados de la capacidad de manifestar cualquier tipo de emoción humana. La colaboración entre Davies y Carpenter, en ese sentido, resultó ser tremendamente beneficiosa, ya que permitió al director explorar elementos hasta entonces no muy comunes en su discografía. El resto del score, aunque no llega a igualar en intensidad y carga dramática la marcha inicial, transcurre dentro de los límites de lo correcto, con un cierto tono “new age” que no agradó demasiado a algunos, pero que realmente casa a la perfección con las imágenes de la película.



Si "In the Mouth of Madness" tuvo por lo general una acogida positiva por parte del público y la crítica, "Village of the Damned" cosechó algunas de sus peores críticas, resultando ser un fracaso de taquilla, a lo cual pudo haber influido el hecho de que la película se estrenara una semana después de un bombardeo en Oklahoma a causa del cual murieron muchos niños.

En 1996 Carpenter recuperó a su célebre Snake Plissken en una especie de remake-secuela de su clásico "Escape de Nueva York" titulado en esta ocasión "Escape de L.A.", para el cual volvió a contar con la inestimable colaboración de su actor fetiche Kurt Russell. Con todo, la magia de la primera película era imposible de recuperar, y esta nueva entrega en las aventuras del famoso héroe no logró convencer al público.




11. "Vampiros".

El año 1998, finalmente, nos devolvió al Carpenter inspirado y brillante de los 80, con una de sus mejores películas, "Vampiros". En un momento en el que el género de los chupasangres parecía estar saturado de vampiros monstruitos de barraca de feria tipo "Abierto Hasta el Amanecer", vampiros en plan “Sensación de Vivir” tipo Anne Rice y vampiros románticos que cruzan océanos de tiempo para reencontrarse con reencarnaciones de amores perdidos (dios, qué cruz), Carpenter rescató al vampiro en su concepción más tradicional, como bestias sedientas de sangre sin ningún atisbo de humanidad y sin ninguna intención de compartir el mundo con la humanidad. Los vampiros de esta película son el arquetipo más puro del Mal con mayúsculas, lo cual les exime de cualquier grado de complejidad psicológica rebuscada y cargante que por otro lado no tiene por qué estar justificada en un film de estas características. Los vampiros de Carpenter no buscan formar una familia, ni buscar jóvenes apuestos y bellos a los que convertir para compartir la eternidad, ni tampoco están traumatizados por su condición de chupasangres, ni se alimentan de ratas. Los vampiros de Carpenter son como bestias demoníacas para las cuales los seres humanos no son más que ganado. Los vampiros de Carpenter son conscientes de su condición y se consideran privilegiados, y como emblema del mal, buscan el poder, la destrucción y la violencia. Los vampiros de Carpenter no se alimentan hincando los colmillos con precisión y bebiendo sangre a pequeños sorbos, sino que directamente arrancan trozos de piel del cuello o de cualquier parte de la anatomía de su víctima y sacian su sed como animales. Los vampiros de Carpenter no visten como afeminados ni tienen aspecto remilgado o pulcro, y carecen de cualquier grado de sofisticación en sus maneras. En ese sentido, siguen la línea de los chupasangres encontrados en esa otra obra maestra de los 80, "Los Viajeros de la Noche" de Kathryn Bigelow. Y, también importante, los vampiros de Carpenter no son monstruitos patéticos y horteras a lo "Buffy", sino que conservan el aspecto humano y consiguen plasmar esa dicotomía inherente al vampiro que les hace unos seres tan fascinantes y cautivadores: por un lado, son criaturas atractivas, seductoras, de una belleza salvaje, indómita, aunque a veces también elegante y sofisticada, y por otro lado son bestias sedientas de sangre sin ningún tipo de escrúpulo.



John Carpenter llegó a comentar que llevaba queriendo abordar el mito del vampirismo desde hacía bastante tiempo. Según el propio director, el vampirismo es “the form in which the horror genre, in literature and film, has most directly addressed sexuality”, añadiendo que los vampiros se convirtieron en un símbolo subliminal Victoriano del sexo. Aunque el film de Carpenter no contiene escenas explícitas de sexo, sí que encontramos referencias implícitas, y es que los vampiros interpretados por Thomas Ian Griffith o Shery Lee rezuman sexualidad durante toda la película. Al mismo tiempo que abordaba por vez primera el género de los vampiros, John Carpenter quiso al mismo tiempo rendir homenaje a los westerns de su admirado Howard Hawks, en el que el director está especializado y sobre el que ha impartido clases en el British Film Institute, además de haber preparado algunos documentales e incluso un libro sobre esta figura. De este modo, "Vampiros" de John Carpenter, basado en una obra de John Steakly titulada "Vampire$", es un a modo de híbrido entre cine de terror y westerns, como apunta el genial James Woods, que llegó a llamar esta película “Once Upon a Time in Vampireland”.



"Vampiros" nos devolvía igualmente al Carpenter más directo y brutal en cuanto a la descripción de escenas de alto contenido violento. Sólo los primeros veinte minutos del film contienen más mutilaciones y sangre que cualquiera de las películas dirigidas por Carpenter en los años 90. Especial atención merece la escena del motel Sungod, en la que el líder vampiro aniquila y masacra a todo el equipo de cazavampiros del protagonista en menos de cinco minutos sin que éste pueda hacer otra cosa que huir con otro superviviente y una víctima del vampiro.



La película tiene un arranque visualmente arrollador y potente que te deja pegado a la butaca durante la primera media hora, tras la cual el ritmo se vuelve algo más calmado, lo suficiente como para que conozcamos a los personajes principales y las relaciones que se establecen entre ellos, las cuales se verán afectadas por el transcurso de los acontencimientos. Su recta final recupera el tono frenético y trepidante del mejor Carpenter, aunque pienso que el director podría haber sacado mucho más partido de la confrontación final y del personaje del vampiro líder, uno de tantos y tantos aciertos de esta obra maestra.

Y es que en general hay poco que criticarle a esta soberbia lección de cine, dirigida con pulso por un director en plena madurez e interpretada por unos soberbios James Woods, que, como es natural en él, está fenomenal en el papel de Jack Crow, el líder de los cazavampiros, un tipo que no tiene mucho que ver con la imagen de cazavampiros que se ha prodigado en el cine últimamente: este Jack Crow es un individuo grosero, mal hablado, mal educado, violento y desagradable, sin ningún tipo de escrúpulos a la hora de cumplir y ejecutar su trabajo, sin importar las consecuencias. A su lado está Montoya, interpretado por el mediocre Daniel Baldwin (hey, ¿hay algún Baldwin que no lo sea?), ensombrecido por Woods durante toda la película, el padre Adam Guiteau y la preciosa Sheryl Lee, cuyo papel no le permite brillar en exceso aunque cumple a la perfección con un papel más complejo de lo que parece a simple vista. Ignoraremos las críticas vertidas por algunos acerca del machismo implícito en esta película por el trato dispensado por los cazavampiros a la pobre Katrina, y que, como es habitual, no son más que lamentables intentos de sacar las cosas de contexto y criticar por criticar. Carpenter es precisamente de los directores con más personajes femeninos dignos e interesantes (tómense "Asalto a la Comisaría del Distrito", "Halloween", "La Cosa", o "Fantasmas de Marte" como ejemplos).



Pero la gran sorpresa de esta película, la gran aportación, el gran descubrimiento, es el personaje del vampiro líder, Valek. Cuando parecía que el género vampírico no iba a ofrecer criaturas del interés de Drácula, centrado en Lestat y clones de Lestat, esta película nos ofrece a uno de los vampiros más brutales, sanguinarios y malignos de la historia del género. De origen paradójoicamente religioso, lo cual también fue motivo de protesta en algunos círculos reaccionarios ultracatólicos a los que pareció molestar la aparente crítica a la Iglesia presente en la película, Valek acabó convirtiéndose en el primer vampiro, y por ende en el más poderoso. Su mera presencia es ya suficientemente imponente: alto, corpulento, con una salvaje melena color azabache que contrasta con la palidez cadavérica de su rostro, el rictus diabólico de su rostro, completamente vestido de negro, Valek parece un sacerdote infernal. Thomas Ian Griffith, un actor que hasta entonces había hecho algunas apariciones en películas como Karate Kid III (1989), interpretando al villano de turno, o Kull el Conquistador, demuestra que es un actor a tener en cuenta. Griffith transmite al personaje una personalidad, una presencia realmente imponentes. En un género tan saturado de vampiros descafeinados, la sólida presencia de Valek es motivo de regocijo.



Con respecto al argumento, la película parte de la premisa de que los vampiros se ocultan por todo el mundo en “nidos”, liderados por un vampiro jefe, alimentándose de los humanos que pasan a engrosar sus filas de no muertos. El Vaticano contrata grupos de “outsiders”, de tipos duros a los que no les importe arriesgar su vida para acabar con estas criaturas, a cambio de sexo, drogas y alcohol, proporcionados por el mismo Vaticano. Jack Crow lidera uno de esos grupos, que es masacrado por el Primer Vampiro, Valek, y junto a su leal Montoya debe detener a Valek antes de que éste, gracias a la Cruz de Berzier, consiga permitir que los vampiros puedan caminar a la luz del sol, su gran debilidad. Para ello contará además con la ayuda inconsciente de Katrina, una prostituta que fue mordida por Valek, con el que ha establecido por tanto un vínculo psíquico hasta su conversión final que les puede guiar hasta el Maestro de los Vampiros. Pero más adelante Crow se dará cuenta que Valek no está solo en su deseo de celebrar el ritual, sino que cuenta con el apoyo de algunos de los mismos que le contrataron. Finalmente se descubre que Valek, y por tanto el vampirismo, fue una creación de la misma Iglesia Católica.

Las escenas de acción son trepidantes, y algunas realmente escalofriantes, como la que transcurre en una cárcel abandonda que sirve de cubil para los vampiros, en donde Jack Crow y el Padre Adam Guiteau deben atraer a sus presas fuera al exterior para poder así eliminarlas una a una.



Pero la brutalidad de esta película no está restringida a los vampiros, sino a los mismos que los cazan. Al final, las diferencias entre cazador y presa se desvanecen, y tan brutales resultan Crow y su grupo al principio como Valek cuando irrumpe en el motel. "Vampires" es un clásico del género de terror y de vampiros, y un feliz regreso del Carpenter más excepcional y emocionante.

Su banda sonora es igualmente maravillosa. John Carpenter resta importancia a los sonidos electrónicos y concede mayor importancia a los acústicos, que acentúan el carácter de western que tiene este film, con temas que conservan un cierto aire a blues. El score de "Vampiros" cuenta por tanto con sonidos electrónicos, acústicos, y orquestales, hermanados en una perfecta conjunción en la que todos tienen sus momentos de protagonismo sin perjudicar el tono general de este trabajo. John Carpenter se juntó con un grupo de músicos para formar los Texas Toad Lickers, con los que interpreta buena parte de los temas que se escuchan en la película.
Como es natural, el score de "Vampiros" consta de dos tipos de temas claramente diferenciados: aquellos que están más relacionados con la música de terror, que siguen un estilo en consonancia con el tipo de música que Carpenter ha ido haciendo durante el transcurso de toda su carrera, y aquellos que pertenecen más al ámbito del western, y que se utilizan principalmente como temas para retratar a los cazavampiros. Veamos este apasionante trabajo tema a tema:

1. Teaser (3:14) Se trata de un tema vocal interpretado por Stone y que no forma parte del score de Carpenter.
2. Slayers (2:34) Este tema se escucha al principio de la película, cuando los cazavampiros, liderados por un duro Jack Crow, bajan de su furgoneta y se arman convenientemente, para dirigirse a continuación a una abandonada casucha en la que se aloja un nido de chupansangres. La música, interpretada por los Texas Toad Lickers (Steve Cropper, Donald “Duck” Dunn, Jeffrey “Skunk” Baxter, Rick Shlosser y el mismo John Carpenter), es un fenomenal blues que retrata a la perfección el carácter de estos tipos duros que, como unos sheriffs de un western de Howard Hawks, se dirigen a un duelo a muerte en el que sólo uno saldrá con vida. Por tanto, secundada por una potente percusión, en este tema el protagonismo absoluto lo tiene la guitarra acústica, que desgrana uno de los temas más geniales de John Carpenter. Una auténtica delicia.



3. New México (2:21) Otra maravilla. Este tema se corresponde con los créditos iniciales de la película, en los que vemos un primer plano de un típico paisaje de Nuevo Méjico al amanecer, un escenario desértico, árido, muy apropiado para un híbrido de estas características. La cámara realiza un rápido travelling hasta detenerse sobre la casa abandonada a la que se dirige una furgoneta en la que se oculta un grupo de cazavampiros liderados por Jack Crow. La música empieza con un hermoso tema basado en nueve notas que se van alternando en secuencias de cuatro y que constituye el tema de Valek, el líder de los vampiros. En otro tiempo, éste fue un sacerdote que rechazó a la iglesia y se le consideró poseído. Para rectificar esta situación, un grupo de sacerdotes le realizó un exorcismo que al final no resultó como se había previsto, y acabó provocando el efecto contrario: en vez de liberar a un cuerpo vivo de un espíritu satánico, creó una criatura no muerta con un espíritu inmortal maligno. El uso de campanas le da un aire casi beatífico a la melodía, reflejando el origen del personaje. A continuación, la percusión adquiere el principal protagonismo, acompañando el travelling de la camara, creando un efecto de suspense y tensión. Este tema transmite la sensación de que algo amenazador se oculta en aquellas tierras. La parte final, a guitarra, adquiere un tono más calmado y reflexivo, mientras que Crown otea desde lo alto con sus prismáticos el nido de chupasangres.



4. Headless Priest (2:48) Este tema se corresponde con una de las visiones de Katrina, atada en una cama de algún hotel, y custodiada por Montoya y Crow. A través de ella pueden seguir el rastro del Vampiro Líder, que va siguiendo la pista de la famosa Cruz de Berzier, la única que puede permitir a este vampiro de 600 años caminar a la luz del sol. Para lograr sus objetivos, Valek no dudará en sacar la información al precio que cueste, cercenando la cabeza a un sacerdote después de hacerle hablar con sus garras. La música emplea guitarras principalmente, hasta el momento en el que Katrina ve a Valek y su cohorte de vampiros jefes surgiendo de la tierra como zombies para dirigirse al convento que custodia la Cruz. Entonces Carpenter incluye percusión y sonidos de sintetizador, que ambientan la marcha de los vampiros, con una sencilla melodía de guitarra.



5. Motel Sex (4:27) Ésta es la pieza que se escucha de fondo en el motel Sungod la noche en la que los cazavampiros, después de “limpiar” un nido de vampiros al principio de la película, son recompensados con alcohol y prostitutas en un localucho de mala muerte habilitado exclusivamente para el uso y disfrute de los cazadores. La música es justo lo que uno puede imaginarse en una situación semejante, con los Texas Toad Lickers interpretando un marchoso blues.

6. Night Attack (3:19) Una vez que Valek y su cohorte de vampiros principales llegan al convento, ninguno de los monjes allí presentes es capaz de resistir la salvaje acometida de los no muertos, que realizan una carnicería brutal mientras el líder se apodera finalmente de la Cruz de Berziers. La música, interpretada por Carpenter en los sintetizadores y por Rick Shlosser en la percusión, tiene un tono dramático que acompaña a la perfección las imágenes de la masacre, que está siendo descrita por Katrina a los cazadores de vampiros. Por momentos, la música se va volviendo más lúgubre y siniestra, conforme Valek se va aproximando a su objetivo, a la vez que se escucha una parte del tema del Maestro Vampiro con coros sintetizados. Finalmente, cuando Katrina sale de la visión, se escucha un tema lento para guitarra que hace de transición al siguiente corte.



7. Santiago (2:18) Encontramos dos temas para guitarra en clave de blues en este score.. El primero es el que aparece en Slayers, y es el tema de los cazadores. El segundo se escucha en este otro, y posee un tono más calmado, melancólico y triste. Es un tema igualmente precioso.



8. Stake and Burn (3:42) Este tema es otro blues cañero al estilo de Motel Sex que se escucha en el momento en el que Jack Crow vuelve al motel Sungod al amanecer para cortar las cabezas de sus compañeros masacrados, clavarles una estaca en el corazón e incinerar sus cuerpos, asegurándose así de que no puedan regresar a la “vida” como vampiros.

9. Valek’s Portrait (1:16) En este breve y lírico tema Carpenter interpreta con sus sintetizadores el tema que se podía escuchar al principio del corte #3, aunque ligeramente desarrollado, con sonidos de campanas y violines. Este tema se escucha el momento en el que el Cardenal Alba le cuenta a Jack Crow la historia de Valek, mientras la cámara enfoca un retrato antiguo de Jean Valek antes de ser convertido en nosferatu.



10. Sunrise Death (2:03) Éste es un tema muy en la línea de Carpenter, y lleva su sello característico. Se trata de un corte interpretado con sintetizadores, que empieza creando una lúgubre atmósfera llena de tensión y entonces empieza a tejer una sombría y siniestra melodía, secundada por la potente percusión de Bucket Baker. Es el típico tema de terror al que Carpenter nos tiene acostumbrados, y por ese motivo es uno de mis temas favoritos. Se escucha en varios momentos durante la película, especialmente al final, cuando el padre Adam Guiteau aparece en un jeep para liberar a Jack Crow de la Cruz a la que está atado, interrumpiendo así el ritual.



11. Valek Attacks (3:32) Uno de los temas más escalofriantes de todo el cd, que se escucha durante la que, en mi opinión, es la mejor escena de toda la película, así como una de las mejores escenas de la historia del género. En plena orgía de alcohol y mujeres, uno de los cazadores del equipo de Jack Crow, bajito y orondo, decide ir a por más bebida. Abre la puerta, confiado y medio borracho... para encontrarse cara a cara con un individuo alto, enorme, todo vestido de negro, que lo observa con curiosidad y realiza un fugaz movimiento con uno de sus brazos, apenas perceptible para el espectador. La cámara enfoca el rostro del misterioso individuo, pálido, que esboza un rictus escalofriante mientras que el cazador lo observa aturdido, sin ser todavía consciente de lo que ha ocurrido. Renqueante, el cazador retrocede unos pasos, y entonces su tronco se separa literalmente en dos mitades, antes de que el cuerpo mutilado se desplome al suelo en un charco de sangre y vísceras. Carpenter utiliza un efecto sonoro muy frecuente en el cine de terror, y también de gran eficacia, para describir esta magnífica escena, el cual se escucha durante los primeros treinta segundos del corte. Es un sonido cacofónico, estridente, que se asemeja a un plañido de violines desafinados. Valek irrumpe entonces en el motel y empieza a masacrar a los que acaban de destruir a sus “hijos”, utilizando simplemente sus garras. Las armas de los cazadores son inútiles contra el líder de los vampiros, el cual se ríe de la impotencia de los que intentan inútilmente diezmarle. Ésta es una de las escenas más violentas y salvajes que recuerde haber visto en una sala de cine, y realmente impacta. Los brazos de Valek se hunden en los cuerpos de sus víctimas, atravesándolas, y sus garras actúan como afiladas cuchillas usadas para decapitarlas. La música suena agresiva, violenta y caótica, con un fondo de sintetizador que se asemeja al rugido de alguna bestia, una frenética percusión a cargo de Bucket Baker y potentes sonidos de guitarras eléctricas que describen perfectamente la salvaje matanza que está teniendo lugar. La guitarra de Daniel Davies suenan sin control y sin apenas seguir una pauta o un patrón. Se trata de un formidable punteo que ilustra lo terrible que puede llegar a ser la ira inmisericorde de un líder vampiro. La música se calma en el minuto 2:03, ya que Jack Crow consigue salir del motel con Montoya, y se escapan junto con Katrina en un jeep. Pero Valek no cesará tan fácilmente en su empeño por cazarlos, como indica la música a partir del minuto 2:26 , en la que vuelve a cobrar agresividad y violencia, esta vez con un ritmo más y más frenético, hasta que, finalmente, Crow consigue dejar a su enemigo detrás y escapar así de la muerte.



12. Vampire Vision (1:46) Es un tema descriptivo y sin mucho interés, que se escucha durante una de las visiones de Katrina.

13. Farewell Slayer (2:08) Este corte recupera el tema escuchado en Santiago. Puede escucharse hacia el final de la película, en el momento en el que Montoya y Crow se separan. Montoya ha sido mordido por Katrina y por tanto está abocado a convertise en vampiro. Crow debe matarle, pero también le debe la vida, ya que él le ayudó a derrotar a Valek y escapar de la muerte. El compañerismo que ha habido entre ambos durante tanto tiempo hace que Crow se vea incapaz de matarlo en ese momento, cuando todavía no se ha convertido del todo. Sin embargo, él es un cazador de vampiros, y no puede dejarle con vida, así que le permite huir con Katrina, con la promesa de que algún día le encontrará, y cuando lo haga, le destruirá. Este hermoso tema está cargado de tristeza y evoca perfectamente la sensación de pérdida. Pérdida de una amistad, de un compañero de pelea. Es una emotiva despedida en clave de blues.



14. Cruel Highway (2:58) Nuevo blues interpretado por los Texas Toad Lickers, que se escucha en el momento en el que, tras la huida del motel Sungod, Jack Crow, Montoya y Katrina se quedan si vehículo y deben seguir caminando por la autopista al sol hasta encontrar un nuevo medio de transporte.

15. Katrina Bites (1:47) Este tema se escucha durante el momento en el que se completa la transformación final de Katrina en vampira, mientras está en un jeep con Montoya. En ese momento la vampira sedienta de sangre ataca al cazador y le muerde en el cuello, condenándolo igualmente a compartir su destino. Utilizando la percusión y el ambiente del corte #3, Carpenter añade nuevas texturas sonoras que producen un efecto amenazador y de peligro inminente.



16. Padre’s Wood (5:35) Este corte, escuchado en los créditos finales, es una versión ampliada y más cañera del tema escuchado en Slayers, siendo por tanto una estupenda manera de concluir esta inolvidable maravilla del género de vampiros y también esta genial banda sonora.



Resulta evidente que John Carpenter se lo pasó tremendamente bien a la hora de grabar este score, ya que la energía que desprende es admirable. A diferencia de otros trabajos más electrónicos del director, "Vampiros" es un score que se disfruta de principio a fin, a pesar de los cortes más “macarras”, que son los que están interpretados por la banda Texas Toad Lickers. "Vampiros" posee una inusual riqueza temática: hay dos temas para los cazadores de vampiros, cada uno de los cuales sirve para reflejar estados anímicos muy distintos, un tema para el líder vampiro, y unos cuantos temas de terror muy en su línea. Igualmente, este score presenta una gran variedad en lo que a sonidos se refiere, y Carpenter consigue encontrar un importante equilibrio a la hora de combinarlos, de modo que en algunos cortes predomina el sonido acústico y en otros el sonido electrónico. En la descripción de los instrumentos usados en cada corte leemos que también se utiliza una “orquesta”, aunque obviamente refiere a una orquesta sampleada. En cualquier caso, es una variedad que está justificada por el tema de la película y que es de agradecer en un compositor que ya ha demostrado su maestría a la hora de componer música con los sintetizadores. Por todos estos motivos, este score merece ser considerado como uno de sus trabajos más redondos y perfectos.


12. "Fantasmas de Marte".

Su último trabajo en el terreno del terror, "Ghosts of Mars" (2001), es una interesante película que combina ciencia ficción y terror a partes iguales, y cuenta con la estupenda Natasha Henstridge Ice Cube y la reina de la blaxploitation Pam Grier como protagonistas. Utilizando una estructura narrativa compleja y muy original, Carpenter narra una historia que guarda algunos elementos en común con su "Asalto a la Comisaría del Distrito 13". "En Fantasmas de Marte", también encontramos representantes de la ley y fugitivos y personas de dudosa catadura que deben juntar fuerzas para enfrentarse a un peligro común, en esta ocasión un ejército de mineros poseídos por los espíritus de alguna entidad alienígena que hace que se mutilen y remodelen la carne al más puro estilo "Hellraiser". La película ofrece lo que promete, acción, suspense y un Carpenter en plena forma que, después de tantos años, sigue haciendo el cine que le gusta y que quiere hacer, independientemente de las modas y las presiones de las productoras.



Lamentable e incomprensiblemente, "Fantasmas de Marte" cuenta con el peor score de toda la carrera musical de Carpenter. Llegados a este punto se hace necesario matizar que, aunque sí disfrute con algunas cosillas de rock (especialmente rock progresivo y sinfónico), no me gusta el "heavy metal" en ninguna de sus variantes, es más, es de esos estilos, junto con el "rap/hip hop", en los que jamás podré "entrar" porque no sólo no me dicen nada, sino que su escucha me resulta una experiencia de lo más incómoda y desagradable. Teniendo esto en cuenta, podréis comprender mi decepción con respecto a este score "metal" para "Ghosts of Mars". Únicamente "salvaría" el primer corte del compacto, que se corresponde con el tema inicial de la película, y que constituye un estupendo tema de inspiración techno que, sin embargo empieza a "estropearse" hacia el final en el momento en el que el guitarrista se emociona y empieza a arañar su instrumento descontroladamente.



Es una lástima que, exceptuando dicho tema y "Visions of Earth", Carpenter sacrifique en general el estilo que le caracteriza (y que todos esperábamos), dejando que Anthrax, Buckethead o Steve Vai tomen las riendas del proyecto. El resultado, como no podía ser de otra forma, será más del agrado de los aficionados al "rock duro" y el "heavy metal" que de los aficionados a la música de cine en su vertiente más sinfónica o incluso electrónica y, por supuesto, también a las anteriores bandas sonoras de John Carpenter. No cabe la menor duda de la funcionalidad de este tipo de música dentro de una película que va de tipos duros pateando traseros alienígenas, pero en el momento en el que se osa aislarla en una audición en cd, ni las peores pesadillas de las películas de Carpenter podrían equipararse a lo que estos individuos nos tienen reservado.




13. Conclusiones.

John Carpenter ha ido demostrando con el paso de todos estos años que es un artista fiel a un estilo y a una forma de hacer cine. Para Carpenter el cine es entretenimiento, y ésa es la finalidad que tienen todas sus películas, las cuales por tanto deben ser juzgadas como tales, como productos de entretenimiento. Y si hay algo que no se le puede negar a este genio, es que todas sus películas están hechas con una dignidad que es muy de agradecer en estos tiempos en los que el cine de terror está tan saturado de subproductos "post-Scream" protagonizados por adolescentes descerebrados. No deja de resultar paradójico que fuera el mismo John Carpenter quien impulsara y popularizara considerablemente este tipo de películas con su "Noche de Halloween". Sin embargo, las diferencias entre este film y todas las películas engendradas bajo su sombra son cualitativamente abismales. Carpenter es una persona que ama el cine, y esa pasión demuestra una honestidad y dignidad que hace del suyo un cine fascinante y visualmente arrollador, transgresor y audaz, que huye de convenciones y modas para crear e imponer a la vez las suyas propias.

En cuanto a su faceta como compositor, John Carpenter es igualmente un artista único en su campo, un músico quizá no lo suficientemente reconocido pero que ha sabido utilizar sus limitados recursos como pocos a la hora de acentuar el suspense y acompañar sus películas con una encomiable habilidad y talento. Su amplia discografía demuestra su capacidad para crear también grandes melodías que han acabado convirtiéndose en clásicos del cine, aunque su música no busca destacar o sobresalir, sino acompañar y apoyar las imágenes de los filmes que dirige, siempre dentro de un estilo al que ha sido fiel durante la mayor parte de su carrera, y el cual ha evolucionado y madurado con el paso del tiempo.

Sirva este repaso como homenaje a un genio brillante que tantos y tantos buenos momentos nos ha hecho y seguirá haciendo pasar, y sin el cual el género de terror no sería sino una pálida sombra de lo que hoy día es. Por ello, gracias, John Carpenter.

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