martes, 29 de junio de 2010

Nosferatu, príncipe de las tinieblas (Nosferatu a Venezia, 1988): Análisis de la película




Dir. Augusto Caminito
Int. Klaus Kinski, Christopher Plummer, Donald Pleasence
97 min. Italia




Siete años después del interesante remake, llevado a cabo por Werner Herzog, del clásico de Murnau, se rodó en Italia este curioso film secuela que cuenta de nuevo con el excéntrico Klaus Kinski en el papel de Nosferatu. Muy distintas son ambas películas, y si bien la obra de Herzog está generalmente muy bien considerada por la crítica, a esta modesta cinta le ha ocurrido justamente lo contrario, siendo comúnmente ignorada e incluso denostada por buena parte de ella.





El profesor Catalano, un experto en vampirología y ciencias ocultas interpretado por Christopher Plummer, es requerido en Venecia por una familia aristocrática sobre la que pesa una oscura maldición que data de los tiempos de la peste que asoló Europa años atrás.



A su llegada la princesa Helietta le explica al profesor una extraña historia de sus antepasados que ligaba a su familia con la maldición de los Nosferatu. Al parecer, una de sus antepasadas quedó atrapada bajo las influencias del vampiro, y pese a los intentos por parte de la iglesia y los demás miembros de la familia de salvar su alma, todo fue en vano, puesto que la doncella ya había sido condenada a vagar por los siglos de los siglos como una no-muerta.

Sin embargo, su nueva vida errante no duró mucho, ya que fue atrapada y encerrada en un ataúd tras haberle suministrado mercurio (que, según cuenta el profesor Catalano, tiene un potente efecto dañino en los vampiros), clavado una estaca y quemado su cuerpo. Tras la peste Nosferatu se marchó, y algunos le dieron por muerto. La doncella en su ataúd fue depositada en los sótanos de la mansión familiar, como vestigio de una maldición de la que jamás podrían liberarse.

Helietta le explica al profesor que presiente que algo funesto y maldito se cierne sobre ella y su familia, algo que, según explica, debe estar relacionado con los trágicos acontecimientos del pasado, y le pide ayuda en su condición de cazador de vampiros. Al principio el profesor se niega a creer la veracidad de los temores de la princesa, aunque muy pronto verá hasta qué punto se confirman los temores de su anfitriona.



Ésta llama a una médium para una sesión de espiritismo cuya finalidad es ponerse en contacto con los espíritus que amenazan la paz de la familia, si bien esta sesión tiene un efecto que ninguno de los allí presentes pudo haber vaticinado a priori. Como consecuencia de la sesión, Nosferatu es despertado de su sueño y convocado a sellar su trágico destino, ligado al de la familia, en Venecia.

En un momento de la sesión Helietta parece ser poseída por el espíritu de su antepasada, encerrada en espíritu en aquel ataúd, y llama al vampiro pidiéndole que se reúna con ella. Nosferatu (Klaus Kinski), que se encontraba en algún lugar remoto del continente (¿España?), viviendo entre gitanos que le adoraban como a una especie de semidios que podía garantizarles la inmortalidad, abandona a sus siervos y parte rumbo a Venecia.



La llegada del vampiro a la ciudad de los canales es una de las escenas más bellamente filmadas de toda la película, gracias a una muy hermosa combinación de música y fotografía, que retratan una ciudad onírica, de ensueño, una ciudad sobre la que se cernía la peor de las pesadillas.

La primera irrupción de Nosferatu en la familia es para matar a la madre de la princesa de un modo similar a como destruyera a los religiosos que intentaron expulsarle, arrojándola (en este caso incitándola a arrojarse gracias a su poder hipnótico) por la ventana y haciendo que su cuerpo quedara ensartado en las afiladas puntas de una verja. Esta muerte pondrá al profesor sobre aviso, si bien no será capaz de evitar el trágico destino que le aguarda a la princesa.



En una noche de carnaval, Helietta y su prometido se ven separados por la multitud, e, incapaces de reencontrarse, y atemorizada por la presencia del vampiro que ella misma intuía, Helietta marcha a su casa sola en la noche, perseguida por la sombra del vampiro. En una de las escenas más bellas del filme, clara deudora del clásico de Murnau, vemos la sombra gigantesca y amenazante del vampiro proyectada sobre una pared.

Helietta llega a casa, pero no encuentra protección en su cuarto, ya que el vampiro llega a su cama. Helietta no sólo no rechaza al vampiro, sino que lo reclama como su príncipe (¿es la reencarnación de su antepasada la que llama y desea estar con el vampiro? ¿o actúa consciente de hasta qué punto es ése el destino de su familia y no se puede hacer nada para evitarlo?).

Nosferatu la despoja de sus prendas, y en una de las escenas más logradas del filme, vemos como lo que en principio parecía un beso en los labios se torna un mordisco por medio del cual el vampiro prueba la sangre de la princesa. Al día siguiente, cuando el profesor y el prometido de la joven la encuentran en su cama, tiene el rostro cubierto de heridas y moratones, fruto de su encuentro con el vampiro, aunque no se explica el sentido de semejantes vejaciones, si es que realmente las hubo.



El profesor presiente entonces que tienen poco tiempo si desean salvar a la princesa, por lo que coloca perros guardianes para custodiar la casa, mientras se prepara para la confrontación final. La aparición de Nosferatu desata una dura confrontación entre el vampiro y el profesor Catalano, el cual ve cómo sus armas son del todo inútiles contra Nosferatu.

La cruz que alzaba para repeler al monstruo se calienta y arde al rojo vivo, quemando sus manos y dejándolo postrado en el suelo mientras que un imperturbable vampiro coge a la princesa (o lo que quiera que habite en su interior) y se la lleva consigo. Aceptando su derrota, el profesor se despide para acabar suicidándose al tirarse al canal (anteriormente en la película, éste ya había insinuado que le quedaba poco tiempo de vida. ¿Acaso insinuaba que había previsto lo que iba a suceder?).

El prometido de Helietta, por el contrario, lejos de rendirse, decide ir con unos compañeros en pos del vampiro. Tras mucho discurrir acerca de cuál sería el lugar de retiro más idóneo para el vampiro y su presa, finalmente llegan a la conclusión de que éste debe estar en una isla donde antiguamente, con la peste, se abandonaban a todos los enfermos para evitar contagios y extender así la plaga.



La hermana pequeña de Helietta, desesperada y angustiada, decide poner fin a sus días, y evitar así que pueda heredar la trágica maldición de la familia, pero antes de que pudiera llevar a cabo su intento de suicidio, tirándose desde lo alto de una elevada torre, aparece el vampiro, que la rescata y se la lleva consigo a la isla.

Tal y como el profesor Catalano comentara con anterioridad, Nosferatu es un ser condenado a la vida eterna y cuyo único deseo es conseguir la muerte. Sin embargo, sólo podrá conocer el alivio y la paz de la muerte una vez que una joven virgen se entregue a él en cuerpo y alma. La joven Anne Marie acepta el sacrificio y le ofrece al vampiro el descanso que tanto busca.

Mientras tanto, el prometido de Helietta y sus compinches han llegado a la isla, y encuentran una serie de ataúdes en el suelo, en uno de los cuales reposa la misma Helietta, y en el otro una figura que parece ser Nosferatu. Sin embargo, cuando clavan la estaca en el pecho del vampiro se dan cuenta de hasta qué punto han sido engañados, pues no es Nosferatu a quién han destruido, sino a otra vampira.



Frustrados, deciden dar búsqueda al vampiro que lo originó todo en el interior de la derruida mansión que aún está en pie tras años y años de haber albergado la muerte y la enfermedad. Nosferatu y Anne Marie, mientras tanto, hacen el amor apasionadamente, mas el acto sexual no llega a consumarse, ya que son descubiertos por los intrusos, los cuales disparan matando a la única persona que, paradójicamente, podía haber destruido al vampiro, y enrabietando por tanto a Nosferatu.

Estos huyen, pero el vampiro les da caza y los extermina sin piedad. Al prometido de Helietta le engaña haciéndose pasar por la propia Helietta, y cuando se están besando adopta su verdadera forma y, en una escena de gran impacto, le muerde en el labio arrancándole parte de su carne. Los enemigos del vampiro son así finalmente aniquilados, y la familia de Helietta es de este modo condenada a sufrir la inmortalidad como no-muertos para siempre.

En una última escena vemos a un impotente y amargado Nosferatu recorriendo los canales de Venecia con el cuerpo sin vida de la única muchacha que le dio amor y la única muchacha que podría y le habría dado el descanso que tanto anhelaba.



“Nosferatu A Venezia”, traducido en español como “Nosferatu, el Príncipe de las Tinieblas” es una interesante aportación al género vampírico, de una sensibilidad muy europea, y que se aprovecha de una fotografía de gran belleza, la cual saca bastante rendimiento de un emplazamiento tan cautivador y bello como es la ciudad de los canales.

De este modo, una hipnótica y pocas veces tan sugerente Venecia se convierte, por méritos propios, en un personaje más de la historia. Los decorados son suntuosos y a la vez decadentes, y la música combina una banda sonora de Luigi Ceccarelli con la impresionante y monumental obra sacra “Mask”, del gran Vangelis. La conjunción de todos y cada uno de estos elementos otorga a este film una estética oscura y a la vez sugerente y de gran hermosura.



Klaus Kinski abandona, por fortuna, su histriónica y "exasperante" interpretación de vampiro angustiado del remake de Herzog, mostrándose más comedido en su recreación del personaje, lo cual es de agradecer. Incluso lo dota de un componente maligno (sin caer en el ridículo tal y como ocurriera en la obra de Herzog) que se complementa perfectamente con su faceta más “humana”, incluso trágica.

El Nosferatu de esta película es un ser condenado a una existencia inmortal de condenación y que ansía la muerte, pero que al mismo tiempo desafía con orgullo e insolencia a los que osan atacarle o expulsarle, no dudando ni un segundo en acabar, a menudo del modo más violento y sangriento imaginable, con todos aquellos que se cruzan en su camino. Es un ser diabólico pero que al mismo tiempo ansía el final de su existencia maldita, un ser hastiado de su eternidad y de la arrogancia de sus adversarios mortales. En definitiva, un vampiro similar y al mismo tiempo muy diferente al que podíamos encontrar en la película de Herzog.



Christopher Plummer está correcto en su interpretación del cazador de vampiros, al igual que Donald Pleasance en su rol de sacerdote. Barbara De Rossi como Helietta y Anne Knecht como Anne Marie muestran su belleza a lo largo de todo el filme, aunque a nivel interpretativo no pueda exigírseles más. Y es que, en definitiva, no es ésta una película de actores, en tanto que ninguna de las interpretaciones son especialmente destacables.

Asimismo, algunos diálogos son de una pretenciosidad vacía y ridícula, como si estos personajes estuviesen recitando frases pomposas por el simple placer de hacerlo y de aportar al film un toque de cine de qualité algo pedante y que está algo fuera de lugar. Pese a todo, la película sabe suplir estas deficiencias con sus grandes aciertos a nivel estético y también en la original historia que se nos cuenta.

Dicha historia, como se habrá podido comprobar tras esta detallada sinopsis, deja algún que otro cabo suelto, sin embargo esto no afecta en demasía el producto final, que cuenta con suficientes atractivos como para que sea del todo recomendable.



Lejos de la excentricidad intelectual de la versión de Werner Herzog, Augusto Caminito opta por un film en apariencia menos de auteur, pero que intenta ser igualmente (a menudo fracasando de manera bochornosa), trascendente. En oposición a la sobriedad por la que se caracteriza la puesta de escena del film de Herzog, esta secuela se desmarca con un diseño de producción más barroco a la vez que visualmente embriagador.

Caminito nos cuenta una historia diferente, con sus lagunas, pero original, pese a estar también influida por la obra de Murnau, no sólo en algunos efectos visuales de fotografía, como el efecto de la sombra del vampiro en la pared, sino también en aspectos argumentales. Al igual que en Nosferatu de Murnau, en esta película el destino de la humanidad, y la destrucción del vampiro recaen en una muchacha pura e inocente que acepte su destino y se entregue al vampiro, lo cual consumará su destrucción.



Sin embargo, y a diferencia del “Nosferatu” de Murnau, en esta película la muchacha no atrae al vampiro para distraerlo hasta la salida del sol, sino que acepta al vampiro en cuerpo y alma, entregándole voluntariamente su amor como fuerza redentora capaz de destruir la fuente de corrupción.

En definitiva, sin ser una obra maestra, es una interesante aportación que combina sabiamente erotismo, violencia y un guión interesante no carente de originalidad, factores estos que hacen de ésta una película que merece más reconocimiento del que ha tenido.


Calificación de la película: *** sobre *****

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