sábado, 26 de junio de 2010

La asesina (Point of No Return, 1993): análisis de la película y su banda sonora






Dir. John Badham
Int. Bridget Fonda, Gabriel Byrne, Harvey Keitel
109 min. EE.UU.




1. Comentario de la película

Dado el éxito internacional de la película de Luc Besson, "Nikita" (La Femme Nikita, 1990), era de prever que Hollywood no tardaría en ceder a la tentación de acometer su propia revisión de esta historia, orientada en esta ocasión a un público eminentemente americano. El encargado de realizar, en esta ocasión, dicho remake, fue el director John Badham, conocido principalmente por la popular "Fiebre del Sábado Noche" (Saturday Night Fever, 1977), pero al que también le debemos otros títulos, como la interesante nueva adaptación de la obra maestra de Bram Stoker, "Dracula" (1979), producida a finales de la década de los 70 por la Universal, o la comedia "Dos Pájaros a Tiro" (Bird on a Wire, 1990), protagonizada por Mel Gibson y Meg Ryan.






La acogida del film de Badham, titulado originalmente "Point of No Return", fue cuanto menos discreta. Hasta qué punto las críticas recibidas, establecidas en su mayoría en base a obvias e inevitables comparaciones con la película original, estaban o no justificadas daría pie a un controvertido debate, y digo controvertido por el estatus que tiene "Nikita" de "película de culto" y por la consecuente inercia que suele, en estos casos, predisponernos negativamente e inducirnos a considerar cualquier remake como una pésima e innecesaria película muy lejos del nivel cualitativo de la original, independientemente de lo razonados que puedan estar, en ocasiones, dichos prejuicios.

Llegados a este punto, debo confesar que mi visión de "La Femme Nikita" dista mucho de ser entusiasta. Siempre he pensado que Besson malogró una historia de innegable potencial en aras de un producto eminentemente comercial, pese a su pretencioso y cuestionable envoltorio de cine de "auteur". Sin embargo, el carácter conformista y decepcionantemente "light" del guión no es lo único que lastra la historia del film original.



El reparto, por ejemplo, es en buena medida responsable de que la historia no termine por convencer, lo cual es una verdadera lástima, dado el talento interpretativo de actores como Jean Reno y Tchèky Karyo, tristemente desaprovechados en personajes erróneos: y es que, probablemente, habría sido más convincente si ambos hubieran intercambiado sus respectivos papeles. De este modo, Reno habría resultado bastante más creíble como el agente gubernamental que le ofrece a nuestra protagonista la opción de servir a su país como asesina como alternativa a la pena de muerte, y el cual termina enamorándose de la misma, mientras que Karyo habría sido la elección idónea como el implacable asesino que se interpondrá entre Nikita y la promesa redentora de una nueva vida exenta de violencia y de muerte.



Pese a todo, la elección más discutible es la de Anne Parillaud como el personaje pivotal de la historia. Difícilmente puede el espectador sentir algún tipo de empatía o identificarse con un personaje lastrado por la sobreactuada y muy cargante interpretación de Parillaud. Más bien al contrario, su personaje termina resultando tan molesto como odioso, hasta el punto de que, mientras veía la película, no me importaba lo más mínimo lo que pudiera acontecerle al personaje protagonista hacia el insulso desenlace de la historia.

Los personajes, en definitiva, no me resultaban convincentes o creíbles, y el guión prometía más de lo que finalmente ofrece, dejándome con un sabor de boca un tanto agridulce, el de quien esperaba mucho más de lo que finalmente encontró. Por si todo esto no fuera suficiente, la insulsa, impersonal y tediosa banda sonora del compositor habitual de Besson, Eric Serra, no ayuda mucho a una película que no consiguió implicarme emocionalmente como espectador.



Lógicamente, la película de Badham, estrenada en nuestro país con el título de "La Asesina", dista mucho de ser una película redonda, e incluso acusa algunos de los defectos criticados a la película original, si bien en este caso es en todo momento consciente de su carácter comercial, al servicio de una bellísima Bridget Fonda que aporta al personaje una cualidad indómita además de una conmovedora fragilidad y melancolía ausentes en la interpretación de Parillaud.

De este modo, los defectos que puedan achacársele a la película de Badham se ven mitigados, parcialmente, por un formidable reparto que cumple a la perfección con su cometido en sus respectivos papeles: el siempre genial Gabriel Byrne interpreta al superior de la protagonista, con la cual mantendrá una complicada y visceral relación que devendrá en amor imposible, mientras que Harvey Keitel interpreta con fría precisión y nervios de acero al asesino contratado por los superiores de la protagonista para acabar con su vida cuando ésta intenta distanciarse de la vorágine de violencia a la que se encuentra abocada y, en definitiva, renacer y volver a vivir al lado de la persona a la que ama.



Pero, como antes comentábamos, buena parte del éxito de la película recae en la estupenda interpretación de una Bridget Fonda que consigue dar de sí todo lo que el personaje exige, evolucionando de una criatura perdida y hundida en la depravación de una vida corrompida por las drogas y la violencia callejera a una suerte de heroína trágica que busca la redención a cualquier precio, y con la que no resulta sino inevitable empatar e identificarse.

En este sentido, "Point of No Return" constituye una maravillosa si bien modesta película, que no se resiente para nada de su condición de "remake". Dicho de otra manera, el film de Badham no es un mero clon de la obra de Besson, no es una obra impersonal y dependiente de la original, sino que posee una entidad propia que la distancia considerablemente del modelo original. Y dicha entidad viene dada, muy especialmente, por la maravillosa música compuesta por Hans Zimmer, la cual, como es habitual en él, eleva la historia a un nivel superior.


2. Análisis de la banda sonora

"Point of No Return" supuso la segunda colaboración entre Badham y el genio alemán, después de la estupenda "Bird on a Wire". Tampoco sería la última, ya que, un año más tarde, volverían a coincidir en el film de acción "Drop Zone" (1994).

En cualquier caso, se trata de un trabajo representativo de la primera etapa musical en la carrera de este maestro, compuesto principalmente para sintetizadores, con la esporádica adición de rabiosas guitarras eléctricas y desgarradas voces negras que representan la naturaleza indómita, salvaje, sin domesticar, de nuestra protagonista. El resultado es una de las obras más hermosas y conmovedoras de Zimmer, una pequeña obra maestra constituida en torno a uno de los temas más sublimes de su discografía.



Es una lástima que la única edición oficial de esta joya de la música de cine incluya una un tanto exigua selección musical de apenas veintisiete minutos de score, complementada con una recopilación de temas vocales de Nina Simone que, no obstante, también tienen su aportación a la historia, al contrario de lo que suele suceder en los soundtracks. Pese a todo, el material incluido en la edición de Milan, estructurado en cuatro suites, es más que suficiente como para permitirnos un análisis pormenorizado que ponga de manifiesto hasta qué punto la música constituye un elemento pivotal en la historia.

La música de Zimmer se ha caracterizado siempre por su capacidad de adaptación a las imágenes a las que acompaña, reforzando la carga dramática y emocional de la historia con sus brillantes incursiones melódico-rítmicas, y "Point of No Return" no es una excepción. Sin embargo, en esta ocasión la música no sólo sirve de sustento narrativo, sino también de catalizador de las emociones de la protagonista.

Es a través de la música que el espectador llega a acceder al complejo, inestable y conflictivo mundo interno del personaje, a sus momentos de desesperanza, frustración y odio, y también a sus momentos de aparente paz interior, amor y felicidad. Todo el conflicto interno de un personaje que lucha por la salvación de su alma, por una redención que se le es negada en todo momento, en definitiva, todo el conflicto de una persona arrastrada por circunstancias de la vida a una mísera existencia al servicio de la violencia y la autodestrucción... aparece reflejado, y de qué manera, en este muy emotivo retrato sonoro pincelado por el genio alemán y que podría resumirse en apenas cinco palabras: sentimientos a flor de piel.



Es por este motivo que el score constituye un elemento fundamental en la caracterización de nuestra protagonista, y por tanto también en nuestra percepción de los acontecimientos, los cuales nos llegan tamizados por la propia percepción del personaje principal. Dicho de otra manera, la música se alza como la voz de Nina, y como tal nos cuenta su propia historia tal y como ella la está viviendo y experimentando. En este sentido, no se diferencia demasiado de una narración en primera persona o una voz en off , ya que su cometido es el mismo.

La única diferencia está en que en vez de utilizar palabras, se recurre al lenguaje más perfecto y preciso que existe, el musical. Hans Zimmer aporta a la película una inmensa carga emocional, desnudando al personaje y mostrando que, bajo esa aparente fachada de mujer fría y vengativa, se esconde un ser de una exquisita fragilidad y sensibilidad, un ser alienado que pugna por encontrar su lugar en el mundo, por reconciliarse con el mundo que la rodea.



En oposición a la apática música unidimensional del nefasto Eric Serra para la película original, la banda sonora del remake enriquece la historia y al personaje principal, contribuyendo sobremanera a que el espectador se implique emocionalmente en lo que se está narrando. La protagonista ya no es un personaje que se hace odiar como en la película de Besson, sino un personaje más complejo con el que no resulta muy difícil empatar.

Llegados a este punto, y a modo de clarificación de lo apuntado anteriormente, se hace necesario realizar un análisis detallado de las cuatro pistas incluidas en la edición oficial del score. Dichas pistas serán analizadas siguiendo un orden cronológico que permita evidenciar hasta qué punto se adapta la música a la evolución de la historia y del personaje:

1. "Hate" (7:29). El título es lo suficientemente revelador. Nuestro primer encuentro con Maggie está marcado por el odio y el resentimiento de la protagonista, los cuales parecen conducir su vida. Los primeros tres minutos de este corte se corresponden con el comienzo de la historia, en donde se nos muestra el grado de degeneración moral, física y emocional en el que ésta está hundida. Para renacer de sus cenizas y volver a nacer de nuevo, es necesario morir antes y caer en las simas más insondables de la miseria humana.

En cierto modo se puede afirmar que Maggie está muerta, ya que lleva una vida errática y autodestructiva, víctima de sus propios vicios y adicciones. Drogas, alcohol, crímenes, vandalismo... ella no tiene control de su propia vida y actúa como una autómata, tal y como puede comprobarse al principio de la película, en donde se presenta al personaje como integrante de una banda de potenciales delincuentes que, una noche, deciden atracar una tienda, con funestas repercusiones para todos. La música se hace eco de este estado primitivo, agresivo, salvaje, en el que se encuentra la protagonista.

Zimmer utiliza un sonido tribal, primario, en donde los teclados, unas potentes percusiones, las guitarras eléctricas y las desgarradas voces parecen reñir una encarnizada batalla. Ritmos rock y lamentos gospel acompañan al personaje durante los créditos iniciales de la película.



La música desatada muestra el lado más indómito, dañino y salvaje de nuestra protagonista, su odio hacia el mundo, y vaticina también la inminente tragedia cuando uno de los policías que intentan detener a los ladrones es asesinado por una inestable Maggie no muy consciente de las implicaciones de sus actos, lo cual marcará un importante punto de inflexión en su vida. Nuestra heroína es apresada y por su conducta incontrolable se le ofrece como alternativa a la pena de muerte servir a su país como asesina, como una manera de canalizar tanta agresividad en pos de intereses gubernamentales.

En el minuto 3:10 se introduce por vez primera un breve esbozo del conmovedor tema de la protagonista, el cual da paso a una sección de transición que ilustra la oscura encrucijada a la que se ve abocada Maggie. Hundida en las sombras de su desesperanza, ninguna de las dos opciones parece prever que su situación vaya a cambiar para mejor.

La música se torna lúgubre lamento, hasta desembocar en el minuto 4:56 en la primera interpretación del tema principal, una bellísima composición que desnuda a la protagonista, y saca a relucir su verdadera naturaleza, luminosa, elegante, incluso glamourosa, que había estado escondida durante mucho tiempo.

Es un tema que rebosa optimismo, delicadeza, elegancia y belleza, y que describe a la perfección el verdadero carácter de Maggie, aquélla que renace de sus cenizas y que pugna por un futuro mejor.

2. "Happy Birthday, Maggie" (5:36). Posiblemente el mejor tema del score. Los primeros dos minutos se corresponden con una de las visitas de su superior, interpretado por Gabriel Byrne, el cual le dice que, debido a su comportamiento conflictivo, sus jefes le han dado un ultimátum: o cambia de carácter y cumple con su entrenamiento sin provocar más problemas, o no volverá a tener ninguna otra oportunidad de redimirse y será condenada a muerte.

Después de comunicarle a la muchacha esta radical decisión, le entrega una tarta como regalo de cumpleaños y la deja sumida en sus pensamientos en su celda-habitáculo. Maggie empieza a ser consciente de que es importante un cambio en su actitud, y tragándose su orgullo, acabará solicitando toda la ayuda que le puedan ofrecer para cambiar no sólo su imagen, sino también su conducta.



La música durante estos primeros dos minutos, pues, es de carácter melancólico, acentuando lo delicada de su situación, y también la profunda amargura que atenaza el corazón de la protagonista, una protagonista que busca desesperadamente una luz que la guíe, un camino que la saque de las tinieblas en las que ha estado viviendo durante tanto tiempo. Et violà!, nuestra heroína comienza su entrenamiento, el cual propiciará que el patito feo se torne en el más bello de los cisnes. Zimmer nos ofrece la interpretación más hermosa y conmovedora del tema de la protagonista a partir del minuto 2:10, sin duda alguna el momento con mayúsculas del score.

La música proclama la llegada de una Maggie renacida, convertida en una muchacha delicada, hermosa, coqueta y elegante, transmitiendo felicidad y la perspectiva de una nueva y mejor vida. El tema crece en vitalidad, optimismo y belleza, culminando en una contagiosa celebración de júbilo y triunfo. Tan impresionado ha quedado su superior del cambio, que decide invitarla a cenar a un lujoso restaurante. La música acompaña a la pareja en lo que es la primera salida al exterior de la muchacha desde que fuera apresada. Maggie ve, por vez primera, el futuro con esperanza. Por desgracia, no tardará en comprobar el verdadero motivo de su salida al mundo exterior.

3. "Hell's Kitchen" (5:06). El cuarto y último corte del compacto es realmente el tercero si seguimos el orden de acontecimientos de la historia. Una vez en el restaurante, Maggie no tarda en descubrir que no ha sido invitada a cenar en un restaurante de lujo para celebrar su metamorfosis o su cumpleaños al lado de un hombre por el que parece poder llegar a sentir algo... sino más bien para cumplir su primer cometido como asesina. Este primer encargo servirá como bautismo de fuego para comprobar si realmente está capacitada para trabajar como asesina. Tan pronto le hace entrega del arma homicida, su superior abandona el restaurante y la deja sola. La música se vuelve triste y melancólica como un llanto y después oscura y lúgubre.

Maggie descubre la verdadera finalidad de aquella invitación, y hasta qué punto ha sido una ingenua por pensar que podría llegar a aspirar a una vida mejor. Es consciente de que tiene un cometido por hacer, y también es consciente de los peligros que esto entraña. Sin pensárselo dos veces, coge el arma y se dirige a la mesa en donde se encuentran sus víctimas potenciales. Con fría determinación, aprieta el gatillo y cumple el encargo. Zimmer compone un tema cargado de tensión para reflejar el conflicto moral de un personaje que, poco a poco, acabará hastiada de la violencia y que tratará de hacerla desaparecer de su vida, sin éxito. Dicho tema puede escucharse a partir del minuto 1:28.



La nueva Maggie no desea volver a matar, pero es consciente de que no tiene otra opción. La música refleja perfectamente dicha tensión, dicha intriga, lo que siente una persona que es consciente de que debe matar a otra persona a sangre fría. Se trata de un tema basado en la reiteración de un sencillo pero eficaz patrón de notas, secundado por rabiosos punteos de guitarra eléctrica, desatada percusión y salvajes alaridos que sacan a relucir el lado agresivo del personaje, aquél que con tanto tesón intentará enterrar.

Este eficaz tema refleja perfectamente el caos emocional por el que atraviesa Maggie antes de asesinar a su víctima, transmitiendo la sensación de que el tiempo se ha detenido. Una vez cumplido su objetivo, la asesina deberá huir de los numerosos guardaespaldas deseosos de venganza y que no dejarán que salga con vida del restaurante. Nuestra heroína se abrirá paso hasta llegar a la cocina, en donde se enfrentará a los matones en un encarnizado tiroteo.

Zimmer acompaña dicho enfrentamiento con un trepidante y frenético tema de acción marca de la casa, combinando sintetizadores con guitarras eléctricas y gritos salvajes, el cual puede escucharse a partir del minuto 2:37. No hay lugar para los pensamientos o las emociones, sólo para la acción, y para el instinto de supervivencia más primario. A destacar, como es habitual en su música, la potente percusión, que no concede ni un solo momento de respiro. El tema alcanzará dimensiones épicas en sus espléndidos últimos treinta segundos, celebrando la victoria de la protagonista, la cual ha logrado cumplir con su objetivo y salir con vida de aquella encerrona.

4. "Wedding Bells" (8:06). Este corte incluye algunos de los momentos más dramáticos y tristes de todo el score. Maggie cree que puede rehacer su vida y huir de su pasado, conociendo a un hombre del que acaba enamorándose y con el que termina viviendo. Sin embargo, no tardará en comprender que es imposible huir para siempre, y que la promesa de una nueva vida no es más que una cruel mentira. Mientras disfruta de unas vacaciones con su amado, recibe una nueva llamada con un nuevo encargo, lo cual la hunde en un mar de desesperación.

Desesperación por su ingenua creencia de que, tras tanto tiempo, ya no tendría que volver a matar. Desesperación por lo que esto podría implicar en su nueva vida y por lo mucho que podría afectar su relación con su pareja. Desesperación por la comprensión de que está abocada a una vida como asesina de la que no podrá salir del todo jamás. Las instrucciones recibidas son claras. Debe coger un maletín escondido ad hoc en su habitación del hotel, convenientemente seleccionada por sus superiores, montar el arma, y liquidar desde la ventana del cuarto de baño de su hotel a una importante personalidad que aparecerá por la calle frente a su hotel en pocos minutos. La música se adentra en lo más profundo de sus amargos sentimientos, y rezuma tristeza y melancolía.

Zimmer incorpora entonces de nuevo el tema introducido durante el asesinato en el restaurante, su primer encargo, desarrollándolo aún más y dotándolo de un mayor dramatismo. El compositor asocia dicho tema a la Maggie asesina, aquélla abocada a una vida entregada a la violencia, contraponiéndolo al tema principal, que está asociado a la nueva Maggie, a la misma que anhela enterrar su pasado y empezar de nuevo.

El compositor enfrenta sabiamente ambos temas durante este corte, con el fin de ilustrar todo el cúmulo de emociones que atenazan a nuestra protagonista durante los preparativos y los instantes previos al asesinato, así como también el conflicto entre las dos Maggies, las cuales no pueden seguir coexistiendo. Ella sabe que debe cumplir con la orden, y también sabe lo que esto implica. Por si esto no fuera suficiente, la voz de su amado al otro lado de la puerta no hace sino recordarle lo mucho que su corazón anhela un cambio de vida.



Zimmer describe con matemática precisión toda la tensión que se palpa en el ambiente, mientras se aproxima el momento del asesinato y Maggie sufre un derrumbe emocional. La música alterna momentos de infinita amargura y tristeza, que utilizan variaciones del tema principal, como por ejemplo a partir del minuto 2:30 hasta el minuto 3:30, con otros de extrema tensión que presagian cuál va a ser el resultado final de aquel enfrentamiento interno.

El tema al que anteriormente hacíamos referencia va creciendo en intensidad paulatinamente, ilustrando la proximidad del momento en el que Maggie tendrá que apretar el gatillo y liquidar a su víctima, alcanzando su momento álgido en el minuto 4:16. Este arrebato de música siniestra y malsana da paso a una nueva interpretación del tema principal del score, que en esta ocasión suena, a partir del minuto 6:04, como un desconsolado lamento.

El encargo ha sido realizado con éxito, y su pareja empieza a entrever que la joven oculta algo que puede hacer peligrar su relación. Éste es, en definitiva, uno de los mejores momentos de integración música e imagen de la película. Zimmer adapta su música a las imágenes con la perfección que le caracteriza, pincelando la encarnizada lucha interior de la protagonista y reflejando el amplio abanico de emociones a flor de piel experimentadas por Maggie durante los instantes previos al asesinato.

El tiempo parece detenerse y, por un instante, la joven parece ser consciente de que no puede seguir llevando una doble vida, una doble identidad, y que, en algún momento u otro, deberá hacer una elección. Lo que destroza su alma es la comprensión de que dicha elección está ya hecha, y que probablemente deberá renunciar al hombre que ama y todo lo que esto implica.

Aunque no cuenta con la popularidad de obras del mismo período tales como "Black Rain" (1989), "Rain Man" (1988), "Backdraft" (1991) o "The Lion King" (1994), "Point of No Return" es en la opinión del que esto firma una de sus mejores obras, y un ejemplo perfecto de lo que debe ser una buena banda sonora, una obra que aporte profundidad a la historia y que se complemente a la perfección con las imágenes a las que acompaña.

Y en ese sentido, "Point of No Return" no decepciona. Zimmer vuelve a demostrar que es uno de los más grandes melodistas que ha dado el cine, y hasta qué punto es consciente de los requerimientos de cada historia musicalmente hablando. Su música, sin llegar a desentonar nunca dentro del contexto de la película, posee la suficiente autonomía como para asegurar una audición aislada de lo más inolvidable, pese a lo exiguo del material incluido en la edición de Milan.

Sin embargo, y como antes indicábamos, la incorporación de una selección de temas de la cantante afroamericana Nina Simone en la edición oficial del score está lejos de resultar una elección caprichosa o injustificada. Nina Simone es la cantante favorita del personaje central de la película, de la cual toma su nombre como apodo, y las distintas canciones que pueden escucharse durante la película dicen también bastante acerca del personaje, sus sentimientos y su personalidad.



En ese sentido, y aunque no resulte del agrado de todos, supone un necesario e interesante complemento al material compuesto por Zimmer. De los temas incluidos en el compacto, nos quedamos sin dudarlo un solo instante con los dos últimos, la arrebatadoramente hermosa "Wild is the Wind" (compuesta por Ned Washington y el Maestro de música de cine, Dimitri Tiomkin), posiblemente una de las declaraciones de amor más preciosas jamás cantadas, y la nostálgica, melancólica e inolvidable "Black is the Color of My True Love's Hair", en ambas de las cuales la desgarrada y profunda voz de la cantante se ve complementada, y de qué manera, por unos deliciosos arreglos para piano.



Mientras que los anteriores temas aportan algo de diversión y optimismo a la vida de Maggie, son estos dos últimos los que ponen voz a los sentimientos más profundos de nuestra protagonista, el patito feo que se tornó cisne y que luchó denodadamente por remontar el vuelo hacia una nueva vida.


Calificación de la película: **** sobre *****

Calificación de la banda sonora: **** sobre ****

2 comentarios:

  1. BF: Vi este film hace mucho tiempo, en 1996,y es uno de mis preferidos.Sin saber mas nada que el titulo, muchas veces te topas con historias arrolladoras, a las cuales disfrutas y te sorprendes. sobretodo si ves 1 film sin ver trailer o leer informacion alguna del argumento.Al no haber espectativas, formadas por la exposicion a trailers,etc,tampoco hay prejuicios y eso permite disfrutar 1 pelicula de un modo diferente.
    Años mas tarde, me entere por FOX , q existia 1 version francesa anterior del film. cuando tuve oprtunidad de verla lo hice, el personaje principal, me parecio demasiado irreal,hasta frivolo, pasaba de ser practicamente 1 loca salvaje salida de un contexto de violencia y caos urbano, a ser 1 mujer FIFI preocupada por lucir sombreros q le hagan juego con la ropa.....?? y todo eso con una rapidez pasmosa, que te hace preuntarte ¿ que estoy viendo ?
    Por lo gral. las versiones remake de EEUU. jamas superan la original, ejemplos sobran, pero este caso es la rara exepcion.
    La pelicula norteamericana es 1 pelicula aparte,no reniega de ser lo que es, un film comercial, con todas sus caracteres,pero lleno de recursos queb te mantienen atento a lo que sucede...la francesa se convierte en 1 historia olvidable que parece tomar por estupido a todo el publico.

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  2. Qué puedo decirte... no podría estar más de acuerdo en tu apreciación de ambas películas. Lo que ocurre es que claro, los remakes suelen llevar ya el estigma de "inferior" independientemente de la película y de los méritos de la original. En este caso, desde luego, prefiero el remake a la original yo también. ;-)
    Un saludo!

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