sábado, 26 de junio de 2010

Piratas del Caribe 3: En el fin del mundo (Pirates of the Caribbean: At World's End, 2007): Análisis de la banda sonora





1. Renovando el "Swashbuckling"

En una de las entrevistas concedidas por el compositor alemán Hans Zimmer a raíz de su trabajo para la secuela de la ya trilogía, "Pirates of the Caribbean", éste se defendía (como si tuviera que hacerlo realmente) de las predecibles - y oh, tan cansinas - críticas vertidas sobre él por parte de sus recurrentes detractores explicando que, como parte intermedia de una historia estructurada en tres secciones, había que esperar a la finalización de la saga para tener una idea completa y coherente de su aportación musical al género de piratas.





Del mismo modo que la segunda parte de la trilogía tenía un final abrupto y para nada concluso, igualmente la banda sonora presentaba temas, en ocasiones meramente esbozados, y a la espera de un mayor desarrollo. Quizás sería más idóneo, y justo, concebir las tres bandas sonoras como una única composición musical, independientemente de lo irregular de sus partes, con una primera sección algo irregular, una segunda más pulida y con varios momentos de esa genialidad que caracteriza al compositor, y una tercera aún más redonda que cierra, completa y da esplendor, y de qué modo, a todo el conjunto.



Por supuesto no faltará quienes insistan en su animadversión por el sello musical característico de este compositor, y quienes sigan sin "perdonarle el ultraje" de haber tomado las riendas de un proyecto atribuido originalmente al gran Silvestri. No voy a entrar en absurdas y mezquinas comparaciones, puesto que tanto respeto me merece la obra de uno como de otro.

Al parecer, fue la generosa presencia de instrumentos de viento, considerados como demasiado "femeninos" (¿¿¿???) por Bruckheimer, lo que motivó que Silvestri quedara fuera del proyecto, y la incorporación de Zimmer y sus talentos de Remote Control a última hora, los cuales tuvieron que trabajar a contra reloj para cumplir con los requisitos no sólo de la historia, sino también del director y productor.

Por motivos contractuales, "Pirates of the Caribbean: Curse of the Black Pearl" (2003) fue atribuida al compositor Klaus Badelt, autor de joyas como "The Time Machine" (2002) o "The Promise" ("Wu Ji, 2005"), si bien, como se ha podido comprobar en las dos posteriores entregas, gran parte del material temático presentado en la primera banda sonora fue compuesto por Hans Zimmer.



En cualquier caso, presiones de tiempo y unas condiciones de trabajo que se antojan bastante estresantes fueron responsables de una composición algo irregular en su conjunto y que daba la impresión general de estar poco pulida, poco trabajada, y por supuesto no a la altura de lo esperable de un trabajo de Hans Zimmer. Curiosamente, "Curse of the Black Pearl" tuvo bastante éxito y una gran acogida entre el amplio público, hasta el punto de convertirse en una de las bandas sonoras más vendidas y populares de los últimos años, para mayor consternación de sus detractores.

En "Pirates of the Caribbean: Dead Man's Chest" (2006), Zimmer tuvo más tiempo para elaborar una obra más afinada y perfilada, la cual retomaba algunos de los temas de la primera parte, aunándolos con otros nuevos compuestos ad hoc para la secuela, y que constituían sin lugar a dudas el bloque más destacable y brillante de un interesante trabajo que superaba a su predecesor sin suponer, no obstante, una obra mayor en la trayectoria del composición teutón por los motivos anteriormente esbozados.



"Dead Man's Chest" seguía siendo, como no podía ser de otra manera, una obra inconclusa para una película inconclusa, y por tanto no se le podía hacer justicia en sí misma, sino que había que esperar a la ansiada tercera parte de la trilogía para poder valorar cada una de sus secciones en su justa medida. En cualquier caso, y como antes comentamos, esta banda sonora contaba con momentos de verdadera genialidad, especialmente en su inmejorable arranque, constituido por los excelentes temas compuestos para Jack Sparrow, el Kraken y Davy Jones, los cuales, en retrospectiva, siguen constituyendo algunos de los mejores motivos compuestos por Zimmer para toda la trilogía.



Finalmente, en "Pirates of the Caribbean: At World's End", Zimmer puede vanagloriarse de haberse redimido completamente ante muchos de sus detractores (por supuesto habrá quienes sigan demonizándolo y considerándolo como el responsable de una supuesta crisis creativa por la que atraviesa la música de cine hoy día. Allá ellos), cerrando la trilogía de manera brillante con una obra excepcional que constituye uno de sus mejores trabajos en años.

Y, nuevamente, si concebimos las tres partes como una sola encontraremos una de las obras más interesantes, amenas y emocionantes legadas por el genio alemán, una verdadera obra maestra que culmina de manera impecable en una sucesión de cortes a cada cual más apasionante. Los enemigos acérrimos de la electrónica están de enhorabuena, ya que en "At World's End" predominan los sonidos orquestales, con estimables incorporaciones corales y de instrumentos exóticos. Incluso encontramos pasajes en los que serán los instrumentos de viento los que cobren protagonismo... sí, pese a la reticencia inicial de Bruckheimer para con estos instrumentos.



En ocasiones se critica el sonido "Zimmer" como demasiado "masculino" (¿¿¿???) y cargado de testosterona, y su música como "fácil", "poco desarrollada", "machacona" y otros adjetivos igualmente absurdos, en base principalmente a los himnos heroicos y temas de acción apabullantes por los que es principalmente conocido y en gran parte disfrutado. En cualquier caso, e independientemente de la apreciación personal de cada uno y lo que a uno le evoque una determinada música o no, tamaña generalización resulta cuanto menos risible en una trayectoria en donde tienen cabida desde obras sacras de calado religioso a lo "The Da Vinci Code" (2006), comedias románticas a lo "Spanglish" (2004), obras épicas a lo "The Last Samurai" (2003) y emotivos dramas a lo "The Thin Red Line" (1998).

Y es que obras como "At World's End" ponen de manifiesto hasta qué punto Hans Zimmer sigue siendo uno de los baluartes indiscutibles de la música de cine actual, así como uno de los compositores que mejor se mantiene de su generación. La música de "Pirates of the Caribbean" no suena a Korngold, ni falta que le hace. Los tiempos cambian, mal que les pesen a muchos, y Zimmer ha sabido modernizar el género y ofrecer algo fresco y actualizado, a la altura de las exigencias de los nuevos tiempos, algo que está anclado en el presente pero que tampoco olvida el legado de los maestros del pasado.

Por supuesto que el compositor posee un estilo muy peculiar, único e inimitable, y los que no gusten de dicho estilo no disfrutarán de este trabajo. Sin embargo, los que estén dispuestos a darle una oportunidad, libre de prejuicios, encontrarán en "At World's End" uno de sus mejores partituras en años, con hermosos temas aparentemente simples pero exquisitamente desarrollados (sí, dije desarrollados) y magistralmente hilvanados con otros pertenecientes a las otras dos partes. Veámoslo con más detalle.


2. Análisis temático de la banda sonora.

La edición en compacto de la banda sonora de "At World's End" da comienzo mediante "Hoist the Colours", en donde se despliega uno de los nuevos motivos temáticos presentes en este trabajo, el cual constituye una especie de himno asociado a la hermandad de los piratas y su peculiar idiosincrasia. Como he dicho anteriormente, este corte se limita a presentar el tema, primero mediante un solo para voz infantil y segundo mediante coros adultos que representan la voz de la hermandad corsaria. Aparentemente simple pero efectivo, el compositor lo irá desarrollando en posteriores cortes.



El segundo track, titulado "Singapore", introduce el tema asociado al villano interpretado por el actor Chow Yun-Fat, y por tanto combina las exóticas sonoridades de instrumentos chinos como el erhu con la rica paleta de sonidos de la orquesta, y tras un espectacular crescendo da paso a uno de los temas pertenecientes a "The Curse Of The Black Pearl", en una de sus interpretaciones más gloriosas y heroicas, e inmediatamente después a un breve apunte del tema cómico de Jack Sparrow que da paso al siguiente corte.



"At Wit's End" es, sin lugar a dudas, uno de los momentos con mayúsculas del score, donde Zimmer presenta el que podríamos considerar como el tema principal de esta tercera parte, un bello y conmovedor leit motif de amor presentado en tres partes que, como hemos ya adelantado, perfectamente podrían constituir tres temas independientes. Su tercera parte se esboza nada más empezar el corte, creciendo paulatinamente en belleza y emotividad para a partir del minuto 3:10, explotar en toda su intensidad sonora y emocionar sin ambages, mientras La Perla Negra penetra en los parajes helados de los Mares Orientales rumbo a lo desconocido.



Zimmer va combinando dicho tema con los demás, hilvanándolos y aunándolos de manera magistral, dejando que todos cobren protagonismo en algún momento durante los impresionantes ocho minutos de duración de este corte. A destacar la adaptación de la primera parte del motivo amoroso para caja de música y su mezcla con el leit-motif de Davy Jones en un emotivamente dramático y enternecedor crescendo a partir del minuto 5:19, de esos que quitan el aliento.

A continuación se incluye el tema titulado "Multiple Jacks", un corte de relleno, sin mucho interés realmente, el cual no aporta muchas novedades a lo presentado hasta el momento, y en el que se vuelve a apuntar el tema de Jack Sparrow de "Dead Man's Chest" sin llegar nunca a desarrollar nada.



Como compensación, el siguiente corte, titulado "Up Is Down", constituye otro momento con mayúsculas del score y, por extensión, de toda la trilogía. Es un corte jovial que bebe de toda la rica tradición de música de aventuras y de piratas, tomando como base el tema presentado en "At Wit´s End". Si hay una música ideal para acompañar una historia épica de piratas o de capa y espada, es ésta. Impresionante, vibrante y heroica son algunos de los adjetivos que me vienen a la mente cada vez que escucho esta maravilla. Esto es música para el género, sí señor.



El siguiente corte, titulado "I See Dead People in Boats", arranca con un emotivo solo para oboe que nos deleita con una melancólica y preciosa interpretación del tema principal (en su primera y segunda parte), cambiando completamente el tono del anterior. En éste la música suena más contenida, nostálgica y triste a veces, misteriosa y de suspense otras, al menos hasta su sección final en donde parece remontar con una nueva y dramática variación del tema principal.



El siguiente corte, titulado "The Brethren Court", comienza en una línea similar al de "Múltiple Jacks", recurriendo nuevamente a efímeros esbozos del tema del personaje, para dar paso a una solemne y maravillosa variación del tema de la Hermandad Pirata a partir del minuto 0:35, seguida por una nueva interpretación instrumental del tema de los piratas propiamente dicho, tal y como apareciera en el primer corte del score, a partir del minuto 1:12.



A continuación, en "Parlay", Zimmer se marca un impresionante homenaje a uno de sus compositores predilectos, el gran Ennio Morricone, ofreciendo una nueva interpretación del motivo central en clave spaguetti western o, más concretamente, en clave "The Man with the Harmonica" ("Once Upon a Time in the West", 1968). Las influencias de Morricone en la música del alemán no son para nada novedosas, no hay más que recordar la maravillosa "Broken Arrow" (1996), en mi opinión personal el mejor score de acción de Zimmer tras esa obra maestra absoluta que es "The Peacemaker" (1997), y en donde ya encontramos esas guitarras y unos efectos electrónicos muy similares.



Lo realmente divertido de este corte, "Parlay", es que, a medida que va cobrando más dramatismo y emoción, uno espera realmente encontrarse con el tema de Morricone para "The Man with the Harmonica", y en ese momento el compositor presenta el tema principal de su score en una línea muy similar, con harmónicas disonantes y guitarra eléctrica de fondo, en un guiño entrañable y muy de agradecer por todos los que disfrutamos a partes iguales del talento de ambos compositores. Brillante.

El siguiente corte, "Calypso", sin desmerecer del resto, no es más que un anticipo de lo que está aún por venir, y no cumple otra finalidad que preceder a lo que es, sencillamente lo mejor de todo el score, sus últimos veinte minutos. Si "Dead Man's Chest" cuenta con el mejor arranque de toda la trilogía gracias al bloque formado por sus tres primeros cortes, entonces "At World's End" cuenta con el mejor cierre, con diferencia, gracias a sus cuatro impresionantes últimos temas, que ponen un broche de oro a un trabajo perfecto y que presentan al mejor Zimmer de los últimos años.



En primer lugar encontramos "What Shall We Die For", que se corresponde con el momento de la arenga del personaje interpretado por Keira Knightley, y que ofrece la variación del tema de los piratas presentada en el corte "The Brethren Court" en su interpretación más espectacular y gloriosa. Es una música 100% Zimmer, heroica y emotiva, uno de esos himnos solemnes que elevan el ánimo como sólo él es capaz de conseguir. El tema va cobrando fuerza y dramatismo paulatinamente hasta su épico crescendo cargado de poder y belleza en donde los coros cobran un especial protagonismo.



Y antes de que nos podamos reponer de la impresión, Zimmer da paso al siguiente track, "I Don't Think Now Is the Best Time", que constituye un adrenalínico tour de force de más de diez minutos con la mejor música de acción marca de la casa para acompañar la impresionante secuencia de la batalla final. La música abarca una rica paleta de emociones, variando de lo heroico a lo dramático e incluso lo cómico.

A partir del minuto 2:55 se puede escuchar una sección especialmente dramática, incluso trágica, que parece presagiar un desenlace funesto para los protagonistas. La música se vuelve elegíaca y sumamente conmovedora hasta el minuto 4:40, que marca el final de la primera parte del corte.



A partir del minuto 5:00 la música vuelve a cobrar optimismo y energía gracias a una nueva interpretación del tema de Jack Sparrow, que introduce la mejor sección de este corte. Zimmer va combinando distintos motivos, tanto de ésta como de las anteriores entregas de la trilogía para crear un torbellino de vibrante música de acción, en un verdadero arrebato de genialidad.

A partir del minuto 5:55 la segunda sección del tema de los piratas obtiene su interpretación más arrebatada y heroica, para dar paso instantes después a toda una miríada de distintos temas que se van hilvanando y combinando de manera magistral, desde el leit-motif del tema de La Perla Negra hasta el tema de amor a partir del minuto 6:50 en sus distintas variaciones.

Podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos que este tema constituye uno de los mejores y más apasionantes cortes de acción en toda la dilatada carrera del genio alemán. En ningún momento decae el ánimo o el interés. El compositor se las ingenia para mantener al oyente en vilo durante todo su desarrollo.

El siguiente, titulado "One Day", arranca recordando a su anterior partitura para "King Arthur" (2004), para dar paso a otra maravillosa interpretación de uno de los temas de "Dead Man's Chest", y a continuación al tema de amor en sus tres variaciones, que suena más apasionado y arrebatador que nunca. En todo momento durante este score, como se ha podido comprobar, Zimmer está presentado material nuevo y, a la vez, desarrollando temas de las anteriores entregas, combinándolo todo con exquisita maestría para crear un todo compacto y coherente.



Y llegamos al final de esta tercera, ¿y última?, parte con la muy "disfrutable" "Drink Up Me Hearties". Todo buen score debería estar cerrado por un tema que sirviese de recopilación de los mejores momentos del mismo, una especie de medley en donde los temas principales fueran desfilando a modo de despedida al oyente, y "At World's End" no es una excepción, con la peculiaridad de que, en este corte en concreto escuchamos temas procedentes de las tres partes que conforman la saga de "Pirates of the Caribbean". El resultado es un corte espectacular que pone un broche de oro a este score.



Empieza con material de "Dead Man's Chest", interpretado en primer lugar por acordeón principalmente, y en segundo lugar por toda la orquesta, dando paso a material de "Curse of the Black Pearl", y concluyendo con una exaltada y maravillosa interpretación del tema de amor de "At World's End" en sus tres variaciones (con nuevos arreglos y un tempo arrollador), la cual pone punto y final no sólo a este score, sino a toda la saga. Y qué punto y final.

En definitiva, ahora sí estamos en condiciones de valorar la contribución de Zimmer al género de piratas, y sí estamos en condiciones de afirmar que se trata de una más que loable contribución en la que el alemán vuelve a demostrar por qué es uno de los mejores compositores de la actualidad, capaz de componer efectivos y emocionantes temas que acompañan con más que probada eficacia las imágenes de cualquier película, independientemente del género al que pertenezca.

Y si, de nuevo, consideramos las tres partes de la saga como partes indisolubles de un único e indivisible score, entonces no puedo por menos que celebrar "Pirates of the Caribbean" como el mejor trabajo del compositor alemán tras su gran obra maestra "The Last Samurai". Ciertamente no supondrá un antes y un después en su trayectoria como sí lo fue esta última, sin embargo constituye uno de sus trabajos más disfrutables y excepcionales, lo cual pone de manifiesto que, afortunadamente, aún nos queda mucho Zimmer que disfrutar. Que así sea, y por muchos años.


Calificación de la banda sonora: ***** sobre *****

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