"ELSE" (2024): Un cambio de paradigma en el body horror.
No
hace mucho descubrí, por puro azar, la existencia de esta película
belga del año pasado que, pese a su paso por el Festival de Sitges, en
donde se alzó con un (merecido) galardón a los mejores efectos
especiales, no ha tenido la repercusión mediática que considero que
merece. Es más, constato, con un doloroso sentimiento de decepción, que
ni la película ni su banda sonora, magistrales ambas, han sido editadas
en formato físico a fecha de hoy. No sólo en España. Los motivos me
resultan tan desconcertantes como incomprensibles.
La
historia que plantea su director, Thibault Emin, orbita en torno a una
extraña epidemia que provoca que los infectados se fusionen,
literalmente, con su entorno. Esto dará pie a algunas secuencias
realmente memorables gracias a la excelencia de unos efectos visuales
alucinantes y tremendamente imaginativos. Sin embargo, lo que hace de
este filme una de las propuestas más valientes, lisérgicas y
fascinantes que nos haya deparado el cine fantástico de este nuevo siglo
es su capacidad para subvertir nuestras expectativas y dignificar, de
paso, un género tan vapuleado actualmente por la mediocridad como es el terror.
En realidad, "Else" no es una película de terror al uso. Por más que, ciertamente, se posicione dentro de los confines de un subgénero tan encorsetado y estéril como el de las epidemias víricas, no lo hace para acatar religiosamente las convenciones adscritas a este tipo de cine sino, más bien, para cuestionarlas y trastocarlas desde su misma raíz. En estos tiempos en los que el body horror parece gozar de una revitalizada popularidad, como así lo corrobora el éxito de películas como "La sustancia" (Coralie Fargeat, 2024) o "La hermanastra fea" (Emilie Blichfeldt, 2025), Emin canaliza el espíritu inquisitivo e iconoclasta de cineastas como David Cronenberg o Shinya Tsukamoto para devolverle a la "Nueva Carne" una enjundia metafísica que no veíamos desde los tiempos de "Inseparables" (1988) o "Tetsuo, el hombre de hierro" (1989).
Es
esta voluntad por sublimar los aspectos más tremebundos y viscerales
del género en pos de una concepción mucho más madura e intelectualmente
estimulante que la de sus más recientes predecesoras lo que convierte a
"Else" es una de las propuestas más rotundamente psicodélicas y subyugantes que haya tenido el
privilegio de experimentar como espectador en muchísimo tiempo. Una
exquisita pieza de orfebrería, destinada a paladares exigentes, que
arranca como película romántica para transitar, progresivamente, hacia
el terror y, de ahí, a una alienante distopía apocalíptica sin que el
conjunto se perciba como un collage fragmentado de ideas inconexas.
En
el marco de una situación de inminente confinamiento a causa de una
turbadora epidemia vírica que está extendiéndose por todo el mundo, el
transgresor libreto de Alice Butaud, Emma Sandona y Thibault Emin opta
así por encaminar la narrativa hacia unos derroteros existenciales
totalmente inesperados. Todo ello, sin que la película se perciba, en
ningún momento, como lenta o aburrida gracias a su dosificado sentido
del ritmo y su potentísima personalidad visual. Aunque hay momentos de
lacerante terror orgánico, está todo narrado y filmado con una inusitada
elegancia, demostrando, una vez más, que es posible soliviantar sin
necesidad de incurrir en el morbo gratuito.
No
recuerdo cuándo fue la última vez que una película de esta índole me
llevó por territorios tan ontológicos. "Else" representa una nueva
manera de concebir el terror como arte, ajena a los tropos habituales en
un género excesivamente infantilizado y banalizado por el mainstream.
Mención especial merece también la exquisita banda sonora electrónica
del tándem formado por Shida Shahabi y June Ha, la cual constituye un
elemento fundamental en esta sublime experiencia sensorial que nos
propone el filme. En definitiva, ¡larga vida a ESTA "Nueva Carne"!
Mi calificación: **** 1/2 sobre *****
"TOGETHER" (2025): Una brillante revisión de los postulados de la "Nueva Carne".
El
director australiano Michael Shanks debuta, con todos los
honores, en el formato largometraje para incursionar en el body horror con resultados sobresalientes. "Together" triunfa allá donde
fracasaban, estrepitosamente, las muy inferiores (y sobrevaloradísimas)
"Devuélvemela" (Danny & Michael Philippou, 2025) y "Weapons" (Zach
Cregger, 2025). El filme se atreve, además, a trascender las tan obvias
como reiterativas proclamas feministas de películas como "La sustancia"
(Coralie Fargeat, 2024) o "La hermanastra fea" (Emilie Blichfeldt, 2025)
para reivindicar, en un loable acto de disidencia ideológica en los
tiempos que nos ha tocado vivir, un mensaje de reconciliación y unidad real entre sexos. Una
unidad que, lejos de contenerse en el ámbito de lo figurado, acaba
adquiriendo, además, un sentido totalmente literal.
“Together”
parte, así, de un concepto realmente fascinante que su estimable guion,
atribuido también al señor Shanks, se digna además en desarrollar de
manera convincente hasta sus últimas consecuencias en un clímax, para
variar, de lo más satisfactorio (¡por fin un estreno de terror que no se
desinfla a los 30 minutos!), planteando esa sana reflexión final que
jamás debería estar reñida con el entretenimiento.
La
premisa a la que hacíamos referencia está relacionada, por supuesto,
con el concepto de “alma gemela”, ya introducido por el dramaturgo
griego Aristófanes (circa 445 a.C. - circa 385 a.C.) en el célebre diálogo “El Banquete” ("Συμπόσιον”), escrito por el filósofo Platón (circa 427 a.C. - circa 347 a.C.) sobre los años 385 al 370 a. C. En
esta obra maestra de la filosofía occidental, que introdujo además la
idea del amor platónico, Aristófanes reinventa en forma de mito los
orígenes de la raza humana para explicar esa sensación de carencia que
experimentamos las personas en la soledad, como si estuviéramos
“incompletos”, hasta que encontramos a nuestra “media naranja”.
Según
explicaba el ínclito comediógrafo, al principio la raza humana era casi
perfecta: "Todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los
costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos
fisonomías unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una
sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos
orejas, dos órganos de la generación, y todo lo demás en esta misma
proporción". Estas criaturas proto-humanas podían ser de tres sexos: 1)
masculino (compuestas de hombre y hombre), descendientes del sol; 2)
femenino (compuestas de mujer y mujer), descendientes de la tierra; 3) y andrógino (compuestas de hombre y mujer), descendientes de la luna.
En su inicial perfección, poder
y desmesurada arrogancia, osaron desafiar a los mismísimos dioses,
escalando el monte Olimpo para irrumpir en su morada y derrocarlos. Como
respuesta, el dios Zeus, que no estaba dispuesto ni a consentir la
blasfemia ni, tampoco, a destruir a aquellas devotas criaturas que tanto
los habían agasajado con su culto y los sacrificios ofrecidos, encontró la solución perfecta:
mutilarlos separándolos en dos cuerpos para reducir su poder y
volverlos, así, más mansos y circunspectos. De este modo, el ser humano
quedó finalmente configurado con dos piernas, dos brazos y una cabeza
orientada hacia el lado del corte para que el humano recordase para
siempre su fragilidad y las consecuencias derivadas de su rebelión. El dios Apolo, responsable de curar las heridas, reunió los cortes de la piel y los cosió sobre el vientre para dar forma al ombligo, que no sería más que una cicatriz provocada por esa herida de la
división.
Esta violenta escisión
explicaría, según Aristófanes, ese “anhelo” por volver a nuestra
“naturaleza primordial” y encontrar a la persona que nos completa y de
la cual fuimos separados. Las mujeres separadas de mujer y los hombres
separados de hombre buscarían relaciones de carácter homosexual,
mientras que los heterosexuales serían aquellos seres humanos que
provenían, originalmente, de criaturas andróginas. "Hecha esta
división, cada mitad hacía esfuerzos para encontrar la otra mitad de que
había sido separada; y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se
unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad, con ardor tal
que, abrazadas, perecían de hambre e inacción, no queriendo hacer nada
la una sin la otra".
Para
evitar la extinción de la especie y que pudieran engendrar descendencia,
Zeus se apiadó de los humanos y cambió de lugar sus órganos genitales,
colocándolos hacia delante y permitiendo, de esta manera, la
reproducción. De esta manera, concluye Aristófanes, el amor es el
principio restaurador de nuestra antigua naturaleza, algo innato en las
personas que nos impele a retornar a la unidad y sanar, así, la naturaleza humana. Toda esta historia, por supuesto, se incluye de manera resumida en uno de los diálogos que mantiene la protagonista (Alison Brie) con su compañero de escuela, Jamie (Damon Herriman), y está relacionada, de alguna manera, con los acontecimientos que van a ir desencadenándose a lo largo de la trama.
Alison Brie y Dave
Franco (matrimonio en la vida real) dan vida a Millie y Tim, una pareja que no parece estar atravesando por su
mejor momento. Se trasluce un cierto cariño residual que parece
mantenerlos todavía juntos, como si vivieran del rédito de otros
tiempos, mejores, en su relación. Sin embargo, por más que compartan un
mismo espacio, la realidad es que entre ellos no encontramos,
aparentemente, una unión real de pareja, ni física ni sentimental; más
bien, una situación de co-dependencia.
En
ese momento lo sobrenatural irrumpirá en sus vidas para trastocarlas
por completo. El catalizador, un misterioso líquido acuoso contenido en
el interior de una cueva subterránea en medio de la inhóspita e indómita
naturaleza, cobijo de fuerzas misteriosas y sobrenaturales que
únicamente pueden encontrarse lejos del confort de la civilización. A
partir de ese momento, la necesidad de darse un tiempo (y un espacio) en
la relación va a verse súbitamente descabalada por una inexplicable
atracción que los impele hacia el más literal de los acoplamientos.
Los
momentos de body horror, que afortunadamente nunca decaen en el gorefest gratuito, se ponen así al servicio de una premisa fascinante
que se presta a interesantes lecturas. En esta ocasión, el terror no
surge de alguna mutación anómala del mismo cuerpo sino, más bien, de la
perspectiva de que dos organismos/almas diferentes puedan llegar a
fusionarse por completo, y por tanto desintegrarse, en una tercera
criatura totalmente híbrida con una consciencia propia. Shanks
condimenta su personal banquete erotómano con las dosis justas de humor
para enriquecer el discurso sin frivolizarlo, evocando, en algunas
secuencias, el espíritu iconoclasta, con un cierto punto underground, de
cineastas como Sam Raimi, Brian Yuzna o Stuart Gordon.

En
definitiva, “Together” me ha parecido, con diferencia, la mejor
película de terror de lo que llevamos de año. No crea expectativas que
no sea capaz de cumplir, es plenamente consciente de lo que quiere ser y
a donde desea conducir al espectador, y lo hace con gusto, clase e
inteligencia. En su honestidad y falta de pretenciosidad se revela como
una de las propuestas más disfrutables de este 2025, capaz incluso de
guardarse algún que otro as en la manga hasta su fabuloso desenlace.
Shanks revitaliza así la Nueva Carne en un irresistible cocktail de
terror, humor y erotismo de cuerpos amalgamados en un festín que eleva la
truculencia a la condición de catártico.
Mi calificación: **** sobre *****





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