
Sinopsis: Versión retorcida, en clave de comedia y terror, del cuento de "La Cenicienta". Elvira (Lea Myren) lucha por competir con su increíblemente bella hermanastra en un reino donde la belleza es un negocio despiadado. Elvira está dispuesta a llegar a los extremos que sean necesarios para captar la atención del príncipe, aunque ello implique maltratar y abusar de su propio cuerpo.
Tras
su éxito en el pasado festival de Sitges, "La hermanastra fea" se
anunciaba como una nueva vuelta de tuerca a la misma temática que ya
abordara el año pasado Coralie Fargeat en "La sustancia" (2024): el culto a la
imagen y la tiranía de la belleza en una sociedad que, aún a día de hoy,
tiende a la cosificación del cuerpo femenino, creando unas
expectactivas poco saludables que acaban teniendo efectos perniciosos en
la autoestima de muchas mujeres, esclavizadas por la búsqueda de ese
"ideal" imposible de perfección. Ambas
películas comparten, además, una cierta querencia por la truculencia grandguignolesca y la necesidad de epatar a cualquier precio, por más
que, estéticamente, sean obras muy diferentes.
Firmada por la directora
noruega Emilie Blichfeldt, "Den stygge stesøsteren" toma como punto de
partida una historia bien conocida, el cuento de "La Cenicienta",
adaptado originalmente por el escritor napolitano Giambattista Basile (1566-1632) y
popularizado posteriormente tanto por el francés Charles Perrault (1628-1703) como por
los hermanos Grimm en el siglo XIX. En
realidad, "la Cenicienta" es mucho más que un personaje de un
"cuento
de hadas", habiéndose convertido en una figura arquetípica que simboliza
el poder transformador de la pureza interior, la esperanza y la
autenticidad frente a la adversidad, todo ello culminando en el
reconocimiento del verdadero yo. El mito ha adquirido un carácter tan
universal que ha dejado trazas en culturas tan diversas como la griega,
la china,
la japonesa o la iraní.
Por
supuesto, "Den stygge stesøsteren" no va sobre el personaje de "la Cenicienta", ni
tampoco le interesa a Blichfeldt contarnos una historia de resiliencia y
pureza. Más bien, la directora aprovecha todo este subtexto alrededor
del personaje para subvertirlo con bastante mala uva y mucha, pero que
mucha maldad, poniendo el foco en una de sus hermanastras, aquélla a la que alude el título. La
película, de hecho, podría ser algo así como el reverso oscuro de esa
historia que gravita en el inconsciente colectivo gracias a la labor de
Perrault, los Grimm y, claro está, Disney. Blichfeldt toma todo lo que
sabemos de la historia y lo extrapola al personaje de Elvira para
deformarlo y corromperlo. "Den stygge stesøsteren", como antes señalábamos, no va de integridad,
sino de impureza; no va de reclamar nuestra soberanía interior desde la
guía de la Luz, sino de traicionar dicha soberanía y prostituirla al servicio de una ambición desmedida.
La
directora, no obstante, impregna la historia de Elvira de un patetismo
que consigue apelar a nuestra conmiseración. Entendemos de dónde viene
el personaje, sentimos lástima por ella, e incluso deseamos que, en
algún momento, se dé cuenta de lo que está haciendo con su vida para que
pueda encontrar esa felicidad que, sabemos, ella también merece. En
ningún momento se cae en el maniqueísmo de pintar a la hermanastra como
la villana de la historia, por más que algunas de sus acciones para con "la Cenicienta" (Thea Sofie Loch Næss) sean claramente abusivas. Sin embargo, todos sabemos que
ella no es más que una víctima más de las circunstancias, y por eso su
personaje inspira tanto lástima como, también, en algunos momentos,
incluso simpatía. El principal
motivo por el que, como espectadores, conseguimos conectar con Elvira,
evidentemente, es la espléndida labor como intérprete de Lea Myren. La actriz transmite fragilidad, vulnerabilidad y, también, una loable riqueza
de matices adicionales que enriquecen sobremanera a su personaje, elevándolo por encima de una caracterización unidimensional.
Al igual que "La Cenicienta", Elvira va
a ir, también, experimentando una metamorfosis a lo largo de la
historia, tanto física
como interna. A medida que el "patito feo" continúa forzando y
castigando su
cuerpo hacia su perverso ideal de belleza, la obsesión va contaminando
cada vez más su alma. Por este motivo, la transformación externa que
experimenta el personaje de Elvira es ilusoria, ya que está construida
desde una desalineación con su alma. La suya es una belleza irreal que,
en cualquier momento, sabemos que va a desmoronarse. "La Cenicienta" completa su transformación desde la pureza de su alma, y esa belleza
interna realza la externa. Nuestra pobre Elvira, por el contrario, se
afana en acicalar el envoltorio forzándolo contra natura y sin que haya,
en su interior, las suficientes virtudes capaces de sostener esa
transformación física. Por eso prevemos que, al igual que le ocurriera
al personaje interpretado por Demi Moore en "La sustancia", el precio
que va a tener que pagar va a terminar siendo demasiado alto.
Tampoco
es que los demás personajes sean un dechado de virtudes, empezando por
una cruel madrastra (Ane Dahl Torp) dispuesta a consentir e incluso alentar los abominables
castigos físicos a los que se somete Elvira hasta conseguir que cumpla su
destino de desposar a algún acaudalado noble o príncipe que las saque a
ella y su hermana (Flo Fagerli) de la ruina financiera a la que se han visto
abocadas. No menos ruin y deleznable es el príncipe (Isac Calmroth), totalmente ajeno a
esa consigna tan disneyana de "la belleza está en el interior", y para
el que la mujer parece reducirse tan sólo a eso, un cuerpo bonito que
poseer. En este carnaval de podredumbre moral, únicamente el personaje
de la hermana de Elvira muestra signos inequívocos de humanidad.
Otro de los puntos fuertes de "Den stygge stesøsteren" es su impecable dirección artística, que nos retrotrae a la Edad Dorada del Eurohorror setentero. El director de fotografía, Marcel Zyskind, aplica una onírica estética del cuento de hadas para trastocarla y revelar lo grotesco que anida detrás de ese acuciante y obsesivo deseo de belleza. El uso habitual de zooms y primerísimos planos se recrea en esa deformación consciente de la pureza, dando paso, progresivamente, a un truculento festín de body horror en donde no hay cabida para finales felices.
A
nivel personal, empero, el gran descubrimiento de esta película ha sido
su muy personal y ecléctico soundtrack, en donde brillan, con luz
propia, los feéricos sonidos silbados por la increíble Molly Lewis en
esa delicia titulada "Crushed Velvet"; o esa hipnótica coda para órgano
controlado por midi interpretada por Maxime Denuc y titulada "Infinite
End", la cual puede escucharse durante los créditos finales de la
película; y, por supuesto, la estimulante combinación de flauta y
electrónica de la artista noruega Vilde Tuv, de cuyo álbum "Melting
Songs" se incluye una generosa (y extraordinaria) representación a lo
largo de la película. Esa atmósfera a la que aludíamos en el párrafo
anterior se nutre muchísimo de esta música, que da voz al mundo interior
de la protagonista.
En
conclusión, "Den stygge stesøsteren" me ha parecido una película
estimable que he podido disfrutar a varios niveles, a pesar de la
irrefutable simpleza de su propuesta argumental y la autocomplacencia de
un discurso ideológico sorprendentemente ortodoxo, rayano incluso en lo
naíf. El uso, muy poco sutil, de gore contrasta, así, con el recatado
convencionalismo de un guion que se muestra incapaz de transgredir e
impactar desde otros códigos menos obvios y más intelectualmente
estimulantes. Algo parecido sucedió con "La sustancia", por cierto.
Serán los tiempos que nos ha tocado vivir.
Mi calificación: *** sobre *****


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