sábado, 17 de agosto de 2024

"Twilight of the Warriors: Walled In" (Soi Cheang, 2024).

 



1. Introducción

Después de un largo (larguísimo) camino de preproducción en donde se barajaron nombres como John Woo, Johnnie To y Derek Kwok para dirigirla, y estrellas como Chow Yun Fat, Andy Lau, Tony Leung Chiu-wai, Lau Ching Wan, Donnie Yen o Max Zhang para protagonizarla, finalmente la adaptación de la novela "City of Darkness" de Yu Wing Leung (y también, por extensión, del "manhua" (cómic) homónimo ilustrado por Andy Seto e inspirado igualmente en dicho relato) nos llega este año de la mano del director hongkonés nacido en Macao, Cheang Pou-soi.




Alumno espiritual del Maestro Johnnie To, Soi Cheang se ha ido labrando en los últimos veinte años una más que merecida reputación como uno de los más importantes exponentes actuales del cine de Hong Kong, prestigio refrendado por títulos tan interesantes como “Dog Bite Dog” (2006), “Shamo” (2007), “Accident” (2009), “Sha po lang II” (2015) o “Limbo” (2021). Para esta ocasión, el cineasta convoca a un variado reparto pluri-generacional que aglutina grandes veteranos como Louis Koo Tin-Lok, Aaron Kwok Fu-Shing o Sammo Hung Kam-Bo y otros actores con menos recorrido y experiencia, como Raymond Lam Fung, Terrance Lau Chun-him o Tony Wu Tsz-tung, para orquestar la que, sin duda, está llamada a ser la gran película de acción del año.



2. Kowloon, “la Ciudad de la Oscuridad”

Twilight of the Warriors: Walled In” nos cuenta la historia de Chan Lok-kwan (Raymond Lam), un inmigrante ilegal que trata de sobrevivir en el Hong Kong de los 80 y que, por azares del destino, acaba encontrando un hogar en la mítica ciudad amurallada de Kowloon, erigida aquí en un personaje más de la historia. El origen de esta “ciudad colmena”, que en su día batió el récord de densidad de población en todo el planeta (hablamos de unos 50.000 habitantes hacinados en una superficie de algo más de 2,6 hectáreas), se remonta a la dinastía Song (960-1297). Se construyó originalmente como una fortificación militar con el fin de administrar el comercio de sal. 




A mediados del siglo XIX, durante la dinastía Qing, la isla de Hong Kong fue cedida al Reino Unido a través del Tratado de Nanjing, dejando a Kowloon en un limbo administrativo. A fin de poder tener algún tipo de control sobre la zona y supervisar la influencia británica en la misma, las autoridades chinas decidieron tomar algunas medidas para mejorar el fuerte, construyendo una pared defensiva alrededor del mismo y convirtiéndola en una verdadera ciudad amurallada, con seis torres de vigilancia y cuatro puertas. De esta manera, mientras el resto de Hong Kong era una colonia británica, la ciudad amurallada seguiría, al menos nominalmente, bajo el control de la China continental. La política británica de no intervención contribuiría a esta situación. Con el paso del tiempo, tanto los chinos como los británicos acabaron perdiendo interés por Kowloon, la cual permanecería bajo una ambigua jurisdicción china. Esto acabaría convirtiendo a la ciudad amurallada en un refugio ideal para todos aquellos que eran perseguidos por las autoridades británicas, circunstancia que se agravaría aún más a partir de la Segunda Guerra Mundial.

Durante la década de los 40, Kowloon se convertiría, eventualmente, en una ciudad sin ley, hogar de todos los inmigrantes (chinos, en su mayoría) y las bandas ilegales que huían de la justicia. El abandono institucional, que había sido la tónica general en Kowloon hasta entonces, alcanzó su máximo histórico durante la segunda guerra sino-japonesa (1937-1945), ya que, sencillamente, no había lugar para el orden. En cuestión de años la ciudad duplicó su población y se vio obligada a expandirse, pero al no poder hacerlo a lo ancho (el terreno estaba marcado por la muralla original), no tuvo más remedio que hacerlo (de una manera muy anárquica, todo hay que decirlo) hacia arriba, con bloques de hasta 14 pisos (máximo permitido para no obstaculizar el tráfico aéreo de Hong Kong). Los espacios habitables, como se puede imaginar, eran muy reducidos, hasta el punto de que simples habitaciones servían de hogar para familias enteras. Las calles más anchas en esta masa orgánica y desordenada de edificios apenas tenían un metro de ancho, y los pisos inferiores casi no recibían la luz del sol.


Al carecer de servicios básicos de saneamiento y recogida de basura, el ambiente dentro de la ciudad era extremadamente insalubre, lo cual propiciaba la propagación de todo tipo de enfermedades como la tuberculosis. Otro de los grandes problemas de la ciudad, como puede suponerse, era la ausencia de presencia policial, lo cual permitió que ésta estuviera bajo el control de las tríadas chinas, las cuales controlaban los garitos ilegales dedicados a las apuestas, la prostitución y el tráfico de drogas. Los burdeles, salones de opio, las empresas de alimentación no reguladas e incluso las clínicas dentales no legalizadas proliferaban sin ningún tipo de control gubernamental. Kowloon era un campo de batalla para las distintas bandas rivales, que se enfrentaban abiertamente en un entorno corrupto y hostil. Hasta tal punto era así, que la propia policía del distrito hongkonés manifestó, en el año 1983, su total incapacidad para mantener el control dentro de la ciudad amurallada. 

 

3. Temática

Éste es el contexto en donde se desarrolla la historia de “Twilight of the Warriors: Walled In”. Pese a la imagen tan negativa de Kowloon perfilada hasta ahora en los párrafos anteriores, también es de justos reconocer que vivir tan cerca unos de otros daba a los residentes de la ciudad amurallada un fuerte sentido de comunidad. Las familias cooperaban y se ayudaban mutuamente, y estas relaciones entre los vecinos eran fundamentales para la supervivencia diaria. El protagonista de la película, cuyo padre falleció poco después de su nacimiento, es acogido bajo la protección de Ciclón (Louis Koo), líder de la Ciudadela, el cual asumirá el rol de figura paterna del héroe. Al mismo tiempo, Chan Lok-kwan irá entablando una relación de hermandad con algunos de los miembros de la banda de Ciclón, encontrando así, por primera vez en su vida, algo parecido a una familia. El director, como es habitual en su cine, irá jugando con la ambigüedad moral de los personajes, desafiando las expectativas y prejuicios morales del espectador para permitir que estos puedan evolucionar de una manera bastante fluida y orgánica a lo largo de la historia.



Este concepto de “hermandad”, tan presente en la historia del cine chino, constituye uno de los ejes sobre los que pivota la historia de la película. Es interesante señalar la prácticamente total ausencia de personajes femeninos en este filme, el cual opta por poner el foco, en todo momento, en la relación de fraternidad entre hombres, y cómo el deseo de venganza puede llegar a minar, e incluso destruir, dicho vínculo. Otro de los temas que se exploran en la película es, por supuesto, el de las relaciones kármicas intergeneracionales, especialmente en cómo los errores o “pecados” de los padres puede llegar a afectar a los hijos en sus vidas. Durante el transcurso de la historia, el protagonista buscará alcanzar la redención, no sólo de sí mismo, sino, también, de su clan, por las acciones pasadas de su padre. Mientras que las generaciones previas, representadas por personajes como Ciclón, Chau (Richie Jen), Tigre (Tak-Bun Wong) y Jim (Aaron Kwok), debieron abrirse camino en un mundo adverso a través de la lucha y la violencia, les corresponderá a Chan y sus camaradas, salir de esa espiral de violencia para instaurar otro diferente asentado en los valores de la Hermandad.



4. Coreografías de Kenji Tanigaki

El plato fuerte de una película como ésta, no obstante, son las coreografías de lucha, y en este sentido “Twilight of the Warriors: Walled In” no defrauda. Las escenas de acción corren a cargo de uno de los más importantes coreógrafos de la actualidad, el japonés Kenji Tanigaki, alumno del legendario Yasuaki Kurata. Miembro del “Donnie Yen Stunt Team”, Tanigaki dejaría su impronta en películas como “Legend of the Fist: The Return of Chen Zhen” (2010), “Wu Xia” (2011), “Special ID” (2013), “Raging Fire” (2021) o “Sakra” (2023), todas ellas protagonizadas por Donnie, aunque también trabajaría para la industria cinematográfica nipona, encargándose de las lustrosas escenas de acción de, entre otros proyectos, la serie de películas jidaigeki dedicadas al personaje “Rurouni Kenshin” del manga creado por Keishi Ōtomo.



La convergencia de Kenji Tanigaki y Soi Cheang (director, no lo olvidemos, de una de las grandes películas de artes marciales del nuevo siglo, “Sha po lang II”) no podría ser más propicia. “Twilight of the Warriors: Walled In” es una carta de amor al cine de Hong Kong, y las abundantes secuencias de lucha recrean a la perfección esa magia que hacía de ese cine algo tan especial. La acción es vibrante y contundente, fluida y muy creativa. Aunque no se echa para atrás a la hora de mostrar la violencia, dicha virulencia no llega nunca a opacar el aspecto más estético y técnico de las maniobras marciales. No todos los actores poseen un “background” sólido en artes marciales, si bien me atrevería a afirmar que todos ellos, sin excepción, salen bastante airosos en sus respectivas escenas de lucha, muy especialmente Raymond Lam y Terrance Lau Chun-him.


De los veteranos, no podría pasar por alto la actuación que nos brinda, a sus 72 años de edad, el grandísimo Sammo Hung, luciendo maravillosamente en un papel que nos puede recordar, vagamente, al que interpretara en esa obra maestra del cine de kung fu que es “Sha po lang” (2005). Su enfrentamiento con el personaje interpretado por Louis Koo constituye, sin lugar a dudas, uno de los puntos fuertes de toda la película. Sammo nunca dejará de sorprenderme.



Por supuesto, en el apartado estrictamente marcial y coreográfico el actor que acapara, por méritos propios, toda la atención, es el villano encarnado por el maravilloso Philip Ng Wan-lung. El sifu Philip Ng es practicante de sexta generación e instructor de Choy Li Fut, arte que aprendió de su padre, sifu Sam Ng. El Choy Li Fut es uno de los estilos de lucha más completos que existen en China, ya que aglutina influencias tanto del kung fu del norte, caracterizado por sus ágiles y rápidas técnicas de patada, como del kung fu del sur, más enfocado en técnicas de boxeo. Por otro lado, de su tío aprendió Hung Gar, sin duda uno de los sistemas más representativos de la tradición Shaolín del sur. A los 13 años Philip Ng continuaría enriqueciendo su entrenamiento gracias al estudio del Wing Chun, lo cual le llevaría a formarse en Hong Kong con el Gran Maestro Wong Shun Leung, instructor del mismísimo Bruce Lee. Philip fundaría junto con su padre, la Ng Family Chinese Martial Arts Association, con sede en Chicago, Illinois, y reparte actualmente su tiempo entre las labores de instructor, actor, director de secuencias de acción y coreógrafo. A sus 46 años de edad, ha tenido tiempo además de estudiar otras artes marciales como el Taekwondo, el Jiu-jitsu japonés o la Eskrima filipina.



En “Twilight of the Warriors: Walled In”, Ng encarna al villano King, secuaz y matón del jefe de las tríadas interpretado por Sammo Hung. Es el suyo un personaje histriónico, con un delicioso punto “cartoon” muy de cómic y propenso a exasperantes arrebatos de risa, como si estuviera bajo los efectos de una sobredosis de anfetaminas. Lo más interesante de King, sin duda, es su estilo de lucha, que le permite utilizar la energía interna o “qi” para volver su cuerpo invulnerable a los ataques, incluso con armas, lo cual lo vincula a una rica tradición de villanos del cine de kung fu que se remonta a aquellas gloriosas producciones de la Shaw Brothers y otras producciones independientes como la magistral “The Invincible Armour” (1977) de Ng See-Yuen. Es cierto que, en ocasiones, el uso de cables (“wire-fu”) y CGI en las escenas de lucha me saca un poco y, personalmente, habría preferido un enfoque algo menos fantasioso en ciertos momentos, especialmente en la confrontación final con el villano, pero no deja de ser “peccata minuta” en un conjunto visualmente espectacular y maravillosamente orquestado por sus artífices.



5. Acerca del guion


Uno de los motivos principales por los que considero que esta película funciona tan bien es porque consigue que conectemos emocionalmente con la historia y sus protagonistas, aunque sea a un nivel básico. El guion, pergeñado a ocho manos por Au Kin-yee, Shum Kwan-sin, Chan Taili y Lai Chun, no reinventa la pólvora ni mucho menos, pero sí da suficiente espacio, entre los adrenalínicos “set-pieces” de acción, para que podamos conocer a los protagonistas de la historia y empatizar con ellos. Se les da suficiente “aire” para que puedan evolucionar y mostrar algo de su mundo interior, por mucho que, por supuesto, sí se echa en falta una mayor atención a las relaciones y motivaciones de algunos personajes. Hay muchos participantes en esta historia, y no todos reciben la consideración que, sin duda, merecen.



Personalmente me gustaría destacar al protector de la ciudad amurallada, Ciclón, encarnado por el muy carismático Louis Koo desde una dignidad y solemnidad realmente exquisitas. El suyo es, probablemente, el personaje más interesante de toda la historia, no tanto por lo que se muestra de él como por lo que se intuye. Koo nos muestra, hábil y muy gradualmente, el mundo interior de Ciclón, y a medida que lo vamos conociendo mejor, más crece nuestra fascinación por él. Desgraciadamente, encontramos también, como apunté anteriormente, algunas subtramas a las que se les niega la posibilidad de un mayor desarrollo y, como suele ser el caso en una película tan coral como ésta, hay secundarios que llegan a resultar tanto o incluso más interesantes que el propio protagonista de la historia y en los que no llega nunca a ahondarse lo suficiente.



6. Aspectos técnicos y banda sonora

Visualmente, “Twilight of the Warriors: Walled In” luce de maravilla, gracias a la impresionante labor del director de arte Mak Kwok-Keung en lo relativo a la escenografía, realzada por la extraordinaria aportación del director de fotografía Cheng Siu-Keung, colaborador habitual de Johnnie To. Ambos consiguen algo encomiable, dar vida a la ciudad amurallada, combinando una estética más realista con otra más deudora del cómic para conjurar una Kowloon opresiva y también misteriosa; hostil y, a la vez, cautivadora; fría, pero que rezuma humanidad, permitiendo así insuflar vida y una cualidad muy orgánica al anárquico conglomerado de edificios en donde transcurre la historia de la película. Como se apuntó al principio de esta crítica, en la película la ciudad amurallada es un personaje más, algo así como una proyección, en constante mutación, de la conciencia de sus habitantes. Por ese motivo, su recreación era, y es, un aspecto fundamental para el éxito de la película.



Menos acertada me ha resultado, por otro lado, la insípida banda sonora de Kenji Kawai, muy en su estilo, pero incapaz de aportar material temático de interés al conjunto. Para más inri, en un momento concreto de la película se incluye, sin venir muy a cuento, una versión de la célebre y maravillosa canción “Walking in the Air”, compuesta por Howard Blake para el cortometraje animado “The Snowman” (1982). Una inclusión temática en absoluto justificada y que contribuye a evidenciar la falta de inspiración mostrada por el compositor nipón en este trabajo.



7. Conclusión

A modo de conclusión, “Twilight of the Warriors: Walled In” me ha parecido la mejor película de acción de lo que llevamos de año, una sentida declaración de amor a un rico legado cinematográfico que continúa estando tan vivo como siempre. Según parece su éxito ha dado luz verde a otras dos películas más que conformarán una suerte de trilogía en torno a la historia de la ciudad amurallada. Una de ellas estará ambientada en los años 50 para, probablemente, ahondar en el pasado de Ciclón, Chau, Tigre y Jim, mientras que la otra secuela se centrará en las vidas de la nueva generación de personajes, encabezada por Chan, una vez que Kowloon es demolida del todo en el año 1994. Esperamos, y confiamos, que estas otras dos películas ayuden a cubrir todos los huecos dejados por esta película, profundizando aún más en los personajes y desarrollando todas aquellas subtramas que, como se señaló previamente, se apuntan aquí tan sólo de soslayo. En lo que a atañe a la acción, no me cabe la menor duda de que serán igualmente extraordinarias.




Mi calificación: **** / *****

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