
Dir. Frank Capra
Int. Ronald Colman, Jane Wyatt.
132 min. EE.UU.
Un joven diplomático inglés sobrevive, junto a otros pasajeros, a un accidente aéreo en el Himalaya. Cuando creen que la muerte es inevitable, son rescatados por los habitantes de Shangri-La, una idílica y utópica comunidad que vive oculta en el Tíbet. Mientras la II Guerra Mundial amenaza al mundo, ellos descubrirán un lugar donde la gente vive feliz y sin envejecer (FILMAFFINITY).
Frank Capra es mundialmente conocido por sus fábulas moralistas al estilo de "Qué Bello es Vivir" (1946) o "Vive como Quieras" (1938). Por supuesto, también cuenta en su haber con maravillas como "Arsénico por Compasión" (1944), una de las mejores comedias de la historia del cine para el que esto firma.
"Horizones Perdidos" no renuncia a ese tono aleccionador y moralista característico del cine de Capra, si bien aporta también un tono pesimista hacia la condición humana que la distancia, hasta cierto punto, de cualquiera de las películas anteriormente mencionadas. La humanidad no tiene remedio, el mundo va camino de su destrucción, tanto en un sentido literal como simbólico, y para el protagonista de nuestra historia, interpretado convincentemente por Ronald Colman, su única alternativa es huir de toda la locura y sinsentido del mundo del que procedía y pasar el resto de su existencia en esa suerte de idílica utopía llamada Shangri-La. Incluso algunos de sus compañeros más escépticos al principio irán cambiando de opinión en lo referente a su percepción del lugar.
Shangri-La ejemplifica el ideal con el que todo ser humano siempre ha soñado, un lugar ajeno a las absurdas normas y leyes del sistema por el que nos regimos y que finalmente termina esclavizándonos, sumergiéndonos en una espiral de competitividad y agresividad que termina mermando nuestra felicidad y nuestra misma humanidad. Es Shangri-La un lugar en donde no hay crímenes ni delitos porque la gente no tiene necesidad de ello. Todo lo que siempre podrían desear lo pueden tener sin necesidad de delinquir. Al llevar una vida espiritualmente pletórica, son felices. Y la falta de felicidad es uno de los factores que mueve a la gente a cometer crímenes. Si todos fuéramos felices, radiantes, y estuviéramos satisfechos con nuestras vidas... ¿qué necesidad habría de cometer crímenes? ¿De sentir envidia por lo que puedan tener otras personas? ¿De sentir odio hacia determinadas personas?
Éstas son algunas de las cuestiones que plantea esta maravillosa fábula de Capra, basada en la obra de James Hilton. La película contó con un muy holgado presupuesto para la época, y obtuvo nada más y nada menos que siete nominaciones a los Óscars, de los cuales únicamente obtendría dos de ellos: al mejor montaje y a los mejores decorados. Y con razón. Y es que el diseño de producción es apabullante, destacando las maquetas y decorados de Shangri-La, algo realmente impresionante para la época en la que se llevó a cabo.
Estamos ante una de las grandes Obras Maestras de Capra, siempre entretenida pese a su larga duración, por momentos espectacular, muy bien interpretada por su pareja protagonista, y con un mensaje muy profundo que nos hace reflexionar sobre la condición humana.
Calificación de la película: ***** sobre *****
No hay comentarios:
Publicar un comentario