domingo, 18 de agosto de 2024

Tributo a Basil Poledouris (1945-2006)


 

Basil Poledouris es conocido mundialmente por ser el compositor de una de las bandas sonoras más emblemáticas, maravillosas y perfectas de la historia del cine. Por supuesto, me refiero a “Conan el Bárbaro”, por mucho que ésta no sea, por supuesto, la única obra maestra que nos haya legado (cómo olvidar “Los Señores del Acero”, “Adiós al Rey”, “Los Miserables”, “Starship Troopers” y tantas y tantas otras). Pero “Conan el Bárbaro”… ésta juega en una liga propia, ¿verdad?  A partir de este momento el compositor viviría una suerte de Edad Dorada en donde iría encadenando grandes proyectos, grandes triunfos, grandes logros… que lo convertirían en uno de los grandes compositores cinematográficos de la década de los 80 y 90. Dicha Edad Dorada había pasado ya cuando conocí a Basil aquel verano del año 2006, en Úbeda (Jaén).

 

Basil Poledouris no fue sólo un gran compositor de música de cine. Fue, por encima de todo, una gran persona, un ejemplo e inspiración para mí y para todos los que tuvimos la inmensa fortuna de conocerlo y compartir con él los momentos vividos durante el II Congreso Internacional de Música de Cine “Ciudad de Úbeda”. Como no podía ser menos viniendo del compositor de “Conan el Bárbaro”, Basil Poledouris fue también un guerrero. Un guerrero que combatió la enfermedad que lo aquejaba hasta el final de sus días. Y lo hizo de la forma que mejor sabía, a través de la música. El suyo fue un ejemplo prototípico del efecto tan maravilloso que puede tener la música a la hora de avivar el espíritu e insuflar aliento, esperanza y valentía en nuestros corazones. Cuando Basil llegó a Úbeda, lo hizo en un estado precario de salud. Personalmente, aún no sé qué le hizo animarse a emprender, aún convaleciente, aquel largo viaje hacia el sur de España, en pleno apogeo canicular, máxime si tenemos en consideración que Úbeda no es una ciudad a la que se pueda acceder cómodamente por tren o por avión. Lo importante, empero, es que algo le impulsó a recorrer ese trayecto. Y, como suele decirse, todo sucede por un motivo… un buen motivo, añadiría yo. 

 


 

El Congreso Internacional de Música de Cine “Ciudad de Úbeda”, el sueño de David Doncel y una especial hermandad de “frikis” y aficionados a la música de cine, se encontraba ya en su segundo año, inmerso en un crecimiento imparable que lo convertiría en uno de los más grandes y especiales encuentros con la música de cine en el ámbito nacional e internacional. En aquellos memorables tiempos colaboraba dentro de la organización del Congreso como intérprete y asistente de los compositores invitados, y ese año tuve el inmenso honor y privilegio de acompañar a Basil Poledouris durante las maratonianas sesiones de ensayo con la Orquesta Filarmónica de Andalucía. Como tal, pude presenciar todo el proceso, toda la metamorfosis experimentada por Basil desde su llegada a Úbeda hasta su marcha. Y es que… ¡quién le iba a contar el recibimiento que iba a recibir de parte de todos los aficionados a la música de cine que allí se congregaron! Allí me pude dar cuenta de hasta qué punto ni los propios compositores son a menudo conscientes del impacto de su trabajo entre los aficionados al cine y a su música. 

 


Quizás Basil llegó a Úbeda pensando que sus días de gloria habían pasado, que nadie lo recordaría ya… al fin y al cabo… ¿quiénes eran aquellos chicos? ¿Un congreso de música de cine? ¿En España? ¿En Úbeda, nada más y nada menos? Como se suele decir, la realidad supera la ficción, y así fue. Basil fue recibido como merecía, como un Rey de la música de cine. Multitud de aficionados venidos de todas partes de la geografía española (y más allá) estaban allí congregados para rendir tributo a uno de sus grandes héroes. Fruto de ese amor, cariño y agradecimiento, el ánimo de Basil cambió. En sus ojos volvió a brillar el espíritu de aquel guerrero indómito que fue capaz de hacernos vibrar con composiciones legendarias, repletas de poder, fuerza, magnificencia y sensibilidad. Sacando fuerzas de flaqueza, Basil Poledouris renació durante aquellos días como si la enfermedad que lo aquejaba ya no existiera, aguantando duros ensayos que insistió en realizar personalmente bajo un calor sofocante, sin rendirse jamás. Jamás. Porque, en aquellos momentos, estaba sirviendo a algo más importante que sí mismo. Era su forma de rendirnos tributo a todos nosotros, los mismos que habíamos acudido a Úbeda a rendirle tributo a él. Y nada iba a interponerse en su camino. Ni durante los ensayos, ni durante el concierto, en la suite dedicada a su obra cumbre que él mismo insistió nuevamente en dirigir. 

 


Es muy difícil, si no imposible, expresar con palabras lo que todos los asistentes presenciamos aquellos días y, muy especialmente, aquella noche durante el concierto celebrado en el célebre Hospital de Santiago de Úbeda. Basil salió al podio vestido con una túnica y un pañuelo que cubría su cabeza. Y sacó adelante una suite compleja en unas condiciones no especialmente fáciles. Y lo hizo porque, en ese momento, Basil servía a algo superior que lo guiaba y lo sostenía: la magia y la belleza de aquella música que resonó poderosa en la ciudad de Úbeda. Y lo hizo arropado por el calor y el entusiasmo de todos los aficionados allí congregados, conscientes de estar presenciando un acontecimiento único e irrepetible en la historia de la música de cine.

 


 

Creo hablar en nombre de todos cuando afirmo que Basil Poledouris marcó las vidas de aquellos que lo conocimos en persona gracias a su coraje, determinación y nobleza. Su música ya lo había hecho tiempo atrás, por supuesto, y seguirá haciéndolo por siempre. Me siento tremendamente afortunado de haber podido formar parte de aquel Congreso en compañía de personas maravillosas que hicieron posible aquel milagro. Fue un momento mágico que perdurará para siempre en mi corazón. Y en cuanto a ti, Basil, sólo puedo darte las gracias por todos los momentos compartidos. Tu música es tu legado. Y qué mejor forma de despedirme que con el épico corte titulado “Battle Montage” de la banda sonora de la película “Adiós al Rey” (¡qué apropiado!), un tema que capta a la perfección la grandeza de tu espíritu. Gracias por formar parte de mi vida. Jamás te olvidaremos.

 

Luis Fernando Rodríguez Romero                   

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario